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Año XVI, 16 de julio de 2024


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“Pobres criaturas”: Cuando lo inquietante es el deseo de ser

Columna de opinión por Antonella Estévez
Viernes 9 de febrero 2024 13:02 hrs.


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La película del destacado director griego Yorgos Lanthimos resultó ganadora del León de Oro en el festival de Venecia, del Globo de Oro a Mejor Película de comedia y es una fuerte contendora en once categorías de los próximos premios Oscar. Una película visualmente impactante que ha recibido críticas contradictorias respecto a su mirada de género.

Se ha dicho que “Pobres Criaturas” es sexista, patriarcal, que fetichiza a su protagonista y que incluso podría promover la pedofilia. Quien escribe esta columna no está de acuerdo con esas críticas y acá van mis argumentos.

Sin sobre revelar la trama sabemos desde el inicio que Bella Baxter es la protegida del Doctor Godwin Baxter. Cuando conocemos a los personajes, la joven mujer está en una etapa muy inicial de su entrenamiento y se comporta como un infante pequeño. Tiene problemas de equilibrio al caminar, recién está desarrollando el lenguaje y se moviliza por emociones básicas pasando del berrinche al entusiasmo en pocos segundos. Sabemos que el doctor está interesado en registrar detalladamente cada parte del proceso de Bella y moviliza su desarrollo desde los valores de la ciencia, al mismo tiempo que siente por ella un amor paternal. A poco andar el relato, aparecen dos personajes que se sienten atraídos eróticamente por la inocencia salvaje de Bella y que representaran dos tipos masculinos arquetípicos: el hombre de buen corazón y el Don Juan aprovechador.

Hasta ahí estamos en un cuadro perfectamente patriarcal. Incluso podríamos asociarlo fácilmente a una de las construcciones de género esterotipadas de los personajes femeninos de ciencia ficción: “Nacida sexy ayer”. Este tipo de personaje cuenta con una disposición curiosa y abierta a lo sexual, pero se comporta como una niña en todos los otros ámbitos. Películas tan diversas como “El quinto elemento” (1997) o “Ex – Machina” (2014) podrían vincularse con este tipo de construcción narrativa que presenta una fantasía machista a todo color: una mujer hermosa y disponible para ser moldeada a gusto y conveniencia del héroe de la historia. Y sí, “Pobres Criaturas” tiene ese lugar como punto de partida, pero –y he aquí lo importante- su protagonista y el relato se rebelan a este orden y se mueven de allí.

A lo que asistimos durante el resto del filme es al proceso de Bella de transformarse en un sujeto consciente y autodeterminado. Desde que decide salir del espacio seguro que le brinda su protector, la protagonista es movilizada por su propio deseo, y no me refiero únicamente al deseo sexual, aunque éste es fundamental y no se queda afuera. El motor de Bella es el deseo de explorar, de conocer el mundo en sus luces y sombras, de verse a sí misma en relación con todos los estímulos que esto le va generando y, más adelante, de ser un aporte para que el mundo sea un lugar mejor. Aunque inicia desde un lugar en donde lo intuitivo y el placer parecieran ser el motor de sus movimientos, vemos como –a partir de sus lecturas y experiencias- su capacidad de reflexión y cálculo se va sofisticando. En momento de crisis, ella toma decisiones basadas en una metodología empírica-analítica aprendida de su tutor. Son decisiones racionales a partir de la información que ella maneja en ese momento, y –aún más importante- son sus propias decisiones. Es este actuar el que deja en evidencia que la libertad de Bella es ruidosa para el mundo que la rodea. Bella no está entrenada en la ideología de género, no sabe que se espera que las mujeres sean dóciles, dependientes y no deseantes y que al actuar con este nivel de independencia y arrojo está cuestionando a todo el sistema. Incluso cuando utiliza el lugar objetual en que el patriarcado pone a las mujeres – al prostituirse- o cuando utiliza lo aprendido para la venganza –o justicia, ahí decida usted- Bella, lo hace de manera consciente, calculada y en beneficio de su propia agenda.

Lanthimos sitúa “Pobres Criaturas” en un mundo fantástico pero que tiene como referencias estéticas la Inglaterra Victoriana y el Art Nouveau, que esta historia de ciencia ficción se instale en un pasado referencial hace al mismo tiempo inquietante y fascinante el contexto del relato. El diseño de producción y el trabajo de fotografía, post producción de imagen, sonido y música, unido a notables actuaciones de un elenco liderado por Emma Stone, Willem Dafoe y Mark Ruffalo ya son suficientes razones para ver esta película, y ojalá, en pantalla grande. Pero su propuesta de invitarnos a reflexionar sobre como la cultura y el entrenamiento define y limita el actuar de las mujeres –y también de los hombres- la lleva aún más allá y nos ayuda a preguntarnos sobre que entendemos realmente por libre albedrio y hasta qué punto podemos desarrollarnos desde el deseo, la curiosidad y las buenas intenciones en este mundo que nos toca.

Antonella Estévez

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.