Tanto el caso del guardia de seguridad de la empresa Brinks que se suicidó en junio pasado – aún en peritaje – como el caso del conductor de la empresa RedBus, que se prendió fuego a lo bonzo esta semana, no son hechos aislados en Chile y presentan los signos inequívocos de maltrato o acoso laboral. En ambos casos los trabajadores señalaron un clima social y laboral altamente deteriorado como explicación a ambos sucesos. El caso de RedBus, más documentado por lo espeluznante del suceso, hace menciones precisas sobre faltas de respeto, humillaciones, amenazas, despido ilegal, presión laboral, impedimento de ingresar al lugar de trabajo, y una serie de acciones que describen fielmente un ambiente de abuso y acoso sistemático.
Si bien estos casos son presentados como algo excepcional, la verdad es que lamentablemente constituyen sólo la punta del iceberg. El maltrato o acoso laboral se encuentra propagado como un cáncer en las organizaciones. Si se documentan no sólo los suicidios, sino las enfermedades mentales laborales tales como la depresión, el stress y la neurosis laboral, se evidenciaría que el maltrato es una epidemia nacional. A diferencia de las epidemias de tipo biológico, esta es una epidemia de índole social, cuya génesis se encuentra en una organización defectuosa del trabajo con elevados niveles de relaciones sociales tóxicas.
¿Quién es el responsable? Aunque lo evidente es apuntar al empleador como el primer responsable, como toda epidemia, los responsables de la propagación son los organismos de salud. En este sentido la responsabilidad radica en las instituciones que administran la salud y la seguridad en el trabajo: las Mutuales. Son precisamente la Asociación Chilena de Seguridad, la Mutual de Seguridad, el Instituto de Seguridad del Trabajo y el Instituto de Seguridad Laboral los encargados de proveer a las empresas y organizaciones los programas de prevención para evitar accidentes, enfermedades y decesos a causa o con ocasión del trabajo. Estas son las instituciones que deben proveer del conocimiento técnico y científico para disponer de ambientes de trabajos saludables, seguros y con altos niveles de bienestar.
Lamentablemente estas instituciones están obsoletas en su aproximación a la salud y la seguridad laboral. Las Mutuales realizan una prevención de “casco y bototo”, es decir, una prevención industrial que sólo reconoce los riesgos físicos, químicos y biológicos. Estas organizaciones no logran comprender que la extensión de los procesos productivos a formas tecnológicas, mentales y sociales han expandido los riesgos laborales. Hoy los riesgos no están delimitados a los agentes físicos, químicos y biológicos, sino se encuentran desplegados en la organización social del trabajo. Riesgos como el exceso de carga laboral, los conflictos de rol, la carencia de control, la distribución deficiente de tareas, el desequilibrio esfuerzo/recompensa, y por supuesto, el mal trato laboral constituyen los riesgos sociales que las Mutuales no saben, no pueden o no quieren administrar.
En consecuencia, los casos de Brinks y RedBus, además de todos quienes sufren el maltrato laboral, encuentran su explicación en una institucionalidad arcaica que se satisface en evaluar la salud y la seguridad laboral en base a la tasa de accidentes y días perdidos, y en medir los riesgos de forma cuantitativa. Los métodos tradicionales de las Mutuales impiden detectar, medir e intervenir los riesgos sociales por la sencilla razón que estos riesgos deben ser medidos tomando en cuenta el factor cualitativo. A diferencia del polvo, el ruido, las radiaciones y en general los riesgos de origen físico, químico y biológico, los riesgos sociales no se pueden detectar ni medir en base a una aproximación cuantitativa. En el caso del maltrato laboral, que tiene que ver con la dimensión de relaciones sociales, sucede lo mismo. No basta con medir la cantidad de interacciones sociales que tiene una persona en su lugar de trabajo. Es necesario medir la cualidad de las mismas. ¿Son interacciones de cooperación o competitivas? ¿De integración o exclusión? ¿Amables u hostiles? ¿De apoyo o abuso? Dado que el maltrato es un riesgo que tiene que ver con la calidad de las relaciones sociales, las Mutuales debieran disponer de herramientas para realizar mediciones cualitativas para detectar el maltrato y proponer programas para su administración. Esto permitiría reconocer organizaciones con relaciones sociales de elevada toxicidad, donde abunda la hostilidad, la exclusión, el conflicto, el abuso, la presión desmedida y la híper competitividad. En el caso de Brinks y RedBus, habría permitido desde un principio detectar el riesgo de relaciones sociales tóxicas y haber desarrollado propuestas para prevenir los lamentables hechos ya ocurridos.
El maltrato laboral es una realidad que está propagada por muchas instituciones. Hoy en día es una epidemia social silenciosa e invisible. Lo grave del asunto es que muy pocos pueden ver su existencia, dado que al ser una epidemia social no es posible de detectar con los sentidos físicos. Por tal razón pocas personas pueden reconocer el fenómeno y tomar acciones preventivas adecuadas. La mayoría coloca la responsabilidad en sí mismo y se auto-sentencia, imposibilitado de entender que el fenómeno está más allá de su individualidad y que corresponde a un sistema organizacional altamente defectuoso. Sin embargo, es totalmente inexcusable que los organismos técnicos no lo puedan apreciar ni administrar, ya que incurren en el incumplimiento de su función primordial, proteger la salud y seguridad de las personas en sus lugares de trabajo. Es imperativo que estos organismos actualicen sus modelos, paradigmas, herramientas, prácticas y programas. En este sentido, el mayor daño no lo hacen quienes practican el mal, sino quienes displicentemente renuncian de sus funciones y responsabilidades sociales o bien se dedican a ejercer las labores con mediocridad. ¿Cuánto más tenemos que esperar para que las Mutuales reconozcan el acoso laboral como un riesgo del trabajo? ¿Cuántos decesos más habremos de presenciar?
Rodrigo Finkelstein
Investigador en salud y seguridad laboral.
M.A. Investigación en Comunicación de Masas, University of Colorado, Boulder.