Aunque la Universidad se encuentra en período de receso, el Hospital Clínico José Joaquín Aguirre sigue en su marcha continua, propio de una actividad que no acepta altos ni compás de espera. De modo que su situación económica y financiera que comienza a tomar forma para lo que será este año 2014, a pesar de que sus problemas de financiamiento, obsolescencia de infraestructura e instrumental y políticas de administración y gestión adecuadas a una realidad propia de un Hospital Clínico Universitario de rango estatal, siguen a la deriva de una conducción rectoral próxima a terminar a mediados de junio, deberá ser enfrentada apropiadamente por todos los universitarios que consideramos su quehacer como actividad fundamental y paradigmática de nuestra Universidad y del país.
Y efectivamente debemos comprender que el Hospital Clínico es una de las proezas que nuestra Universidad ha levantado ante el país, sin dejarse amilanar por el indebido reconocimiento de que ha sido objeto ya por más de dos décadas, siendo el único Hospital Estatal que no recibe aporte directo del Estado, ni subvención específica por la actividad de apoyo al sistema público que realiza. Por el contrario, es el único Hospital Estatal que se le exige autofinanciamiento y, que por formar parte de la Universidad de Chile, se le considera como entidad de educación que, en la misma lógica impuesta a contar del año 81, debe necesariamente autofinanciarse a pesar de que su naturaleza y actividad es propia del ámbito de la salud.
Para entender la deuda que hoy día arrastra el Hospital Clínico por más de una década, no basta con saber que es un organismo estatal sin financiamiento del Estado, sino que además, al ser un Hospital Universitario, necesariamente lo diferencia de los demás Hospitales Estatales su naturaleza y prioridades que lo orientan a la formación de recursos humanos tanto a nivel de pregrado como de postgrado, siendo hoy el principal centro formador de médicos especialistas del país.
Esta institución de salud, como bien se sabe a nivel internacional, demanda costos operacionales mayores debido al quehacer docente y de investigación, así como de implementación de prácticas y técnicas de frontera que deben acometer, por consiguiente, no son entidades preparadas para entrar en la lógica de precios de mercado que se le exige a cualquier centro asistencial clínico u hospitalario, tanto público como privado.
Por otra parte, se debe comprender que como toda actividad productiva, el desarrollo de la actividad asistencial requiere de un capital de trabajo que, en el caso particular de nuestro Hospital Clínico, a objeto de atender las demandas del sector público (FONASA y MINSAL) o privado, debe salir a buscar dicho financiamiento con entidades bancarias, proveedores o con la propia Vicerrectoría Económica de nuestra Universidad, en este último caso, distrayendo recursos propios de la docencia, investigación y extensión que las autoridades deben dejar de atender por las necesidades de la demanda que le significa el mantener activa la tarea del Hospital Clínico.
Es por ello que se hace urgente y necesario que una entidad de salud como lo es este Hospital Clínico debe contar con el apoyo del Estado a lo menos en dos materias esenciales. La primera debe estar orientada a dotársele de Capital de Trabajo que le permita enfrentar las demandas propias que el Sistema Público de Salud requiere tanto a través del MINSAL como de FONASA y, en segundo término, debe contar con créditos de largo plazo, que eviten el endeudamiento innecesario por pago de altos intereses de corto plazo a proveedores.
Esta iniciativa, que pareciera ser única para la realidad de nuestro Hospital Clínico que no recibe aportes del Estado, bien podría ser extendida a todos los hospitales estatales del país, dado que la deuda que el Sistema Hospitalario Público mantiene con proveedores termina finalmente reduciendo los márgenes de operación presupuestaria por pagos de créditos a entidades privadas con los altos costos que eso significa.
Este Fondo Estatal que actuaría como fuente alternativa a los préstamos con entidades privadas, con un carácter propio de Fondo Fiduciario, que hoy día tanto el Hospital Clínico como los demás Hospitales del Sistema Público requieren y deben salir a buscar con altas tasas de interés, se iría reponiendo con los pagos que se producen por la atención asistencial que hoy van con desfases de 30 a 180 días de retraso, a lo menos, afectando la sustentabilidad de los presupuestos anuales.
Este recurso del Estado debe ser entendido como un fondo sustentable, en un momento en que el desarrollo económico del país le permite generar esta facilidad financiera como un efectivo apoyo al Sistema Público de Salud. Todas estas entidades estatales hoy día sólo acceden a créditos de corto plazo debido a que la ley del sector público no les permite sobrepasar los períodos presidenciales de endeudamiento, por lo que los consiguen con intereses bancarios mucho más altos que los de largo plazo, por ello, esto representaría un efectivo aporte a la gestión y administración de estas entidades complejas y, de paso, disminuiría el costo que tiene actualmente la salud a la que accede la mayoría de la población chilena.