TPP: ¿Qué gana Chile con su suscripción?

  • 26-10-2015

El Tratado Transpacífico (TPP) concordado por doce países a comienzos de octubre ha sido presentado por sus suscriptores internacionalmente como un paso adelante en materia de libre comercio.  Sin embargo, lo que  hace es establecer normas, tal como señala el Premio Nobel Joseph  Stiglitz, de cómo administrar relaciones económicas tan fundamentales como el comercio  y la inversión. Su vigencia debilitará aún más a la Organización Mundial de Comercio (OMC), cuyos progresos en la última década son extraordinariamente limitados. Entre sus aspectos más graves está que las transnacionales consiguen que los conflictos posibles de tener en un país no sean resueltos por las instancias jurídicas nacionales sino por mecanismos externos de arbitraje  vinculantes, práctica que buscan imponer desde hace muchos años.  Eso constituye una grave violación de la soberanía nacional. Procedimientos de esta naturaleza ya han sido intentados utilizar en algunos países,  incluso sudamericanos.  El canciller, Heraldo Muñoz, sostiene que con   el TPP se obtuvieron ventajas comerciales para colocar producción nacional en algunos mercados, lo que es propio de acuerdos de esta naturaleza, pero ello debe verse en el contexto de las concesiones que se hacen, las cuales en este caso no se expresan fundamentalmente en el plano comercial, dado que la economía chilena es ya de las más abiertas a nivel mundial. En particular  se ha destacado la posición adoptada en contra de extender los precios de monopolio de los consorcios farmacéuticos extranjeros, ante todo norteamericanos, a doce años. Ello tuvo un rechazo muy generalizado. En general, se buscó no conceder más privilegios que los dados en este plano en el TLC Chile-EE.UU. Estas prácticas tienen consecuencias negativas para la población, expresada en precios más altos y no permite aprovechar las ventajas de la competencia comercial.  El TPP exige un debate abierto a partir del interés nacional.

¿Quiénes ganan con el Tratado Transpacífico?

Después de una prolongada negociación durante cinco años los doce países participantes concordaron poner  en  marcha,  de  ser  aprobado cuando sea necesario por los respectivos Congresos, el Tratado Transpacífico, que  pasó a  ser conocido por su sigla en inglés TPP. El Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica fue suscrito en 2005, hace una  década, por Brunei Darussalam, Nueva Zelanda, Singapur y Chile. Pero el proceso que culminó en el acuerdo alcanzado en Atlanta (Estados Unidos) a comienzos de octubre parte realmente en 2010 al incorporarse Estados Unidos, además de Australia, Malasia, Perú  y Vietnam. Luego, en 2012 lo hicieron Canadá y México, los otros dos integrantes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte además de la mayor economía mundial. Finalmente en 2013 se incorporó Japón.

Las  negociaciones se llevaron en estricto secreto. Por tanto, los treinta capítulos que lo conforman aún no se conocen. Luego de producirse el acuerdo se inició la fase de su redacción legal para entrar después a la firma del tratado previsto para inicios de 2016. Luego viene el proceso interno  de aprobación, que en Chile se concluiría con su aprobación por el Congreso. Para esta fase se contempla un plazo de dos años, entrando en vigencia de contar con la sanción favorable de países que representan el 85 por ciento del producto total de los signatarios. Las tratativas se efectuaron en un momento de estancamiento en las negociaciones globales y de búsqueda a nivel regional de megaacuerdos, uno de los cuales es el Transpacífico, que reúne a países que explican el 40 por ciento del producto mundial y a 815 millones de personas. De acuerdo a las estimaciones del FMI para 2015, el producto de los doce miembros suma US$27,4 billones, de los cuales EE.UU. es el 65,4 por ciento y Japón otro 15 por ciento. Así, la función de la Organización Mundial del Comercio (OMC) se debilita todavía más.

TPP: productos por países en 2015

(Fuente: FMI. Estimación, en miles de millones de dólares)

País Producto País Producto País Producto
Australia 1.241 Japón 4.116 Perú 180
Brunei 12 Malasia 313 Singapur 294
Canadá 1.573 México 1.161 EEUU 17.968
Chile 240 Nueva Zelanda 171 Vietnam 199
        Total 27.468

 

Al  mismo  tiempo, se desarrollan tratativas para otro megaacuerdo aún mayor entre Estados Unidos y la Unión Europea que chocó con más dificultades. Por su parte, China busca un acuerdo trilateral con Japón y Corea del Sur y apoya la Asociación Extensiva Regional entre los diez países  integrantes de la Asean y aquellos Estados con los  cuales esta asociación tiene acuerdos de libre comercio. El  Transpacífico es el acuerdo regional más importante desde la suscripción en 1993 del Tratado de América del Norte.

