Los últimos acontecimientos en el Medio Oriente y el norte de África apuntan a una complicación de la situación política en la región. La multiplicidad de actores y factores que están interviniendo hace que la complejidad sea la característica fundamental en el análisis, todo lo cual obliga a un estudio meditado que nos ayude en al intento de desentrañar la intríngulis que subyace en el trasfondo del problema.
La visita del recientemente elegido primer ministro israelí a Washington en días previos a las elecciones en su país, fue trasmitida con “bombos y platillos” por los medios de prensa de todo el planeta. El comentario de fondo eran las fuertes contradicciones con el Presidente Obama quien no recibió a Netanyahu durante su estancia en la capital de Estados Unidos. La génesis de la contrariedad estaba en las diferencias de opinión de ambos mandatarios respecto al manejo de las conversaciones referidas al programa nuclear iraní.
Lo cierto, es que ambos puntos de vista y, – los de un tercer actor, presente y activo- el partido republicano, responden más a dinámicas de política local que internacional. Obama y los republicanos pugnan por mostrar resultados y fortalezas de cara a las próximas elecciones presidenciales y el sionista buscaba el apoyo que necesitaba para romper el empate que a hasta ese momento sostenía con la oposición en la cercanía de las elecciones parlamentarias.
En lo sustancial, no existen diferencias de fondo entre Estados Unidos y su principal aliado en el Medio Oriente a quien siguen apoyando, política, financieramente y militarmente. En ese sentido, el trabajo a Estados Unidos se ha facilitado cuando hoy, –a diferencia del pasado- puede contar con un conglomerado de países árabes, los que junto a Israel, han creado una sociedad de intereses reaccionarios y cavernarios para impedir el avance de la lucha de los pueblos de la región. Por supuesto, valores como los derechos humanos y la democracia, por los que en otras latitudes, amenazan e invaden, están exentos de juicio en esta región del planeta, en la que monarquías medievales, al unísono con el sionismo vulneran principios elementales de convivencia y respeto a la dignidad de los ciudadanos.
Sobrepasando supuestas antipatías personales entre el presidente Obama, y Netanyahu, de las que se habla con mucha frecuencia en los círculos políticos estadounidenses, que da razones, -y hasta explica- las sospechadas distancias entre los dos líderes que asumieron el poder en 2009, demócratas y republicanos han mostrado siempre una absoluta unidad de criterio sobre los asuntos de Israel, yendo eso, más allá de las diferencias partidistas. En las condiciones actuales ambas agrupaciones políticas intentan sacar provecho de esa situación haciéndole guiños al lobby sionista, principal financista de las campañas electorales en el país del norte.
Ante la supuesta avalancha anti Obama manifestada por Netanyahu en su intervención en el Congreso estadounidense, el presidente se limitó a decir que no pudo ver el discurso del líder sionista porque estaba en una video conferencia sobre Ucrania con sus socios europeos.
Sin embargo, aseguró que “Sí tuve oportunidad de ver la transcripción y por lo que pude ver no hay nada nuevo”, recalcando que coincide con el israelí en que la relación entre ambos países es “inquebrantable”.
Estados Unidos envía a Israel todos los años 3100 millones de dólares en asistencia económica lo que además de la ayuda militar y diplomática le da absoluta impunidad a l régimen sionista para actuar en la región. No importa que Israel apoye al Frente al Nusra, la rama de Al Qaeda en Siria, la cual Estados Unidos ha declarado como organización terrorista.
El aparente punto que genera la distancia es Irán. Al respecto Netanyahu, quien ideológicamente se identifica con los conservadores republicanos, ofreció su visión de cómo lo que está haciendo Obama para garantizar los usos pacíficos del plan nuclear de Irán,pone en peligro la existencia misma del Estado de Israel. El primer ministro israelí Netanyahu ha criticado a Washington y a otros de “darse por vencidos” en tratar de frenar los intentos de Irán por obtener armas nucleares.
Según el mandatario israelí, Estados Unidos había “aceptado que Irán gradualmente, en unos años, desarrollará la capacidad de producir material para muchas armas nucleares”. Agregó que “Mis amigos, por más de un año nos han dicho que no acuerdo es mejor que un mal acuerdo” y al respecto emitió su opinión, “…esto es un mal acuerdo. Un muy mal acuerdo. Estamos mejor sin él. Nos dicen que la única alternativa es la guerra. No es cierto. La alternativa a este mal acuerdo es un acuerdo mucho mejor”.
El Secretario de Estado John Kerry lo refutó diciendo que Netanyahu “podría no estar correcto” en su apreciación asegurando que el presidente Obama había sido claro en su política de no permitir que Teherán desarrolle esa capacidad nuclear.
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Mohamed Yawad Zarif, acusó a Netanyahu de buscar con su discurso “sabotear” las conversaciones nucleares, sembrar “pánico” y difundir “mentiras”. Irán está negociando con el Reino Unido, China, Francia, Rusia, Estados Unidos y Alemania un acuerdo para congelar el enriquecimiento de uranio y otros ámbitos de su programa nuclear a cambio del levantamiento de las sanciones económicas impuestas a Teherán. El objetivo es lograr un acuerdo marco a finales de este marzo y un acuerdo definitivo a mediados de año que ponga fin a un prolongado conflicto sobre el programa nuclear de Irán y su eventual uso para fines militares.
Las conversaciones iniciadas el pasado martes 24 en Suiza han avanzado positivamente según información de las partes. Según Kerry, Estados Unidos no cederá y no cerrará un mal acuerdo nuclear con Irán, recordó que Israel está más seguro que antes gracias a un acuerdo provisional alcanzado con Teherán que limita el programa nuclear iraní. “Y el estándar que aplicamos en todo acuerdo con Irán es garantizar, saber, que Irán (…) no puede desarrollar armas nucleares”, añadió. Estados Unidos declaró en reiteradas ocasiones que ningún acuerdo es mejor que un mal acuerdo, siguió Kerry. “No habrá un mal acuerdo”.
En la profundidad de estas declaraciones y de la visión estadounidense, subsiste la convicción de que hoy es imposible encontrar vías de solución a ningún problema del Medio Oriente sin contar con Irán. Estados Unidos se ha demorado en llegar a esa conclusión, pero sus propios objetivos en la región no pueden ser logrados hoy sin el consentimiento y acuerdo con la nación persa.
Irán se ha convertido en el principal soporte del combate al terrorismo islámico tanto en Irak como en Siria. El influjo de sus acciones económicas, políticas y diplomáticas permiten dar continuidad al sostenimiento de esos dos Estados impidiendo con ello, la expansión regional e incluso, la penetración del Estado Islámico en Europa a través de Turquía. Por mucho que le pese a Estados Unidos y a sus aliados árabes sunitas, Irán se ha transformado en el valladar más trascendente para el combate al terrorismo y eso genera nuevas variables que ya se comienzan a manifestar en la región, particularmente en Yemen. Pero, de eso hablaremos en el próximo artículo.