Danilo Pérez, uno de los jazzistas más importantes del continente, tenía apenas 2 años cuando su papá le regaló su primer instrumento. “Eran unos bongós. Me enseñó el baqueteo pero, a la misma vez, a eso le agregó el fenómeno de aprender matemáticas o geografía con la música. Y así lo hizo con todas las clases. Me las pasaba de una forma entretenida”, recordó el artista de origen panameño durante su paso por los estudios de Radio Universidad de Chile.
Esa naturalidad fue, precisamente, lo que marcó la forma en que luego se relacionaría con la música a nivel profesional. “Entré a ella pensando en un lente para ver cómo uno se desarrollaba como ser humano. Mi papá no me decía ‘tú vas a ser músico y vas a ir al conservatorio’. Me pasó por el conservatorio cuando ya me gustaba, cantaba y tocaba. Me dijo ‘ahí va la gente que quiere ponerse en serio con esto’. Y yo respondí que sí, que quería ir en serio”, aseguró con emoción.
Todo eso llevó a que hoy sea reconocido no solo como uno de los más grandes exponentes del jazz latinoamericano, sino que también como un verdadero activista que apuesta todas sus fichas por el rol social que puede cumplir este género. “Ahora mismo, no creo que haya mejor herramienta que el jazz para la diplomacia cultural”, afirmó a la hora de revisar los motivos que lo han llevado a ser uno de los Artistas por la Paz de la UNESCO.
“Es un espacio que te invita a unirte. El jazz se nutre mucho de la diversidad cultural. ¿Tú tienes otra manera de ver las cosas? Okey, conversemos. Y eso es una práctica importante en los tiempos que estamos viviendo: la capacidad de escuchar, de conectarse, de respetar de dónde venimos y nuestras diferentes culturas. El jazz se nutre de esos procesos y por eso es vital. Y en estos momentos es donde más falta hace eso. Por eso el jazz florece”, afirmó.
De hecho, eso es, precisamente, lo que espera que suceda este viernes 4 de octubre en el Aula Magna del Liceo Manuel de Salas, espacio cultural que lo recibirá en el marco de una nueva edición del Festival Chile Jazz por la Paz. Una iniciativa producida por el Conservatorio de Santiago y en colaboración con la UNESCO, el Berklee College of Music, el Centro de Musicoterapia Global, la Ilustre Municipalidad de El Quisco, la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, la Universidad Alberto Hurtado y la Embajada de Panamá en Chile.
“Creo que no se lo deben perder porque el show está hecho para esas personas que vayan. La energía que va a haber ahí será la base con la que yo voy a crear. Yo improviso, me tiro, es una conversación que fluye naturalmente. Y para mí la música es así”, aseguró Pérez.
De todas formas, adelantó que igualmente se encuentra “pensando en qué podemos conversar. Tengo varias cosas originales que he preparado, una dedicación también a Benny Goldson, que es un tema que hice hace muchos años, y por ahí puede haber muchas sorpresas. Pero lo importante es que la gente que vaya mañana se dé cuenta de que si quiere llenarse de vitamina esperanza, la va a tener. Vamos a pasar un rato ameno, cordial y de aventura, magia. Eso es lo importante, la música como terapia”.
Panamá, cuna del jazz
A lo largo de los años, una buena parte de la literatura oficial ha acuñado el origen del jazz exclusivamente a los norteamericanos. Sin embargo, existen varios países latinoamericanos que fueron parte importante del surgimiento de esta filosofía musical, donde Panamá juega un rol crucial.
“Desde el punto de vista económico, Panamá siempre ha tenido vínculos muy estrechos con Estados Unidos por el ferrocarril, el canal. Era visto como el sur de EE.UU. Y por consecuencia también tuvimos esa relación cultural, al punto de que panameños han hecho contribuciones importantes y han ayudado a la creación del jazz”, detalló el músico.
“Que hayamos sido omitidos es otra cosa, pero la orquesta con la que Louis Armstrong se hizo famoso era de un panameño. Todavía hay mucha historia por documentar. Hay un libro de Patricia Zárate, mi esposa, que expone toda esta historia”, dijo haciendo referencia a la publicación titulada “Reimagining Panama’s Musical and Cultural Narratives of Jazz“. “Y esto es importante, pues esta conexión con Panamá indica que hay una puerta abierta con Latinoamérica”.
Entre ellos, nombra a Haití, Jamaica, Panamá, Cuba y Puerto Rico. “Chile también ha tenido un movimiento de jazz muchas veces no sostenible por el tema de la distancia, pero lo ha tenido. Aquí ha habido y hay grandes jazzistas”, acotó sobre nuestro país.
Sobre esto último, y teniendo en cuenta todo el contexto sociocultural que subyace a este movimiento cultural, Pérez igualmente recalcó la forma en que nuestra historia se conecta con las virtudes del jazz. “El primer concierto que yo di aquí en Chile, importante, fue con Dizzy Gillespie y la banda de las Naciones Unidas en el Estadio Nacional. Y eran como 50 mil personas clamando, vibrando con el jazz. Fue algo mágico. Y después, de ahí me fui a un club de jazz con Wynton Marsalis“.
“Pienso que está muy conectado con este deseo de la libertad, de cómo crear conexión. Este país tiene el folclor muy fuerte, es un país que se expresa y el jazz es perfecto para eso, porque es una música que libera, donde tú expresas tus sentimientos, tu identidad. Y Chile está muy conectado con eso, naturalmente, por su historia y todo lo que han pasado. Se conecta muy fácil con el jazz”, sumó.
Además, hizo hincapié en lo importante que resulta “darle a la música el contexto que se merece. Por ejemplo, para dar esperanza la terapia musical es fantástica. Un país que necesita crear resiliencia, lo hace. Ustedes son testigos y han sido creadores de eso también, creando resiliencia a través de las canciones. Lo han hecho de una forma maravillosa y lo hemos cantado todos en en América con Violeta Parra, Víctor Jara. Ahí es donde te das cuenta de cómo la música, conectada desde ese punto de vista, se hace vital. Y eso es lo que tiene el jazz, que en este momento es más importante que nunca”.