El reconocimiento recibido por el músico Mariano Ruz en los últimos Premios Pulsar en la categoría “Mejor compositor de música para audiovisuales” reforzó lo que, para los realizadores, es el corazón del proyecto.
“Siempre decimos que la música es todo. O sea, la música es literalmente la mitad de la historia. Y para nuestro proyecto es aún más relevante porque es un cortometraje jazz, que se centra en un trompetista. Es un musical”, afirmó Pilar Smoje, una de las directoras de “Voz de trompeta“, el más reciente proyecto que la unió al animador David Monarte y que relata las aventuras de un músico que debe batallar con sus demonios internos para recuperar su preciado instrumento.
Lo sucedido con Ruz marcó un precedente para el mundo audiovisual, pues es primera vez que los Pulsar premian la música de un cortometraje animado.
“La música se creó desde un principio, cuando estamos construyendo el guion. No es un trabajo aparte, sino que Mariano estuvo con nosotros desde el 2017, incluso un poco antes, el 2016, cuando postulamos al primer fondo. Siempre estuvo presente esa especie de diálogo entre escritura de guion y composición musical. Por eso creo que se siente tan orgánica y tan fresca esta mezcla entre imagen, sonido y música”, valoró Monarte.
Sin embargo, el equipo liderado por David y Pilar conquistó otro hito. Tras un exitoso paso por instancias internacionales como el Festival de Cortometrajes y Videoclips CAOSTICA en España y el Lúdico Fest de Costa Rica, “Voz de trompeta” logró presentarse en el Los Ángeles Latino International Film Festival (LALIFF), uno de los certámenes más importantes para el mundo de la animación.
Pero el camino no fue sencillo. De hecho, debieron pasar seis años para que la historia finalmente pudiera ver la luz.
Contra la precariedad
Todo arrancó el 2016. Tras conocerse trabajando en el equipo de la serie “Puerto Papel“, Pilar y David decidieron dar curso a un nuevo proyecto que hace un tiempo venía rondando por sus cabezas.
“Cuando terminó la serie y nos quedamos cesantes, quedó picando el bichito de hacer algo mucho más experimental, de probar diferentes técnicas”, recordó Monarte. De esa forma llegaron a la historia de un trompetista atormentado que sufre el robo de su trompeta, el único medio que tiene para comunicarse con el resto, de manos de sus demonios internos.
Así es como deberá sumergirse en un viaje por el interior de su mente y luchar para recuperar su bien más preciado. En cuanto a la ejecución, la idea era clara: hacer una suerte de “cadáver exquisito” y mezclar una serie de técnicas que, además, distinguieran su cabeza de la realidad.
“Estas técnicas de animaciones vendrían a graficar un poco su inestabilidad, pero también los diferentes recuerdos y sensaciones que él tiene al viajar a través de su mente para recuperar la trompeta, que es lo único que tiene. Su único nexo con la realidad. La idea de nosotros siempre fue graficar todo este viaje musical a través de diferentes estilos de jazz y también que no tuviera diálogo, entonces era un desafío súper grande y también ambicioso. Y cuando ganamos el primer fondo, nos encontramos con algo gigante”, afirmó David.
Eso significó una serie de trabas en torno al financiamiento que implicó, por ejemplo, problemas en la post producción. “Esa etapa fue compleja más que nada por falta de presupuesto, porque no se realizó una buena pre producción de las escenas. ‘Se dejó para post’ es la típica frase de audiovisual que todos odiamos, pero yo misma lo dije: ‘no, dejémoslo para post que yo lo puedo arreglar’. Son cosas que se podrían haber previsto durante el rodaje, pero también son decisiones que tomamos por lo mismo. Porque había poco presupuesto y teníamos que ver dónde ahorrar“, confesó Smoje.
“Me imagino lo que hubiésemos logrado de haber tenido todo el presupuesto con el que soñábamos. Porque hubo muchas cosas que tuvimos que recortar y dejar pasar“, agregó la directora.
Aun así, la evaluación final es satisfactoria. “De alguna forma, eso también influenció el resultado, pero a pesar de todo, lo más grato al momento de estrenar es que nosotros contamos esto y el público no lo sospecha. Al menos escondimos bien toda está precariedad. Nadie nota ese planito que está mal diseñado para nosotros, y es súper significativo también eso. Lograr, con creatividad y con herramientas narrativas, sacar algo con esta calidad y que logre emocionar. De repente, lo técnico pasa a un segundo plano y se conecta con otro tipo de emociones mucho más universales. Y eso es lo más significativo”, sumó David.
Hacer industria en Chile
La situación vivida por la dupla de Smoje y Monarte no es ajena a la realidad que pasa el resto de trabajadores audiovisuales en nuestro país, donde la falta de financiamiento suele ser la gran piedra en el zapato que entorpece el desarrollo de una verdadera industria creativa.
“Hay herramientas. Y son buenas, pero son insuficientes. Falta más apoyo y darle relevancia a la industria creativa. Los cortometrajes no son muy comerciales, no es algo que genere muchos ingresos. Pero si bien no es tan comercial, es una carta de lo que nosotros somos capaces de hacer como directores. Hacer cortometrajes nos permite llegar después a preparar un proyecto mucho más grande que sí puede ser comercial, que sí puede desarrollar industria, como lo es un largometraje o una serie”, compartió Pilar.
Algo que se contrasta con el gran reconocimiento que tiene el sector audiovisual chileno en otros países. “Me ha pasado que harta gente de afuera se ha extrañado de que Chile no tenga una industria más desarrollada, porque claro, las personas de afuera ven las nominaciones a los Oscar en el cine, particularmente ‘Historia de un oso‘, también en ficción. Y eso no se ve reflejado en el apoyo que Chile da a la animación en particular y a la ficción en general”, agregó Monarte.
“Hoy, el sector se maneja con sueldos muy bajos -precisó Pilar-. Yo no le podría llamar industria a algo así. Si realmente queremos hablar de industria, tiene que haber gente que se pueda sujetar de su trabajo”, subrayó.