A nivel social, la vestimenta que usamos siempre transmite un mensaje, volviéndose parte importante de nuestra identidad y de la proyección de esta a nuestro entorno. Así lo explica Marisol Facuse Muñoz, profesora de la Cátedra de Sociología del Arte de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, quien afirma que esta ha incidido históricamente en la sociedad, tanto a nivel de vestimenta como artístico. En este contexto, Facuse y otros académicos destacan las medidas de la Dictadura para socavar estos elementos culturales, erradicando una estética y reemplazándola por otra.
Actualmente, Facuse es profesora guía de una tesis enfocada en la inserción de la cueca como baile nacional. “Ese es un ejemplo interesante para ver cómo la Dictadura buscó generar dispositivos estéticos que reemplazaran lo que existía antes en el mundo de la música, y que también se traduce -evidentemente- en una forma de vestirse, en una forma de sociabilizar”, explica la académica
Coincide con esta visión Martina Barroeta Zalaquett, egresada de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile y creadora de la plataforma de estudios de moda Fashion nerd, quien observa un uso sistemático de la represión estética en el período de la Dictadura. “Uno de los más conocidos fue el de detener a hombres en público para cortarles el cabello y afeitarlos, porque esa estética se asociaba a las izquierdas. Y también porque se antojaba una estética demasiado femenina para una dictadura que pretendía restablecer los roles tradicionales de género”, afirma Barroeta.
También se reconoce una intervención del color. Así lo destaca Ingrid Calvo Ivanovic, académica del Departamento de Diseño de la Universidad de Chile, quien asocia los colores neutros de la vestimenta de la época con un mensaje de unificación o mimetización de la ciudadanía. “Estos colores neutros lo que hacen es unificar la imagen de los ciudadanos, lo que podría ser también entendido como un instrumento de control de la expresión personal y de la identidad”.
Para Barroeta, esta ausencia de color representa el miedo de aquella época y un estado de ánimo. “Se puede interpretar como una especie de silencio el no llamar la atención, el pasar desapercibido, que es muy propio de contextos dictatoriales, donde la gente lo único que quiere en su día a día es sobrevivir”, comenta.
Sin embargo, pese a las políticas de represión estética, Ingrid Calvo reconoce que la ropa jugó un papel importante en las luchas sociales durante Dictadura, a partir de la influencia que venía del glam rock, del punk y el new wave, donde empezó a masificarse una vestimenta con colores fuertes, como una manera de resistir. “Responden un poco como a ese despertar de la neutralidad o los colores conservadores hacia algo que tiene una mayor intensidad, también a nivel a nivel social”.
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