La VIII Encuesta Nacional de Televisión 2014 realizada por el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) afirma que un 70,4% de los encuestados ve televisión abierta y un 89% de ellos se informa por este medio. Datos que reafirman su liderazgo pese a las otras alternativas que proporcionan servicios similares, como la televisión pagada o regional.
De este resultado surgen conclusiones ambivalentes que demuestran una audiencia exigente y crítica respecto de los contenidos que se le están proporcionando. Las mayores preocupaciones tienen que ver con cultura y educación, mientras que lo valorado es la entretención y compañía.
Otra inquietud es la calidad de los noticiarios. La gente dice estar satisfecha por la calidad y cobertura, pero al mismo tiempo rechaza los temas ligados a la farándula, delincuencia y policiales.
Asimismo, quienes se observan como los más perjudicados son los indígenas, sectores populares y homosexuales, mientras que los actores favorecidos son los personajes de Tv y el espectáculo, siendo los que menos aparecen en esa categoría los artistas y escritores, intelectuales y científicos.
Por otra parte poco se sabe sobre televisión digital terrestre. Un 67,8% afirma que no conoce lo que es, y un 32,2% maneja su definición. En tanto que las expectativas sobre el contenido que se proporcionará, se piden más programas educativos, seguidos por los culturales. Lo que refleja la necesidad del rol social que se espera tenga la televisión.
A dos meses del inicio de la programación cultural obligatoria para los canales de televisión abierta, que exige 4 horas semanales, según la Ley de Televisión Digital, cabe evaluar qué tanto se está cumpliendo y de qué manera se proporcionan estos contenidos.
¿Cómo evaluamos la Tv?
Insatisfecha. Así se declara el 62% de los encuestados sobre el nivel de agrado respecto de la programación de la televisión abierta. El resultado se contrapone con un 35% que se manifiesta de acuerdo, porcentaje que no ha variado mucho desde 2011, según el CNTV.
Las razones de estos resultados son las peleas y escándalos, farándula y los chismes con un 33,5%; seguido por pocos programas culturales o ausencia de éstos con un 17,6%.
Mientras que las expectativas de programación, refleja que los tres temas que la gente espera ver son programas enfocados a la cultura con 31%, educativos con 17% y programación infantil con 16%. Exigencias que han estado en el debate y que generan controversia a la hora de analizar resultados y que fueron destacados por Juan Carlos Berner, miembro del movimiento por una televisión educativa.
“Nosotros hemos dicho, hace muchos años, que decir que la no quiere ver televisión cultural es más bien mito de los canales de televisión. Se suele decir que la gente en las encuestas quiere ver estos contenidos, pero en la práctica quiere reality show y farándula. Pero si uno analiza el rating publicado por Time Ibope, muchos de los programas con éxito son justamente de corte cultural o educativo. En la práctica los canales emiten programación que no aporta porque los canales no quieren una población educada”, afirma.
A lo que agregó que actualmente se dedica mucho tiempo a la info-entretención, dejando de lado pluralismo.
En esa materia, la evaluación de los noticiarios se mantiene. 50% opina que es igual al año pasado y un 17% cree que han empeorado respecto al año anterior, versus el 25% que señala mejoras.
En esa línea, la opinión sobre el contenido de éstos, un 68% dice que hay ciertas noticias que no se dan a conocer, un 65% cree que se dedica mucho tiempo a cosas irrelevantes y negativas, y un 64% fija su atención a la crítica sobre el aprovechamiento humano.
Para la jefa de Departamento de Estudios CNTV, María Dolores Souza, el principal problema es el enfoque que tienen los programas informativos. “El sensacionalismo es algo que hemos detectado con fuerza. Esto se observa desde el movimiento estudiantil, en donde se mostraba más la violencia que las demandas; y después lo vimos en el incendio en Valparaíso y el terremoto en el norte de este año. La gente dice que se mostró el dolor de los niños y se metió en la privacidad de la gente. Entonces, hay cosas que la gente no está perdonando tan fácilmente”, afirma.
Más Cultura
Respecto de la exigencia de cumplir con las cuatro horas obligatorias de programación cultural, los encuestados se manifiestan a favor de la medida. Un 45% dice que es lo adecuado y un 42% cree que se deberían exigir más horas.
Para la experta, los resultados de la encuesta reflejan que el comportamiento de los espectadores es susceptible de cambio, sobre todo con la aplicación de Ley de Televisión Digital.
“El informe que tenemos del año pasado, relativo a oferta y consumo de programación cultural en 2013, nos indicó que se transmitía un 1,8% de programación de este tipo en toda la televisión abierta, pero que hay un 2,2% de rating, o sea hay más gente viendo de lo que se está ofreciendo, por lo tanto podría aumentar el interés sobre aquello. Ahora vamos a ver si efectivamente con la nueva ley, el consumo va a variar según el rating electrónico. Pero creemos que la gente está activa y pueden generarse cambios en la audiencia”, afirma.
Por su parte parar Berner, la crítica se centra en que si bien se están transmitiendo programas de carácter cultural, éstos no son regulados bajo una clara definición sobre la materia.
“La exigencia de la ley, sobre programación cultural, es insuficiente. Si analizamos lo que hay en televisión en básicamente lo mismo que había antes, por ejemplo que es lo que pasa con los late show o con la programación de canales como el 13. No creo que la solución pase por exigir horas, el cambio no va de la mano con la presión, hay que entender que transmitir cultura es una necesidad para el país. Hay que cambiar la mentalidad de los que manejan la industria, es necesario un canal educativo financiado por el Estado, que se potencien los canales regionales, y que haya pluralismo”, sentenció.
Finalmente, queda en evidencia que para la población es necesaria la transmisión de programas culturales y educativos y por lo mismo son críticos de los contenidos que se transmiten. Lo que deja una puerta abierta sobre de qué manera se está informando y proporcionando cultura. Asimismo, las personas exigen un organismo regulador que sea mediador entre la industria y ellos, ya que están consciente que es necesaria una televisión de calidad que evite los excesos.