“Lo que partió con una pequeña idea se terminó convirtiendo en una experiencia mágica de aprendizaje: un reencantamiento con la investigación y el conocimiento…También, por supuesto, le agradezco a mis papás, Cecilia y Jorge, porque fueron ellos quienes me inculcaron el amor por el conocimiento y la curiosidad. Le agradezco a mi mamá por siempre buscar respuestas en la enciclopedia; y a mi papá por obligarnos a pasarnos todas las rejas cuando salíamos a caminar”.
Irene del Real es la autora del libro “Todo lo que brilla: Cómo los metales han formado nuestra historia” de Editorial La Pollera. La geóloga chilena nos invita a hacer un ejercicio: imaginar nuestras vidas cotidianas sin ellos. ¿Cuál fue el resultado? Lo cierto es que los metales nos permiten tener objetos que hoy parecen esenciales: computadores, celulares, materiales de construcción, cables eléctricos, cubiertos para comer, resortes para colchones, entre muchos otros.
En la publicación, se nos advierte que “somos dependientes de ellos”. Y el siguiente paso nos lleva a reflexionar sobre el futuro “y la evidente urgencia de modificar la manera en la que nos estamos relacionando con el entorno”.
Irene del Real, que durante el 2020 se convirtió en una de las ganadoras del Premio L’Oréal Unesco para mujeres en la ciencia, comenta que “la idea original (del libro) era enfocarse en los metales para la transición energética”.
“Con una premisa sencilla, pero responderla fue una aventura” afirma en entrevista con Radio Universidad de Chile.
– ¿Cuál fue el origen de esta publicación?
Fue una aventura y un viaje como cualquier proceso creativo. He estado trabajando con la Editorial La Pollera. En 2020 gané un premio de L’Oréal UNESCO que fue súper importante porque dio visibilidad a mi trabajo. Nos pusimos en contacto con la editorial y hablamos de hacer algo escrito. Y quería escribir algo bastante distinto a lo que terminó publicado, me encanta como quedó…
La idea original era enfocarse en los metales para la transición energética. Con una premisa sencilla, pero responderla fue una aventura. Una opinión formada sobre el uso de los metales y su uso en el futuro, ya sea positiva o negativa, pero una opinión informada.
Hay una parte de geología, pero también un contexto histórico fascinante sobre como los metales han influenciado nuestro desarrollo. Y a partir de ello, llegué al resultado que es esta mezcla de ciencia, historia y filosofía…pensando en el futuro.
– Con una perspectiva humana, ¿qué pasa si nos detenemos en el tiempo geológico?
Para ser muy sincera, es una de las cosas que más me gustan de la geología. Esta especie de desacople temporal que tenemos como humanos, como seres vivos de la Tierra. Tiene sus propios tiempos y su propia maquinaria interna y eso es uno de los conceptos más importantes que aprendemos en geología: un tiempo geológico. Es una escala, una línea de tiempo diferente donde nosotros somos una parte muy minúscula…que recién al final aparece.
Entonces es bien impresionante entender que la Tierra ha estado ahí hace billones de años y va a seguir ahí. Solemos ser humano céntricos, en general, porque es nuestra realidad entonces es una sensación bastante bonita ponernos en ese contexto de la historia del planeta. También desde el punto de vista de los metales y como se van formando …ver que toma millones de años poder llegar a formar un yacimiento metálico. Y que tiene que ver con toda una historia, la misma que se relaciona con que tengamos terremotos y volcanes, responsable de que se acumulen los metales en la corteza.
– ¿Puedes nombrar algunos “hitos” relacionados con este libro?
Darse cuenta de la importancia de los metales para el desarrollo de la historia es increíble, especialmente, épocas antiguas como la edad del bronce y de la que sabemos muy poco. Su uso, como en el caso del bronce, que es una aleación entre cobre y estaño.
O los romanos que fueron los primeros en masificar la minería, específicamente la subterránea, que la usaban para crear monedas porque con ellos se empezaron a hacer transacciones con una divisa.
Otro punto que me emocionó mucho fue tratar de entender la química moderna, y en eso implica también entender los metales como elementos que van de la mano con el desarrollo de la ciencia y el pensamiento crítico. Y no solo con los descubrimientos sino con la vida de los científicos, de la gente que está detrás de estos hitos históricos y conocer a esos personajes desde un plano más personal.
También me impresionó estudiar sobre las guerras, la Segunda Guerra Mundial estaba controlada casi en su totalidad por quién tenía el poder de los metales.
El libro presenta anécdotas, historias, no tiene sequedad y es amigable para todo el público. Quería reflejar la sorpresa y lo maravillada que estaba al investigar para este texto.
– En la publicación escribes: “en medio de mis estudios de doctorado empecé a cuestionar el verdadero aporte de mi trabajo. ¿Qué utilidad tenían mis investigaciones para la sociedad?… ¿A eso me quería dedicar? ¿A entender y valorar nuestro planeta para terminar ayudando a grandes empresas a lucrar?”.
