Si alguna duda cabía de la debilidad actual de los países europeos y de su pérdida de influencia , el asunto de la cyber-vigilancia a la que los someten los EE UU ha llegado para disiparla. Las reacciones frente al espionaje de que son objeto han sido tan mansas como las de una oveja cuando la esquilan.
En efecto , solo Alemania que tiene mucho que perder a causa del espionaje de sus industrias, que constituyen la base de su prosperidad, ha hecho escuchar un voz mas firme . Al contrario , Inglaterra , que se conduce desde hace un tiempo como el estado 51 de los EE UU, y Francia, que es gobernado por un partido socialista atlantista es decir plegado a la disciplina impuesta por el imperio, han conservado ya sea un silencio vergonzoso ya sea han formulado declaraciones tan alambicadas que pueden ser asimiladas con la complacencia.
No cabe duda de que la crisis que atraviesan esas, otrora, grandes naciones es una parte importante de la explicación de tanta bajeza política. Hoy en día , un 20% o más de los europeos no solo no disfrutan de los beneficios del consumo sino que se encuentran a menudo en situación de extrema pobreza. Solamente Alemania , y algunos pequeños Estado del norte del continente, logran mantener la cabeza fuera del agua.
Sin embargo, la dimensión política no debe ser olvidada pues la desaparición de la corriente soberanista representada por el general De Gaulle y sus seguidores en Francia ha dejado libre el camino para una clase política que jura únicamente por la conservación de sus propias prerrogativas materiales. En Inglaterra, la situación es apenas diferente y la suerte del país depende casi enteramente de los flujos financieros internacionales, a menudo especulativos, que pasan por la City.
Por fin, se puede decir que los europeos de hoy en dìa solo hinchan el pecho cuando tienen al frente a unos interlocutores como nosotros que ignoran su desconcierto. Ya sería hora pues que dejando de lado prejuicios trasnochados y querellas absurdas nos pusiéramos a trabajar más estrechamente con nuestros vecinos sudamericanos y con unas naciones como Rusia, y otras, con quienes compartimos dificultades y ventajas similares.
Juan Sanfuentes S.
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