Democracia, un concepto ultra manoseado desde hace décadas. Con gran orgullo nos jactamos de la tradición democrática de Chile -con una interrupción de 17 años, claro-, con gran alarde destacamos sus virtudes, con qué entusiasmo lo gritamos al mundo. Así como de nuestra democracia, presumimos también de los gobiernos locales: las municipalidades. Pues en la práctica se ha demostrado que son estas instituciones las que tienen un efectivo contacto con la gente, con el territorio, con las vecinas y vecinos de alguna determinada comuna. Son las que se pueden jactar de, efectivamente, tener “los pies en la calle”.
Aquí radica la importancia de que las municipalidades sean vanguardia cuando se trata de democracia (poder del pueblo). Y para aquello se debe partir desde lo más elemental: que las vecinas y vecinos no solo elijan al alcalde o alcaldesa, sino que antes elijan a quién quieren que vaya de candidato a alcalde o alcaldesa, en otras palabras, realizar una primaria.
Este es un paso primordial que, en la comuna de Macul, no se ha dado hasta ahora. La primaria es tremendamente necesaria debido a su esencia democrática pero, además, los tiempos ponen otra buena razón para que se realicen: la unidad de las fuerzas de izquierda y progresistas.
Estamos en una época crucial del devenir del país donde el fascismo, la ultraderecha y las fuerzas conservadoras intentan, a la buena y a la mala, retrotraer Chile hasta principios del siglo pasado, tanto en lo valórico como en políticas sociales. Sería un error imperdonable que quienes nos decimos de izquierda y/o progresistas no tengamos la capacidad, el sentido común de consensuar, a través del voto popular, un o una candidata única para Macul.
Por 20 años la comuna estuvo encriptada en la política para sí mismo del exalcalde Puyol, donde poco y nada tuvieron participación las vecinas y vecinos. Después de dos décadas pudimos salir de ese periodo oscuro, cortando de raíz su legado siniestro.
Hoy es tiempo de sembrar y cosechar. La tierra de Macul ya está lista para que de sus tan anhelados frutos. Las y los vecinos tienen el derecho y el deber de ser activos participantes de este proceso, partiendo -lógicamente- por el principio: elegir a su candidato o candidata. Este es el desafío. La primaria no es capricho de nadie, es una necesidad para profundizar la democracia en los territorios y para actuar unidos ante las amenazas de una época vertiginosa.
Las maculinas y maculinos exigen y merecen primarias, porque es la posibilidad de tener un gobierno local con, por y para ellos. Si vamos a jactarnos de democráticas y democráticos, hagámoslo con todo y todos, “¿si no pa qué?”.