La Casa Blanca le asignó al acuerdo una importancia estratégica, como lo demuestran las formulaciones efectuadas por Barack Obama, que se suma al acuerdo con Irán, que puso fin a sanciones comerciales, pero buscó evitar que posea la bomba atómica, y el restablecimiento de las relaciones  con  Cuba.  El  TPP  manifestó ‚ nivela el campo de juego para nuestros agricultores, ganaderos y fabricantes de más de 18.000  impuestos que varios países ponen sobre nuestros productos‛. Subrayando que‚ esos compromisos son exigibles‛. Para el presidente norteamericano constituye un objetivo de primera importancia, ya que logra avances, buscando extender su influencia, proteger los intereses de las transnacionales de origen estadounidense y contrarrestar  el creciente peso regional de China. No tiene sentido– explicitó Obama- que China escriba las reglas comerciales. Nosotros deberíamos escribir las reglas abriendo nuevos mercados (…). Teniendo en cuenta que más del 95 por ciento de nuestros clientes potenciales viven fuera de nuestras fronteras –añadió-, no podemos permitir que países como China escriban las reglas de nuestra economía‛ (06/10/15).

Asia–Pacífico–subrayó,                por su parte, John Kerry, el secretario del Tesoro norteamericano- es hoy  la parte más dinámica del globo y el lugar donde gran parte de la historia de este siglo se escribirá.   Hay –recalcó- una necesidad de liderazgo estadounidense‛ (11/10/15). Ello exige intensificar su presencia económica y militar.

Si se comparan las exportaciones de bienes y servicios que efectúan los doce países antes del tratado el predominio de EE.UU. y Japón es abrumador.  En bienes explican el 50 por ciento del total y en servicios –donde el predominio norteamericano es todavía mayor – más de las dos terceras partes.      El comercio de EE.UU. con los  otros once países del TPP, según  cifras  de  2014,  se desarrolla preferentemente con los miembros del Tratado de América del Norte (Canadá US$652,2  y  México  US$534,5  miles  de  millones), ubicándose más atrás Japón con USS$200,9 miles de millones.   Todo el resto de los países sumaban US$215,6 miles de millones.           Para la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), su principal socio comercial es China que representaba en 2014 el 14% de su intercambio comercial, doblando la participación de EE.UU.

TPP: Exportaciones de bienes y servicios por país

(Fuente: El País.  En % sobre total mundial)

País Bienes Servicios País Bienes Servicios
Australia 1,34 1,12 Malasia 1,21 0,86
Brunei 0,06 0,03 México 1,34 1,12
Canadá 2,44 1,68 Nueva Zelanda 0,21 0,28
Chile 0,41 0,27 Perú 0,22 0,13
EEUU 8,39 14,25 Singapur 2,18 2,63
Japón 3,80 3,13 Vietnam 0,70 0,22
        22,30 25,72

 

Inmediatamente de informado el término de las negociaciones, el Consejo de Granos de Estados Unidos hizo público que ello permitiría expandir sus exportaciones en un 11%, al tiempo que la Asociación Nacional de Fabricantes, la mayor organización de la industria, destacó que el acuerdo eliminaría gravámenes al 59% de las maquinarias y equipo estadounidenses destinada a los demás países integrantes del TPP. EE.UU., como es habitual,  exige todo tipo de condiciones, pero  mantuvo  los  subsidios  a  la  producción  agrícola,  que  afecta a países productores de esos bienes. Lo mismo aconteció cuando se llegó a acuerdo a fines de 2012 en el Tratado de Libre Comercio entre  Chile y Estados Unidos reservándose el derecho de mantener sus mecanismos principales violatorios del libre comercio, sus arbitrarias disposiciones antidumping y  de subsidios a su producción agrícola1.

Por eso, Joseph Stiglitz calificó al TPP ‚un motivador de desigualdades‛. “No conocemos todavía  los  detalles  –declaró  al  conocerse el acuerdo-, pero lo  que sí sabemos es que Estados Unidos no está eliminando los subsidios a sus agricultores, así que esa fue la gran piedra de tope de la ronda de  debates(…)”   Estados Unidos  –agregó- se rehusó a hacer algo respecto de sus subsidios al  algodón‛  (08/10/15). Canadá anunció inmediatamente también subvenciones millonarias a sus productores de alimentos.

El  tratado no es exclusivamente referido a lo  comercial, alcanza esferas muy variadas entre otros  en el plano de las inversiones, de la propiedad intelectual, regulación de Internet, medioambientales, laborales, etc.  Las informaciones entregadas por los responsables del país en las negociaciones destacan algunas ventajas comerciales obtenidas en países que los convenios existentes eran limitados. Chile, que es una de las economías más abiertas en el mundo, tiene acuerdos suscritos de libertades comerciales con los otros once países. A Atlanta llegaron tres puntos‚ para el cierre de la negociación –relató el canciller Heraldo Muñoz-: reglas de origen en el  sector automotriz; acceso a mercados en lácteos y período de protección para biológicos (11/10/15). Los consensos en la cita anterior en Hawai habían sido muy amplios.

