A mediados de los ochenta cuando el director de esta emisora estaba cumpliendo una de las tantas penas impuestas por la Dictadura, llegó una invitación del gobierno cubano para un congreso de intelectuales.
Estoy consciente que muchos detractores dirán qué estaba haciendo el Jouffé en este acontecimiento, pero la cosa es que integré una delegación con viajeros como Raúl Zurita, Eugenio Tellez, Brignoli y en La Habana estaba Ariel Dorfmann. El Congreso, inaugurado por Gabriel García Márquez, fue impresionante como esas palabras del Gabo: Si aceptara todas las invitaciones, jamás estaría en un mismo lugar dos días.
Una noche Fidel invitó a una cena al Palacio de la Revolución.
A la entrada saludaba uno por uno a los visitantes. Cuando le tocó el turno a Patricio Acevedo, representante de Análisis, Fidel con su memoria prodigiosa preguntó: ¿cómo está Cárdenas? El hombre estaba informado de todo…
De vez en cuando ingreso a Google para buscar hechos relacionados con mi nombre. Grande fue mi sorpresa cuando encontré una entrevista hecha Fidel Castro en Caracas en febrero de 1989, en el sitio de la Universidad de Texas. La habían traducido al inglés y la acompañaba la versión original en español aparecida en Cosas, fue con motivo de su asistencia a la asunción de Carlos Andrés Pérez.
La razón por la cual los cubanos permitieron que hiciera una serie de preguntas de tipo indiscreto y apolíticas al Comandante fue seguramente la de mostrar otro perfil de Castro ante el mundo.
Los invito a leer párrafos marcados:
-De manera que usted colecciona relojes…Partiendo por el que le obsequió Gina Lollobrigida.
-Ustedes inventan tantas cosas, sois los creadores de mitos. En este caso, es cierto, me lo regaló Gina.
– Comandante, ha dicho que se respeta la religión en Cuba y no todos concuerdan con eso.
– Tal como se lo manifesté a Fray Beto, fui criado por jesuitas y respeto las religiones. He tenido problemas con la Iglesia, pero acaso, ¿No los tuvo la Revolución Francesa, la guerra civil española y Simón Bolívar? Nosotros enseñamos a los niños a no robar, a no mentir, varios de los mandamientos.
–Obvió el de no fornicar.
-Castro sonríe: “Eso no está prohibido en Cuba y es sano. Pero volviendo a la religión, ¿acaso no fueron los cristianos la carne del circo romano? Me fascina la historia del cristianismo pues es uno de los capítulos más importantes de la historia”.
-Como amigo de Gabriel García Márquez, ¿no se siente como en el otoño del patriarca?
-Al contrario, vivo la primavera del patriarca
-¿Y cómo lo hace para permanecer en primavera ahora?
-Dejé de fumar, lo cual fue muy doloroso.
-¿No fue porque tuviera cáncer?
-Eso es lo que mucha gente hubiese querido. Me mantengo bien gracias a los ejercicios, a que buceo y mantengo mi mente en constante ejercicio porque recibo muchas demandas; así las células cerebrales se mantienen activas.
Vuelvo a la carga;
-Dicen que el sexo también ayuda a mantenerse joven
-También dicen que Simón Bolívar tuvo muchos amores, García Márquez me suele pasar material de lectura al respecto. Uno no debería de estar ajeno al sexo.
–Se sabe que usted duerme muy poco, que incluso golpeó las puertas de los presidentes de madrugada, de aquellos que asisten ahora al cambio de mando de Carlos Andrés Pérez
– Duermo poco, pero duermo. Durante cada trayecto por corto que sea, recupero sueño. La razón de las tan criticadas entrevistas que concedo muy temprano es que a esa hora nadie tiene mucho que hacer.
Castro me dice que sigue siendo el mismo, que la dependencia de los Estados Unidos en Latinoamérica es menor y el apoya las nuevas democracias.“Tambien afirmo que la revolución ya no es el único método de conquistar la democracia; en eso he cambiado de opinión”.
-¿Es cierto que su relación con Mikail Gorbachov no es buena?
-Él me trata con respeto y esto es recíproco. Le deseo a él y su objetivo muy buena suerte.
¿No tuvo miedo de venir a Venezuela?
Mi entorno estaba aterrado, pero no podía fallar a Carlos Andrés y a los intelectuales que me invitaron. Sin embargo estoy prisionero en esta habitación del hotel, sin poder salir salvo a recepciones oficiales, y nada menos que de un hotel Hilton.