Miguel Enríquez tenía 30 años cuando un grupo de agentes de la DINA irrumpió en la casa de seguridad que compartía con su pareja, Carmen Castillo, y otros compañeros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Para entonces, y a un año de instalada la junta militar en el poder, su nombre figuraba entre los más apetecidos por la policía secreta de Augusto Pinochet, tanto por su cargo de secretario general del partido como por su enorme influencia dentro de la resistencia a la dictadura civil-militar chilena.
Este sábado 5 de octubre se cumplen 50 años desde ese fatídico día que, con el paso del tiempo, sumó una nueva condena a Miguel Krassnoff, ex militar que actualmente cumple una pena de más de mil años de prisión por su participación en diversos crímenes de lesa humanidad.
Hoy en día, la figura de Enríquez figura entre los grandes referentes de la izquierda chilena. “Miguel forma parte y representa la memoria del MIR“, afirmó Mario Amorós, periodista e historiador español responsable de “Miguel Enríquez: biografía de un revolucionario“, una de las revisiones más completas a la vida del mirista y que por estos días estrena una nueva edición actualizada.
“Es parte de la memoria de la izquierda en Chile y en América Latina. Su nombre es todo un símbolo. Él murió resistiendo contra la dictadura, protegiendo la vida de su compañera Carmen Castillo”, sumó Amorós sobre el contexto en que se registró su asesinato, momento donde, además, Castillo se encontraba embarazada.
En esa línea, el español ubica la relevancia del mirista al lado de otras figuras tan importantes como “Salvador Allende, Luis Emilio Recabarren, Gladys Marín, Pablo Neruda, Víctor Jara, Luis Corvalán, entre tantos dirigentes que representan la historia muy centenaria de la izquierda”.
Un impacto que está lleno de vigencia. “A 50 años de su muerte, creo que Miguel es una inspiración para la izquierda más rebelde, para los sectores más radicales que ven en sus planteamientos adaptados al mundo de hoy una luz, un camino que puede iluminar las luchas contra el capitalismo y el imperialismo del siglo XXI“.
Una investigación transversal
La exploración de Amorós en torno a la historia personal de Miguel Enríquez se remonta a diez años atrás. “Entrevisté a personas de su familia como su hermana Inés; la hermana de su primera esposa, Ana Pizarro, profesora de la USACH y hermana de Alejandra Pizarro; también a su hijo Marco Enríquez-Ominami“, detalló el español sobre una investigación que no solo buscaba constatar su rol público y político, sino que también indagar en su dimensión más personal.
“También conversé con Manuela Gumucio, que tuvo una relación de amor con Miguel Enríquez; con Carmen Castillo, quien fue su última compañera. Igualmente con el círculo de militantes del MIR más cercano a Miguel, entre estos Andrés Pascal Allende“, agregó el historiador.
Al revisar su bibliografía, Amorós cuenta con una vasta experiencia ahondando en la historia política chilena de la segunda mitad del siglo XX. De hecho, todas esas biografías -entre ellas, la de Allende, Víctor Jara y Neruda-, constituyen lo que él mismo señala como una parte esencial de su labor como escritor.
“Para mí, la historia de Chile es una de mis pasiones y una parte importante de mi trabajo. Evidentemente, la historia de la izquierda chilena es apasionante a lo largo de todo el siglo XX y sobre todo a partir de los años 60, con el gobierno de la Unidad Popular (UP) y la lucha contra la dictadura. Ya llevo muchos años escribiendo libros sobre Chile, me apasiona realmente. Espero poder seguir haciéndolos porque, además, tiene una recepción muy buena, lo que para mí es una gran alegría”, confesó a Radio y Diario Universidad de Chile.
De hecho, esto último tiene una estrecha relación con los motivos que lo llevaron a sumergirse en el mundo del revolucionario: “Escribí la biografía de Miguel Enríquez porque me pareció que había un hueco en la historiografía chilena sobre el periodo previo a la UP, de la UP y de la dictadura. No había una biografía histórica de Enríquez escrita por un historiador, con fuentes históricas. Yo fui el primero en hacerlo”.
El revolucionario
Por todo esto es que su valoración del ex secretario general del MIR surge desde una mirada multidimensional y enormemente enriquecida de contexto. “Miguel Enríquez solo vivió 30 años. Fue asesinado en octubre del 74, tuvo una vida evidentemente muy joven, truncada muy pronto. Fue un muchacho de una gran formación académica, brillante en los estudios, que nació en un hogar donde sus padres Edgardo Enríquez y Raquel Espinosa cuidaron a sus hijos con esmero. Le proporcionaron el acceso a la cultura, los libros”, comentó sobre la faceta menos conocida del mirista.
“Miguel fue un muchacho con inquietudes políticas desde muy joven, de la mano de su hermano mayor, Marco, militante trotskista. Y tuvo un interés muy temprano por la historia de Chile y América Latina. Es en la Universidad de Concepción cuando, primero, asume un compromiso militante con la Juventud Socialista, y después participa en el proceso de fundación del MIR que tiene lugar el año 65″, resumió sobre los orígenes políticos de Enríquez.
Luego -expresó Amorós-, “fue elegido secretario general del MIR en diciembre del año 67 y lo fue hasta el final de sus días. Era un joven, como decía, con una gran vocación política, con un compromiso revolucionario muy fuerte. Muy joven, pues le faltaba experiencia vital y experiencia política. Y eso seguro se notó en momentos en los que el MIR ha adolecido de un cierto dogmatismo”.
Sobre las tensiones provocadas por esto último, el autor recordó que, “por ejemplo, no llamaron a votar por Allende y la Unidad Popular el año 70 y tuvo una posición seguramente muy rígida durante el gobierno de Allende. Siempre se mantuvo el diálogo entre ambos, entre Allende y el MIR, pero este último fue en muchos momentos muy duro al calificar la acción política del gobierno de la Unidad Popular”.
Algo que, por supuesto, no desdibuja el rol que tuvo el movimiento en la resistencia a la dictadura: “Después del golpe de Estado, él decide quedarse en Chile. Miguel lanza la política de ‘el MIR no se asila’, e intenta organizar una resistencia a la dictadura que fue, en la práctica, imposible. Porque la represión era brutal y además entra en funcionamiento la DINA, que diezma al MIR. Son centenares los militantes del MIR desaparecidos, miles los torturados por la policía secreta“.