Por lo conocido de los planteamientos de los negociadores chilenos en algunos temas el nivel que  se defendió fue que no se entregasen concesiones más allá de las otorgadas al suscribirse el tratado de libre comercio con EE.UU. durante el gobierno de Lagos. No se planteó limitarlas. Por ejemplo, en propiedad intelectual de productos farmacéuticos, se defendió que la prohibición de  fabricar sustitutos se extendiese por cinco años, tal como se establece en dicho tratado. La  resolución finalmente fue la que precisó Andrés Rebolledo, de cinco años más el procedimiento administrativo que exista en cada país para su venta masiva en los tres siguientes.

‛Chile  habría  dejado  claro  –informó  El  Mercurio-  que los controles farmacológicos para la comercialización masiva que operarán en nuestro país no necesariamente llegar a   tres años‛ (11/10/15).   Elmer  Torres,  vicepresidente  ejecutivo  de  Asilfa,  donde  se  reúnen los laboratorios locales, manifestó que pedirán precisiones sobre los controles para las ventas masivas temiendo que ello conduzca a que la  protección se extienda por más de los cinco  años,  repercutiendo negativamente en los precios. La aclaración solicitada es, sin duda, necesaria.

Pero para el conjunto de países es evidente que los poderosos consorcios farmacéuticos  estadounidenses incrementaron su posición monopólica, impidiendo la competencia con  medicamentes biosimilares, teniendo efectos negativos en los consumidores, durante un periodo más amplio.

La plataforma‚ Chile  mejor sin TPP, que su declaración inicial fue suscrita por varias decenas de organizaciones, entre las cuales figura  Cenda, y algunos parlamentarios, solicitó a la Cancillería estudios que hubiese realizado previo al término de las negociaciones acerca de los beneficios económicos o sociales del TPP.  La increíble respuesta, dada a conocer por el diputado Giorgio  Jackson y Carlos  Figueroa, encargado de Relaciones Internacionales de RD, en carta dirigida a los medios de comunicación‚ fue que ellos no habían realizado ningún estudio, pero que existían estudios de  think  tanks de EE.UU. que sí mostraban los beneficios para Chile. Es sorprendente e  irresponsable  –agregaron- que Chile (…) concluya las negociaciones de un tratado calificado como ‘histórico’, que corre el riesgo de afectar la salud y los derechos digitales de los chilenos y chilenas,  sin que la  Cancillería haya comprobado sus beneficios en estudios propios que puedan ser de público conocimiento‛ (17/10/15).

Uno de los logros más importantes obtenidos por EE.UU. lo constituye que de producirse diferencias entre  inversionistas extranjeros  y los  Estados nacionales, ellas no serán dilucidadas por los tribunales del  país sino a nivel internacional.  ‛Bajo estos sistemas de arbitraje de diferencias estado-inversor  (ISDS,  por  su  sigla  en  inglés)  –denuncian Joseph  Stiglitz  y  Adam Hersh, académico del Instituto Roosevelt-, los inversionistas extranjeros adquieren nuevos derechos para demandar a los gobiernos nacionales en arbitraje privado vinculante en casos de que se instituyan reglamentos que ellos consideran como un factor que disminuya la rentabilidad  esperada de sus inversiones. Con toda certeza –añadieron- las inversiones, independiente de  donde estén ubicadas sus sedes, principales merecen protección frente a (…) regulaciones discriminatorias. Pero, los ISDS van mucho más allá: la obligación de compensar a los inversores por pérdidas de ganancias esperadas puede y se ha aplicado incluso cuando las reglas no son discriminatorias y las ganancias se obtienen causando daño a la propiedad‛.  La tabacalera norteamericana Phillip Morris está impulsando demandas de este tipo en contra de los gobiernos de Australia y Canadá.

Imagínese –ejemplifican Stiglitz y Hersh- lo que hubiese sucedido si estas disposiciones hubieran  estado establecidas cuando se descubrieron los efectos letales del  asbesto. Los contribuyentes hubiesen sido gravado por doble partida, primero para pagar por los daños a la salud causados por el asbesto, y luego para  pagar a los fabricantes por haber perdido ganancias, cuando el gobierno intervino con el objetivo de regular un producto peligroso‛ (12/10/15).  Este mecanismo constituye una clara renuncia a la soberanía nacional propiciada desde hace años por el capital transnacional.   El canciller Muñoz justificó esta gravísima concesión señalando que‚ este mecanismo existe en la mayoría de nuestros acuerdos comerciales‛ (11/10/15).  Lo cual solo indica los precedentes existentes de pérdida de soberanía.

