Si hay alguien que comenzó bien el deudoso mes de marzo es Luis Barrales. Su más reciente trabajo, la reescritura de la obra Severa Vigilancia del dramaturgo francés Jean Genet, se está presentando en Matucana 100 bajo el nombre de Jardín de reos y la dirección de Sebastián Jaña (Curarse).
Un montaje que, según el dramaturgo, se realiza en el mismo contexto en el que fue creado hace 64 años atrás. “Severa vigilancia se escribió en 1947 y se estrenó en 1949 en un contexto similar al que se encuentra Chile hoy, en pleno 2013. Esa obra en su minuto fue censurada porque contenía elementos monstruosos en una sociedad que se consideraba desarrollada, elementos que no se deseaban ver para no hacerle mal al ego nacional, es decir, lo mismo que ocurre actualmente en nuestro país donde no se quiere realizar nada que hable mal de nosotros y las instituciones que nos rigen.”
Pero su eterna creencia que el arte tiene “la obligación ética hinchar las bolas y de no ser condescendiente” lo ha llevado a pasearse por lo más profundo de la marginalidad nacional sin tapujos. Lo importante, dice Barrales, “es mostrar las deficiencias de este sistema, la falta de educación, de políticas y de políticos”.
Las últimas horas de Allende
Con más de diez obras a su haber (La chancha, Niñas Arañas, HP), Luis Barrales es uno de los dramaturgos nacionales más destacados y premiados de los últimos años. Nació en 1978 en Laja, pueblo pequeño de la región del Biobío donde se descubrieron los primeros 19 cadáveres de detenidos que se encontraban desaparecidos en la dictadura de Augusto Pinochet.
La historia lo marcó de una manera especial porque durante su infancia vio como una de sus tías suspendió su vida por encontrar a su hermano.
Fueron esos recuerdos lo que inspiraron a Barrales a rescatar los lenguajes de la marginalidad y a mantener viva la memoria. En ese trabajo se encuentra hoy, en la labor de investigación y escritura de Allende: diez y medio de septiembre, obra de teatro sobre las últimas horas de vida del ex presidente Salvador Allende antes del comienzo de la dictadura de 1973.
El montaje, que está en proceso de creación, se originó con el fin de encontrar respuesta a los mitos existentes sobre los últimos acontecimientos que vivió Allende en su hogar de Tomás Moro. “Con el director de la obra, Pablo Casal, y la productora, Montserrat Estevez, decidimos escribirla a partir de un par de mitos que habíamos escuchado”, dijo el autor, y recalcó que trabajar sobre la figura de Allende es un tema que le ha complicado, pues es un personaje venerado por él, y por muchos chilenos y extranjeros.
Actualidad
La obra Salvador Allende: diez y medio de septiembre se realiza en coproducción con el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), se estrenará en agosto y contará con las actuaciones de Jaime Lorca, José Soza, Paulina García, y Daniel Alcaíno, entre otros.
– Este montaje se presentará en el contexto de los 40 años del inicio de la dictadura en Chile. En ese sentido ¿qué hace falta en el país para no olvidar este tipo de hechos?
Educación, cultura y arte. Lamentablemente hoy la educación mantiene un modelo destinado a que la clase media y baja sean sujetos explotados y acepten su condición creyendo ser felices.
– ¿Y los cambios en las políticas culturales no han mejorada nada?
En Chile las políticas culturales van en la misma línea de la educación. Falta entender que la cultura es una necesidad primaria que hay que incluir en la canasta familiar, por lo menos una ida al cine, al teatro, o a una exposición. El arte continúa siendo un bien de consumo suntuario que está destinado a la clase con más recursos, a pesar de los esfuerzos por ampliar el alcance cultural.
– Con motivo de lo anterior y las posibles promesas presidenciales que se vendrán este 2013 ¿cuál es tu perspectiva sobre el tema?
A mi, en partircular, me produjo una profunda decepción la política. Ya no les creo nada a los candidatos y por lo mismo no voy a votar por Bachelet ni en primera ni en segunda vuelta, ni por nadie. Las elecciones pasadas llamé a sufragar por Eduardo Frei por temor a que saliera la derecha, y creo que, paradójicamente, si se produjo el despertar social de los años anteriores fue porque en el gobierno estaba transparentada esa derecha que la Concertación ocultó.
Ni la derecha, ni la concertación, ni la izquierda parlamentaria han sido capaces de dar respuesta a las demandas ciudadanas. Continuamos en lo mismo: con mala educación, sin políticas culturales, sin salud, sin nada.