La barbarie de los civilizados

  • 13-03-2024

“Israel representa a la civilización”, o una frase similar, solíamos escuchar a muchas personas influyentes en la opinión pública en los días inmediatamente posteriores al ataque de Hamas contra Israel en octubre pasado. Y con cierta razón, ya que las primeras noticias sobre este hecho daban cuenta de una agresión espeluznante, digna de bárbaros sin Dios ni ley.

En este sentido, considero muy acertado el título de esta obra -“La barbarie de los civilizados”, de Jaime Abedrapo Rojas- puesto que pone de relieve la reacción casi automática de una parte de la opinión pública, que condena o aprueba ciertos hechos, dependiendo no de los méritos de los mismos, sino que de quién resulta ser el autor: una potencia occidental “civilizada” o una nación o pueblo asiático o africano que no ha logrado superar la “barbarie”.

En esta obra se explora a fondo toda la legislación relativa al Derecho Internacional destinada a conservar la paz entre las naciones y a procurar el respeto irrestricto a los derechos humanos, sin importar las circunstancias. También se analizan los alcances del Estatuto de Roma, la Convención de Ginebra y otros instrumentos legales destinados a proteger los derechos fundamentales de aquellas poblaciones que están sometidas a ocupación militar, como es el caso de Palestina desde hace 75 años.

Respecto de esto último, se detallan las difíciles circunstancias que dicho pueblo se ve obligado a soportar, aspecto muy importante, puesto que se ilustra al lector sobre todo lo que ello significa para el diario vivir, estar sometido a ese yugo. Y especialmente, porque casi no existen el mundo otros ejemplos y por eso es difícil que el lector se haya formado previamente una imagen al respecto.

Por otra parte, el autor se explaya exhaustivamente sobre la utilización que las potencias occidentales hacen de las normas del Derecho Internacional, aplicando todo su rigor cuando el infractor es un país del Tercer Mundo y relativizándolas, incluso hasta la irrelevancia, cuando quien las infringe es Israel o un país occidental. Es así como al Estado hebreo se le permite impunemente mantener una ocupación ilegal durante 75 años y violar los Acuerdos de Oslo, fruto de un tratado libremente celebrado, sin ninguna sanción, incluso, a pesar de que algunas de sus acciones constituyen claramente crímenes de guerra.

Se demuestra en el libro que, en la práctica, para Israel el Derecho Internacional no existe y que, simplemente, con la complicidad occidental, actúa solo en base a los hechos consumados. Pero cuando se siente atacado, de inmediato desenfunda su “derecho a defenderse”, que al parecer es el único derecho que conoce. Tanto es así que, recuerda el autor, cuando el jefe de la ONU se atrevió a poner algo de contexto al ataque de Hamas, afirmando en relación a la ocupación que los hechos “no ocurrieron de la nada”, Israel exigió su inmediata dimisión. Mencionar el origen del conflicto es algo inaceptable para Israel.

También hay referencias a la forma en que Occidente aborda la guerra contra el terrorismo, calificando como tal a cualquier acción de resistencia de un pueblo oprimido que pretenda poner fin a la opresión, mientras al mismo tiempo, el opresor utiliza armamento de última generación para aniquilarlo. Cabe aquí recordar un aforismo de los comentaristas internacionales, que definen al terrorista como “la persona que posee una bomba, pero no cuenta con un avión para lanzarla”. Fina ironía, que desvela la hipocresía de las grandes potencias, que con sus modernas armas suelen provocar bastante más destrucción y muertes de inocentes que las fuerzas irregulares.

Otro aspecto abordado es el de la deshumanización del pueblo que resiste, calificándosele como “infrahumanos” o como “alimañas” o “animales humanos”, en el caso de los palestinos en Gaza. Ello permite que los soldados asesinen sin el menor remordimiento y sin reproches de parte de quienes toman en serio tan espurios argumentos.

Se menciona también en qué forma los intereses económicos, geopolíticos y hegemónicos, presionan a los gobiernos a apartarse de toda consideración al Derecho Internacional, cuando ven en riesgo dichos intereses, los que en la mayoría de las veces priman por sobre los preceptos legales pertinentes. En este sentido, el lobby del complejo industrial armamentístico, en especial el norteamericano, resulta imposible de contrarrestar.

Por otra parte, cabe recordar que este libro fue escrito al calor y por causa del mayor genocidio cometido desde la II Guerra mundial, en la Franja de Gaza, el que en este caso es presenciado en directo por toda la humanidad. Pese al horror que experimentan quienes se enteran de sus macabros detalles, el mundo no ha tenido el coraje de detener la furia homicida de Israel, lo que demuestra la tesis de esta obra, en el sentido de que priman los intereses de los “civilizados” por sobre cualquier consideración legal o humanitaria. Destaca el autor, que es la impunidad, en especial la de Israel, la que permite estas flagrantes violaciones a todos los principios del Derecho y a los que norman el respeto por el ser humano.

Para quienes busquen una explicación racional del porqué ocurren hechos como el presente genocidio y otras tragedias contemporáneas similares, encontrarán en este libro las explicaciones, tanto jurídicas como de facto, siendo hasta ahora estas últimas, desgraciadamente, las más importantes.

Por eso postula el autor, que mientras la humanidad no sea capaz de recuperar el imperio de la razón y del Derecho en las relaciones internacionales, no será posible poner coto a masacres como la que hoy estamos presenciando. Y como corolario, la “barbarie de los civilizados” continuará imponiéndose por sobre el dolor y la impotencia de los “bárbaros Incivilizados”.

Manuel Hasbun Zaror

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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