Siempre es 8M. Una frase que puede sonar cliché, pero que no deja de ser real. Todos los días hablar de los avances en los derechos de las mujeres se hace vital, y es que continuamente están en riesgo latente de ser un retroceso y volver al punto inicial. Hablar de los derechos de las mujeres siempre es necesario y el 8M nos hace entender la importancia de aquello.
Hablemos de avances. Primero, la reciente aprobación de la ley integral contra la violencia hacia las mujeres es un paso importante a destacar y se produjo principalmente gracias a la lucha de los movimientos feministas y de derechos humanos que durante años han exigido progresos.
La nueva normativa define el concepto de violencia de género y sus distintas expresiones, como por ejemplo, violencia física, psicológica, sexual, económica y gineco-obstétrica. Además, establece que el Estado debe tener un rol primordial en el establecimiento de medidas de prevención, como también la obligación de proteger, atender y reparar a las víctimas de violencia de género.
Es por lo anterior que nos encontramos ante una ley que va más allá del enfoque de normativas anteriores que regulaban sólo la violencia intrafamiliar. Esto es importante, pues reconoce los distintos tipos de violencia que vivimos a diario las diversas mujeres y niñas.
Por otra parte, esta ley establece que los establecimientos educacionales reconocidos por el Estado deben promover una educación no sexista y con igualdad de género. Esto es necesario y urgente, pues es sabido que estos elementos contribuyen a eliminar la violencia y discriminación que sufrimos a diario. Todo esto recientemente ganado debe seguir adelante con firmeza y fortaleza por todas las niñas y mujeres que estamos en el país y ningún requerimiento ante el TC puede echar pie atrás.
Pero no todo está ganado. Las pérdidas y pendientes en materia de derechos de las mujeres siempre persisten y es necesario ponerlas sobre la mesa. Así lo demostraron las diferentes consignas que alzaron las miles de mujeres que salieron a las calles este 8M. El cambio cultural está lejos de instalarse en la sociedad y las leyes siguen siendo muy mezquinas para protegernos.
Una muestra de lo anterior es lo que pasa actualmente con la ley de aborto en tres causales, pues sabemos que existen innumerables trabas para acceder a este derecho. La objeción de conciencia, por ejemplo, está siendo interpretada según los intereses y creencias de los establecimientos de salud. Esto implica que varios de estos lugares han adherido por completo a la objeción de conciencia, lo cual es particularmente grave en zonas alejadas que cuentan con un solo centro de salud dejando a las mujeres sin más alternativas. Según un informe de Corporación Humanas en 2023 el 45,8% de los médicos del sistema público de salud se declaran “objetores de conciencia” en casos de aborto por la causal tres (violación) y que en cinco hospitales del país no hay profesionales dispuestos a realizar el procedimiento por esta causal.
Los derechos de las mujeres son derechos humanos, pero no siempre fueron reconocidos como tal. Tras la Conferencia de Viena de 1993 se dejó de entender a las mujeres como un “sector” diferente al de “lo humano”, y es que hasta ese momento se solía hablar de los derechos de “todos los hombres” y no de “todas las personas”. En Chile hasta 1989 la ley consideraba “incapaz” a la mujer y el marido era el representante legal de su esposa. En 2017, el Tribunal Constitucional chileno señaló que: “… la mujer es persona; como tal sujeto de derecho. Por lo mismo, tiene derechos y puede adquirir obligaciones. La mujer es, en el lenguaje de la Constitución, una persona humana”. ¡Algo que se supone no debería ser necesario aclarar!
Hoy sabemos que nuestros derechos no siempre han existido como tal y que por lo mismo, siempre los tendremos que exigir. Ya lo aprendimos de las generaciones pasadas y desde ya se lo enseñaremos a las generaciones futuras. A no retroceder, porque el 8M es hoy y siempre.
Bernardita Boock, presidenta de Amnistía Internacional Chile.