En mayo el Papa Francisco anunció “tolerancia cero” a los abusos sexuales cometidos por religiosos, y afirmó que enfrentar el problema era de vital para la credibilidad de la Iglesia. Estos días ha insistido en dar señales en esta línea, e incluso concretó un histórico encuentro con seis víctimas, tres hombres y tres mujeres, donde sostuvo que los abusos son “un culto sacrílego”.
Estos dichos han sido considerados como un potente gesto político y han sido valorados en todo el mundo. En nuestro país, José Andrés Murillo, Presidente de la Fundación para la Confianza, y ex querellante del caso Karadima, valoró las palabras del pontífice, pero indicó que “son sólo un paso de muchos que hay que dar” y advirtió que hasta pueden ser peligrosos, ya que de no reflejarse en avances concretos “puede ser un parche donde se requiere una cirugía mayor”.
“Yo creo que una petición de perdón puede ser incluso una manera de neutralizar una justa indignación de la feligresía, la ciudadanía y el mundo, más que un aporte a crear políticas reales hacia la justicia y la reparación, así como la creación de políticas reales de prevención, intervención y justicia en el abuso infantil”, afirmó Murillo.
Para esto, afirmó, se deben abrir los archivos de religiosos acusados de violar los derechos de la infancia porque muchos ellos continúan en contacto con niños y niñas, quienes podrían volver a ser víctimas. Además, sostuvo, se debe hacer un cuestionamiento profundo de las dinámicas de poder que han favorecido el abuso sexual infantil. En esa línea Murillo afirmó que “lo que más daño ha hecho ha sido la indiferencia de la institución ante el aviso y los esfuerzos en acallar a quienes hacen frente a la realidad del abuso”.
Recordemos que Naciones Unidas ha expuesto que el Vaticano ha violado la Convención contra la Tortura en los casos en los que podía haber impedido abusos o cuando no investigó ni denunció. Para Jaime Galgani, académico de la Universidad Cardenal Silva Henríquez y especialista en estos temas, la Iglesia Católica ha hecho un aprendizaje también motivada por la presión que viene desde el exterior.
“Antes los pastores se sentían tranquilos al simplemente sacar a un párroco y llevarlo a otro lugar, ahora yo creo que con toda esta experiencia se han dado cuenta de que eso no es una solución. El aprendizaje está en el sentido de que hay que enfrentar la situación”, indicó el académico.
Para el especialista falta bastante perdón que pedir y trabajo que hacer. Entre las labores apuntó a la necesidad de revisar el celibato, considerando que el mismo Papa ha dicho que “es una norma, no un dogma”, así como también evaluar de qué manera la Iglesia Católica acepta la homosexualidad como opción de vida.
Por otro lado Benito Baranda, Director de la Fundación América Solidaria reconoció la señal, pero añadió otros elementos que se deben revisar como la participación de la mujer, marginada de los sacramentos, y el impulso a una vida más sencilla, como ha pregonado Francisco, que los acerca más a los evangelios de Jesucristo. En ese sentido, indicó que se debe pensar en reformas estructurales.
“Todavía la Iglesia no ha enfrentado decididamente esto que ha sucedido y que a lo mejor sigue sucediendo en algunos lugares todavía de manera muy oscura. Para enfrentarlo tienen que hacer muchas reformas y me imagino que el Papa tiene deseos de hacerla, tiene disposición”, indicó y apuntó luego a temas de fondo: “La Iglesia tiene una estructura muy piramidal, semi monárquica, una organización de alta complejidad porque además los obispos se vinculan directamente con el Vaticano y eso lo hace bastante más engorroso, burocrático y con un control más difícil desde el punto de vista de la organización”.
Por su parte, el analista internacional Guillermo Holzmann en una mirada más global afirmó que la metodología de trabajo ha sido bastante contundente y que trata de ir identificando cuáles son los problemas y aislándolos, de forma de poder darle una solución diferenciada a cada uno de ellos. Así se evita pensar que la Iglesia Católica “está en crisis”, que su papado “en un fracaso” o que él “está influido por alguna corriente interna adentro de la Iglesia”.
Esto se observa en el aislamiento de los factores que la están afectando: el conflicto en Jerusalén, las irregularidades del Banco del Vaticano y el caso de los abusos sexuales cuando ya hay más de mil casos totalmente acreditados, fuera de los que existen en todos y cada uno de los países.
Además, indicó que cuando el Papa Francisco optó por invitar al presidente israelí, Simón Peres y el palestino, Mahmud Abás a dialogar en el Vaticano, volvió a involucrar a la Iglesia en la resolución de conflictos internacionales, pasando de ser un soporte, como había venido siendo, a un actor protagónico referencial. En ese sentido afirmó que, más allá de la representación religiosa o divina que pueda tener, la Iglesia Católica asume que también está sometida a leyes terrenas y enfrenta su responsabilidad internacional, y eso implica que no puede ser ajeno a lo que dicta Naciones Unidas.
Holzmann afirmó que el Papa Francisco ha sido bastante consistente hasta el momento, porque sus dichos están asociados a cambios en la forma en la que se va a sancionar e investigar caos de abusos sexuales, pero aseguró algo con lo que todos los especialistas coincidieron: “Va a tener que seguir pidiendo” perdón porque “nunca será suficiente”.
“La transparencia no termina nunca”, indicó y añadió que al abuso sexual le sigue el físico, psicológico y otras formas de maltrato por lo que, para subsanar esta situación, la actual posición del Papa no sólo debe reflejarse en actos concretos, sino bajar a las distintas organizaciones que tiene la Iglesia Católica.