Películas, comerciales y hasta referencias en las más diversas caricaturas. A lo largo de estos años, “Cascanueces“, una de las obras más importantes del escritor prusiano Ernst Amadeus Hoffmann, se ha mantenido como uno de los relatos universales más reconocibles de la cultura popular global.
En la danza, y tras la musicalización hecha por el ruso Piotr Ilich Tchaikovsky en 1892, también logró posicionarse entre las piezas de ballet clásicas de la temporada de fin de año con exitosos ciclos que, a nivel local, copan la sala del Teatro Municipal. Sin embargo, realizar una adaptación de su historia no resulta una tarea del todo sencilla.
Esto último es, precisamente, el desafío afrontado por el Ballet Nacional Chileno y la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, dos estandartes de las artes de nuestro país que desde el 19 de octubre se encontrarán presentando una versión contemporánea de este relato. Todo, sobre las tablas del Centro de Extensión Artística y Cultural de la Universidad de Chile (CEAC) y bajo la dirección de los maestros Mathieu Guilhaumon y Rodolfo Saglimbeni.
“Es una de las grandes obras del ballet clásico. Primero, y musicalmente hablando, por el trabajo de Tchaikovsky”, contextualizó Guilhaumon, director del Ballet. “Es la tercera y última obra que escribió para el ballet, porque son solamente tres: ‘La Bella Durmiente’, ‘El lago de los cisnes’ y ‘Cascanueces’. Y luego, está todo el éxito que ha tenido ‘Cascanueces’ a nivel de público. Creo que es uno de los ballets que abarca un público más amplio“.
“No solamente uno familiar, sino también por la música que lo hizo tan famoso. Se ha ocupado mil veces en mil ocasiones. Creo que todos y todas por lo menos conocemos a una de las piezas musicales de ‘Cascanueces’. Ahora, cada uno lo va relacionando con cosas distintas, seguramente. No necesariamente con el ballet”, añadió el coreógrafo durante uno de los últimos ensayos de la obra, que estará en la cartelera del teatro hasta el 26 del mismo mes.
Ese amplio grado de familiaridad con el público es, justamente, el punto de partida adoptado por el director para pensar en la contingencia que subyace a la obra: “Eso siempre ha sido una inquietud, una preocupación y un interés por dialogar con el clásico, con la tradición. Es decir, qué significa presentar el ‘Cascanueces’, un ballet que ya tiene más de un siglo en 2024. Quería pensar cómo se siente uno como público, el 2024, cuando ve eso; qué le llega como información. Por eso, el objetivo era releer y revisitar una obra así se trata de eso”.
“No significa transponerlo al 2024 en términos de contexto“, aclaró. “No estamos hablando de un ‘Cascanueces’ en Santiago el 2024, sino que las temáticas universales que han atravesado los tiempos, que siguen siendo las mismas (enamorarse, morir, relacionarse con el otro, los celos), significaban cosas distintas en el siglo XIX que ahora”.
“Ahora enamorarse, ser una niña, una adolescente, una mujer, un hombre también, es muy distinto a lo que era en ese entonces. La historia no cambia, pero, finalmente, lo que se está contando es lo mismo, solo que las formas han cambiado. Es poner en valor un poco todo esto”, explicó.
Respetar el clásico
Sin embargo, y a nivel narrativo, la base de la historia continúa lo propuesto por sus creadores. “La música es exactamente lo que escribió Tchaikovsky“, precisó Saglimbeni, maestro a cargo de la orquesta. “Es la partitura que nosotros tocamos normalmente de este ballet. Y la dramaturgia conserva el cuento original de Hoffman, la idea original”.
De todas formas, igualmente ilustra qué tipos de recursos innovaron para esta puesta en escena: “Algo que vemos en esta producción es que hay, por ejemplo, mucho neón; cosa que no existía en su época. Esos son los detalles que se han sumado. Otro elemento es que siempre que se habla del ‘Cascanueces’ vemos, efectivamente, al cascanueces como tal, pero pocas veces hay nueces. Y en esta producción están como elemento, y que son parte del oficio de un cascanueces”.
“Es una visión muy interesante y siento que no son riesgos, sino retos importantes que se plantean nuestras instituciones, que son tradicionales. Nuestra orquesta tiene más de 80 años y el ballet muchos años también, siempre haciendo producciones. Pero éstas tienen esa característica, que no solamente se quedan en lo grande, que es lo tradicional y de donde nosotros venimos, sino que le damos ese empujón para proyección”, reflexionó sobre el gesto detrás de este montaje.
Otro detalle que destaca de la producción es la participación de Christine Hucke en la dramaturgia. Un trabajo que permitió darle una dimensión extra a la expresión de las y los bailarines. “Christine es también directora de escena en ópera, ha trabajado mucho en el Municipal. Aquí, lo que hacemos es contar historias, y en eso nos ayudó. Para darte un ejemplo concreto, sobre todos los divertimentos que existen en el ballet clásico que eran puramente cosas de belleza, ahora teníamos que pensar en cómo darle sentido para que eso tenga una continuidad en el relato de la historia”, aseguró Guilhaumon.
“Porque, si lo pensamos, en el ‘Cascanueces’ al final del acto uno ya está contada la historia. Se enamoraron y ya. Cascanueces se transformó y ya pasó todo. Y el segundo acto son más bien divertimentos. Entonces, nosotros queríamos que esa historia pudiera seguir hasta el final de la obra. Era pensar en cómo darle un sentido, un relato a eso. El trabajo difícil fue aquello. Armar y darle sentido a todo esto desde el inicio hasta el final“, concluyó el coreógrafo.