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Año XVI, 29 de marzo de 2024


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Buscando el Bello Sino: Reclamar o morir

Columna de opinión por Argos Jeria
Martes 6 de junio 2023 15:59 hrs.


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Quienes asisten a los estadios locales a mirar los partidos de fútbol en directo, saben que entre los espectadores hay una suerte de metalenguaje propio de esa actividad que está repleto de sinsentidos.  “No había nadie”, se queja el hincha cuando uno de los jugadores de su equipo envía un centro hacia el arco rival donde no hay ninguno de sus compañeros; pero lo dice como si fuese un evento al azar, sin pensar que tal centro pudo haber sido un error, sino en lo que podría haber pasado si hubiese habido alguien allí. Pero lo más asombroso es uno de los criterios para decidir si hubo o no falta. “Nadie reclamó”, dice el hincha del equipo presunto infractor, dando por sentado que si hubiese habido falta la única reacción posible del agredido era reclamar. Si no hay reclamo, no hay falta.

Actitudes o juicios como estos parecen haberse extendido a todos los ámbitos del quehacer nacional. Las jóvenes parejas que empiezan a armar su casa y han adquirido algún electrodoméstico en alguna multitienda pidiendo que se lo envíen a su domicilio, saben que nunca llegará el día solicitado, que podría llegar antes (en su ausencia) o simplemente no llegar. Y cuando llega, podría no ser lo que han pedido. Y reclamar no sólo es desagradable sino muchas veces improductivo. Se da el caso de un muchacho que, luego de un par de semanas de adquirido el producto (un regalo de cumpleaños), recibió distintas explicaciones telefónicas hasta que le dijeron que ya no estaba en stock; debió amenazar y mentir para llegar telefónicamente hasta la bodega misma, donde no descansó hasta que la encargada le dijo que su compra estaba en el camión de despacho. Pero los casos más dramáticos están en el área de la salud.

Luego de varias visitas al médico en un hospital público, incluyendo exámenes que se fueron acumulando lentamente, una modesta señora fue informada de la existencia de un tumor maligno que requería de una operación; para realizarla debería esperar su turno, lo que podría tomar semanas. Luego de varios meses y de muchas consultas al hospital, la señora reclamó en algún servicio centralizado. Como resultado, fue contactada telefónicamente por el médico mismo que le dijo que estaba en buena prioridad para ser atendida, pero que la aparición de casos más graves modificaba su posición en la lista de espera. Preocupada por esta información que sugería que sólo sería atendida cuando estuviese grave, logró averiguar que el proceso tenía plazos que debían cumplirse y que estos eran controlados computacionalmente en el ministerio correspondiente. Grande fue su desazón cuando constató que, si bien su nombre estaba en la lista, desde el hospital no habían ingresado absolutamente nada más, ni su diagnóstico, ni sus exámenes ni las fechas. Por lo tanto no había plazos. Luego de esta averiguación, fue finalmente citada al hospital correspondiente. Allí se dio cuenta de que lo habían hecho para … retarla por haber reclamado y dejarle traslucir informalmente que había por ahí una secretaria nueva que no cumplía su deber. Si bien quedó asustada por tan inesperado evento al que tuvo que asignar una mañana completa, quedó con la sensación de una pronta atención. ¿Es que, como en el fútbol, creen que si no reclama es porque se siente bien? Veremos.

Como reza el tango Cambalache, “el que no llora no mama y el que no mama es un gil”. Aquí parece serlo el que no reclama, lo que induce una costumbre que es una evidente fuente de angustia y que está lejos de pavimentar el camino al Bello Sino. Dejo estampado formalmente mi más enérgico reclamo.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.