40 obras producidas entre 1940 y 1992 contempla Universo Carreño. Cuerpo de obra de Mario Carreño 1940-1952, exposición que se inaugura este jueves en el Museo Nacional de Bellas Artes y la Fundación Itaú.
La muestra, curada por su ex colaborador Juan Campos, se estructura de acuerdo a los seis países en que residió: Cuba, España, México, Francia, Estados Unidos y Chile.
Nacido en 1913 en La Habana, Mario Carreño conoció de primera fuente algunos de los movimientos artísticos que se desarrollaron a mediados del siglo pasado. En México, por ejemplo, se influenció por el muralismo de Rivera, Siqueiros y Orozco; y a Nueva York llegó durante el auge del arte abstracto.
“Él rescata la historia de América desde la influencia que se está desarrollando en Europa, con todas estas modernidades, estas rupturas. También recopila buena parte de lo que está sucediendo en el continente, en México particularmente, que ya venía con influencia del Renacimiento, a través del muralismo, entonces se podría decir que es un catalizador de muchas corrientes, pero al mismo tiempo sigue instalado en Latinoamérica. Lo interesante es que no pierde de vista su origen, que no es local, sino continental”, dice el director del Museo de Bellas Artes, Roberto Farriol.
“Se unen los dos Carreño: el que nació y permaneció en la isla y también el que se desarrolla fuertemente en Chile”, añade en cuanto a la muestra, porque incluye algunas de las primeras obras que el artista produjo en los ’40, pertenecientes a la colección del Museo de Bellas Artes de La Habana, y que nunca antes se exhibieron en Chile.
De hecho, una de ellas, El nacimiento de las naciones americanas (1940), sale por primera vez fuera de Cuba y “recopila todo lo que él ha aprendido y vislumbra facetas muy interesantes”, explica Roberto Farriol.
“Es una etapa tropical, exuberante, de gran cromatismo y dinámica. Me atrevería a decir barroca”, agrega Milan Ivelic, director de Fundación Itaú, que exhibirá una selección de dibujos en el Espacio Suecia 26.
El académico destaca además que, a fines de los ’50, Mario Carreño fue uno de los primeros artistas que se volcó a la abstracción geométrica: “Eso es muy importante, porque avala la obra que algunos chilenos comenzaban a hacer en el Grupo Rectángulo, como Ramón Vergara Grez, Gustavo Poblete y Matilde Pérez”, indica.
Asimismo, Milan Ivelic subraya la labor docente de Mario Carreño, quien se radicó en Chile en 1957 y dos años más tarde se convirtió en uno de los fundadores de la Escuela de Arte de la Universidad Católica, la segunda con carácter universitario creada en el país. “Fue el iniciador de un curso de historia del arte latinoamericano, porque al nacer y vivir en Cuba hasta los ’40, pudo recorrer el continente y luego hacer viajes por Europa y Estados Unidos, ampliando muchísimo el repertorio visual del arte en ese momento. Entonces su papel es muy importante en la fundación y desarrollo de la Escuela de Arte en la universidad”, afirmó.
Doce años después de establecerse en el país, Mario Carreño obtuvo la ciudadanía chilena y en 1982 fue reconocido con el Premio Nacional de Arte. A pesar de eso, dice Milan Ivelic, “mucha gente se preguntaba en ese momento quién era. Hay muchos artistas que tienen una obra importante, pero el ambiente cultural chileno es muy reducido, por eso es relevante la exposición”, agrega.
Universo Carreño. Cuerpo de obra de Mario Carreño 1940-1952 se exhibirá desde este jueves y hasta el 5 de abril en el Museo de Bellas Artes y en el Espacio Suecia 26 de Fundación Itaú.
Imagen destacada: El sueño (1973).