De a poco y con la posibilidad de naufragar en todo momento: así avanza el proyecto de resolución sobre el arsenal químico sirio negociado por las cinco grandes potencias que integran el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. “Estamos estamos cerca de un acuerdo”, comentaban dos diplomáticos occidentales el miércoles por la tarde. Más cauto, un representante de la delegación rusa aclaró que “las discusiones no habían terminado sobre algunos puntos esenciales”.

Sin embargo, y bajo la presión del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon que había convocado a un almuerzo a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (China, Estados-Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia) para que tomaran cartas en el asunto, se registraron progresos. Moscú se ha mostrado abierto a que, en caso de que Damasco no respete el acuerdo, se vote una segunda resolución que incluya el crucial capítulo 7 de la Carta de la ONU, que prevé sanciones: la puerta a una intervención armada.

La cuestión sobre la responsabilidad ante la justicia de los autores de la matanza con armas químicas del 21 de agosto en las afueras de Damasco también parece estar cerca de un acuerdo.

El proyecto de resolución aún debe ser entregado a los otros diez países miembros del Consejo de Seguridad antes de ser sometido a votación.

Entretanto, los expertos de la ONU regresaron a Damasco para investigar los numerosos ataques con armas químicas en el conflicto sirio. El equipo debe establecer si se utilizaron armas químicas en catorce ocasiones durante los combates en el país. Los inspectores tienen previsto presentar un informe a finales de octubre.