Entré a geología motivada por la curiosidad de querer saber y entender la maquinaria y el mundo que estaba bajo nuestros pies, una especie de historia subterránea.
Me pareció fascinante el desacople temporal, pensar que las cordilleras crecen, se erosionan, hay extinciones, o sea, la cantidad de cosas que ocurren y que están fuera de nuestra percepción. También el trabajo de geólogo es muy bonito porque es como de detective, uno busca pistas para entender y reconstruir el pasado.
Y dentro de eso entender cómo se acumulan los metales, como se forman los yacimientos, porque para entender eso también saber mucho a través de geología y, por ejemplo, entender cómo se formó un depósito de cobre en Chile me puede ayudar a imaginar cómo era hace ciento cincuenta años de millones de atrás…. Es algo muy poderoso desde un punto de vista de ciencias y de entendimiento.
Me especializo en poder comprender los procesos geológicos que forman yacimientos de metales y ese conocimiento es particularmente interesante para la industria minera. Tuve esa crisis en la que veía amigos, que no eran geólogos, que estaban trabajando en la primera línea en el área de la salud o asistencia social y veía tan lejos el poder entregar de vuelta a la sociedad…lo que me llevó a cuestionarme.
Esta crisis me duró un año, lo describo en el libro, y le conté esta incertidumbre a mi profesor guía del Doctorado, un mentor y amigo, sobre lo que estaba haciendo y él me comentó algo profundo: cualquier desarrollo requiere de materia prima… los metales. Se nos olvida y ahí entra la dinámica de empezar a tener conciencia sobre ellos en el día a día…esto que hacemos es silencioso, pero no menos importante. Eso me motivó mucho, a seguir estudiando, a dedicarme a la parte académica y a verbalizarlo.
La misma forma que tenemos hoy de un consumo más responsable en la comida, aspiro a que deberíamos tener un consumo mucho más responsable de los metales. En eso empezó y derivó la crisis, sacando algo positivo.
– Se habla de transición energética o tú explicas, por ejemplo, el “secuestro de carbono” en el libro. ¿Qué pasa con un nuevo paradigma de consumo?
La parte final es más densa pensando hacia el futuro. Con el negacionismo no sé muy bien que se puede hacer cuando la ciencia habla por sí sola…más que conversar con la gente. Pero, por ejemplo, si queremos un futuro con carbono neutral, porque a eso aspiramos con la transición energética, implica uso de energía solar, eólica, autos eléctricos, baterías… y se nos olvida que todo eso requiere metales.
¿Cómo lo hacemos? Porque, obviamente, hay una carga histórica que tiene que ver con la minería y la sociedad. Se relaciona con desastres ambientales y mala relación con las comunidades locales. Y tenemos que repensar, soy positiva porque parte de la industria está arriba de la idea.
Esto es un cambio de paradigma grande. Hay una forma de “secuestrar” el dióxido de carbono, de sacarlo de la atmósfera. Ser una sociedad de carbono neutral, en el fondo, es ser una sociedad que emite la misma cantidad de CO2 que secuestra. Y en eso, la minería puede aportar.
También, ¿Cuánto consumimos? Cada cuanto cambiamos el teléfono, poder reparar, reciclar…
Mi perspectiva personal es que tenemos que tener una minería diferente, pero también explorar un cambio de paradigma en la manera que vivimos.
– Eres una de las ganadoras del Premio L’Oréal Unesco, ¿cómo se destaca el rol de las mujeres en la ciencia?
Para mí, fue una de esas cosas que impulsó mi carrera. No es que no contara antes con un mérito propio, pero es muy diferente cuando algo te impulsa. El poder tener una plataforma para comunicar el trabajo y la ciencia que uno hace tiene un impacto positivo como científica. Y es algo que he visto con el tiempo cuando otras mujeres se pueden ver representadas en ese tipo de roles y eso es, especialmente, importante para las más jóvenes.
Es un premio importante, y hay varios más, para visibilizar, reconocer, y también darles representatividad a las mujeres en la ciencia. Todavía hay bastante que avanzar en el mundo de la mujer en la ciencia cuando llegamos a la categoría, académicos, investigadores, entre otros. Hay mucho que trabajar ahí. En ese sentido, el premio es una iniciativa que admiro mucho y es bueno que existan instancias de ese estilo para poder reconocer el trabajo de la mujer en la ciencia.
Además, tenemos desafíos tan grandes para el futuro y necesitamos tener las mejores soluciones: inteligentes y creativas. Y para eso necesitamos equipos diversos, en género, en edad, en geografía…por eso se debe avanzar en la participación de la mujer en la ciencia porque es por el bien de todos. No solo por mí porque quiero avanzar en mi carrera sino porque la ciencia lo necesita.