Otra conquista que Estados Unidos valora es la eliminación de censura y establecer reglas que faciliten el comercio a través de la transmisión de datos. Constituye una de las principales formas de expansión previstas a futuro de la economía norteamericana. Disposiciones de esta naturaleza los negociadores estadounidenses buscaron introducir en el tratado que negocia con la Unión Europea, los cuales fueron rechazadas por el tribunal de justicia de la UE.

Entre  los sectores que demoraron el acuerdo estuvo el automotriz. Para establecer las bases de la política a seguir en el sector se efectuó previamente una negociación bilateral entre EE.UU. y Japón, al que se incorporó luego a otros países entre ellos Canadá y México, los restantes miembros del tratado de América del Norte. El  acuerdo consensuado permite a la industria automotriz nipona adquirir algunas piezas en países asiáticos antes de colocar su producción en EE.UU,  lo  cual desde luego afecta a México. La  Casa Blanca concedió esta ventaja a Japón al finalizar las negociaciones para afirmar su incorporación al Tratado, considerado imprescindible en la disputa de la hegemonía regional con China.

Por  su  parte,  el  primer  ministro  de  Japón,  Shinzo  Abe, se  incorporó al TPP, comentó Jeffrey Kingston, de la Temple University of Japón, para fortalecer las relaciones bilaterales (con EE.UU.) y  la alianza que busca hacer frente a una China en ascenso. Las consecuencias geopolíticas del TPP   son poderosas–subrayó Kingston- y son parte de la táctica de la administración Obama para contener a China‛ (12/10/15).  A su vez, Abe destacó que el TPP ‚es el principio de un nuevo siglo  en el Asia Pacífico (…). Creer –añadió- una vasta zona económica sin precedentes (…).  Y Japón estará ahí como un jugador central‛ (12/10/15).

En EE.UU.  hay amplios sectores opositores  al TPP, entre ellos organizaciones de trabajadores  como la  AFL-CIO, que reúne a 56 sindicatos que cuenta con  12,5 millones de miembros. Las normas que se han acordado en el TPP –expresó Celeste Drake, especialista en política comercial de la organización- establecen el neoliberalismo, un sistema amañado en el que, sin duda, hay beneficios. Pero las normas –añadió- garantizan que estos beneficios vayan a las élites corporativas, al 1%, y harán realmente difícil para los trabajadores obtener su parte justa del trabajo‛ (11/10/15).

Si se considera los plazos establecidos para culminar la firma del TPP lo previsible es que el  Congreso norteamericano deba pronunciarse cuando ya se encuentre en pleno desarrollo el proceso hacia la elección presidencial transformándose así el TPP en tema importante en el debate electoral. Ya Hillary Clinton, una de los aspirantes demócratas, expresó su oposición por las pérdidas de puestos de trabajo que se producirán. Se tiene muy presente la experiencia en este sentido de lo acontecido con el tratado de Libre Comercio de América del Norte. Obama ya obtuvo la aprobación para que su promulgación se efectúe por la llamada vía rápida, teniendo que limitarse al Congreso a aprobarlo o rechazarlo sin posibilidad de modificarlo, requiriéndose obtener la mayoría simple para sancionarlo positivamente.

Una gran limitante para que se exprese en nuestro país  la oposición al TPP es el conocimiento por  la población de las consecuencias del Tratado. En cambio, poco después de concluirse, en Berlín se efectuó una gran manifestación en contra del megaacuerdo paralelo que EE.UU. busca establecer  con la Unión Europea convocada por la Confederación de Sindicatos Alemanes (DGB). La protesta fue bajo la consigna ‚Por un comercio justo‛, con la participación de las organizaciones  medioambientales y los partidos Los  Verdes y La  Izquierda. Entre las críticas más relevantes estuvo el rechazo a la existencia de comités internacionales de arbitraje cuando inversionistas  extranjeros encuentren obstáculos para sus planes en los respectivos países. Estamos aquí  –se  expresó en el discurso que inicio el acto final de la marcha, pronunciado por Michael Müller,  presidente de la Organización de Amigos de la Naturaleza- porque no queremos dejar el futuro en  manos de los mercados y queremos defender la democracia‛ (12/10/15).

Stiglitz y Hersh advierten que se ‚oirá mucho sobre la importancia que tiene el TPP para el  ‘libre  comercio’.  La  realidad es que este es un acuerdo  –subrayan- para administrar las relaciones comerciales y de inversión de sus miembros y para hacer esto en representación de los más poderosos lobistas de negocios de cada país‛. Desde luego ello es válido para Chile.

HUGO FAZIO

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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