Régimen y rebeldes entran en su segundo mes de batalla por Alepo

Debía ser "la batalla más importante" en Siria, pero la lucha por Alepo entró en su segundo mes y tanto los rebeldes como el ejército se dicen preparados para una larga guerra en la segunda ciudad del país.

Debía ser "la batalla más importante" en Siria, pero la lucha por Alepo entró en su segundo mes y tanto los rebeldes como el ejército se dicen preparados para una larga guerra en la segunda ciudad del país.

“No tenemos suficientes armas y (las fuerzas del régimen) no tienen suficientes hombres”, resume Abú Haidar, un combatiente rebelde del barrio de Seif al Dawla, en el suroeste de Alepo, en donde se desarrollaron varios combates.

Al menos 200 mil  personas huyeron desde que los conflictos comenzaron en esta metrópolis de 2.5 millones de habitantes, en donde la industria y el comercio fueron prósperos durante mucho tiempo, antes de que la guerra llegara, dejando por su paso una estela de destrucción.

“Es una guerra larga. Cada campo quiere saldar sus cuentas, pero es una guerra de desgaste que va a durar, con bombardeos y combates todos los días”, estima Rami Abdel Rahmane, jefe del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), que se apoya en una red de militantes y testigos en Siria.

Algunos comandantes rebeldes están conscientes de que aunque el Ejército Sirio Libre (ESL), una coalición compuesta de desertores y de civiles que tomaron las armas, tome el control de la ciudad, seguirán bajo la amenaza de las fuerzas aéreas del régimen, indiscutiblemente superiores.

El presidente sirio, “Bashar Al Asad, es ahora como un animal herido. Así que no espero que él o su ejército actúen de manera lógica”, explica Abú Mohamed, que dirige una pequeña brigada rebelde cerca de la ciudadela de Alepo..

Soldado desertor, que obtuvo el asilo político en Bélgica hace tres años, Mohamed regresó a Siria el año pasado para participar en la rebelión.

“A veces pienso que él (Bashar al Asad) quiere que tomemos la ciudad para que pueda luego rodearla y matarnos de hambre. Podría entonces esperar, intentar aislarnos y aguardar a que cometamos errores, que los civiles se pongan en nuestra contra”, añade.

El martes, Abdel Jabar Al Oqaidi, un alto responsable del ESL en Alepo, afirmó que los rebeldes controlan más del 60% de la ciudad, lo que una fuente de los servicios de seguridad en Damasco tildó de “totalmente falso”.

Sobre todo que el jueves, habitantes afirmaron que el ejército retomó tres barrios cristianos en el centro de esta ciudad en su mayoría sunita, cuyo control es primordial tanto para el régimen como para la oposición.

Según esta fuente de los servicios de seguridad de Damasco, las filas del ESL no dejan de crecer pero carecen de armas, debido principalmente a que la aviación destruyó numerosos escondites de armamento.

El ejército regular intenta posicionar sus tanques y hombres en las principales calles para aislar, uno tras otro, a cada barrio de la ciudad, y después “purgar” cada zona, explica esta fuente. “Esto toma mucho tiempo”, añade.

Según Amnistía Internacional (AI), las consecuencias de estos combates son “atroces” para los civiles. Muchos civiles han muerto o han sido heridos en sus hogares o haciendo la fila en la panadería.

Los hombres de Asad controlan la ciudadela de Alepo, una antigua fortaleza en el centro de la ciudad vieja, pero los combatientes rebeldes rodean esta zona.

Durante varias semanas, los rebeldes se prepararon a un poderoso ataque terrestre del ejército para retomar la ciudad, pero este ataque nunca llegó. Según algunos comandantes, esto se debe al ejemplo dado por la ciudad de Azaz, ubicada a unos 40 km al norte de Alepo, cerca de la frontera turca.

Las fuerzas gubernamentales lanzaron en febrero un importante ataque en contra de esta ciudad rebelde de 70.000 habitantes, pero tras varios meses de combates, el ESL retomó el control de Azaz a finales de julio.

“El ejército de Asad había preparado un importante ataque terrestre pero cuando llegó la hora de luchar, los soldados estaban divididos y pelearon entre ellos”, afirmó Abdalá, que desertó el ejército hace un año para unirse a la rebelión.

“Ahora Asad sabe que no puede confiar en sus propios hombres si quiere enviar tropas terrestres. La batalla de Azaz se jugó en una escala relativamente pequeña, pero si (Bashar al Asad) desplega a 20.000 hombres para atacar a Alepo y que se produce lo mismo, imaginen las consecuencias”, añadió.





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