Cada vez existe más evidencia que demuestra que la asistencia a clases por parte de los niños es fundamental para el desarrollo de diversas habilidades presentes y futuras, tanto cognitivas, como emocionales y de socialización. Sin embargo, las cifras en nuestro país demuestran que faltar al colegio y caer en el ausentismo es muy común. Los motivos son diversos y varían desde situaciones graves (problemas de salud o niños que trabajan con sus padres) hasta las ganas de dormir un poquito más o evitar el frío invernal.
Se apeló en la Cámara de Diputados cuando se aprobó en particular un artículo que retiraba la subvención por asistencia a las escuelas y liceos públicos. De este modo se financia actualmente la educación pública es poco realista, dado que la realidad de las distintas escuelas es tan variada, que no se puede esperar que todos los niños lleguen a clases con la misma frecuencia si deben enfrentarse a distintos obstáculos y situaciones de vida. Esto pondría a algunas escuelas en una situación adversa a la hora de recibir su manutención.
Si bien estamos de acuerdo con que la entrega de subvenciones debe ser estable y no regirse por un indicador variable como la asistencia, método que hace que muchas escuelas no sepan mes a mes si podrán cumplir sus compromisos en materia de recursos económicos, esta medida no ataca por sí misma el ausentismo escolar crónico que carcome a la educación pública, que alcanza a un 40 por ciento en ésta y que se ve enmascarada por los promedios entregados a los sostenedores para que se calcule la subvención.
Para entender este fenómeno y sus consecuencias, hablamos de que un niño sufre de ausentismo escolar crónico cuando falta un 10 por ciento o más de los días lectivos. En Chile este problema se ve escondido por las cifras promedio: tenemos alrededor 200 días de clases al año, por lo tanto, ese 10 por ciento de inasistencia corresponde a 20 días. Si un curso tiene 30 niños, y faltan 3 diferentes cada día, observamos un 90 por ciento de asistencia general según la medición promedio y el cálculo que genera el Sistema de Información General de Estudiantes (SIGE), que concentra los datos del Mineduc con fines de subvención.
Los datos individuales, a pesar de estar ahí y poder alertar sobre casos de riesgo, no se consideran más que para efectos de promoción escolar, para la cual se exige un 85% de asistencia y cuando ya es demasiado tarde para revertir el problema individual y los aprendizajes ya se han perdido.
Como Fundación Educacional Oportunidad hemos realizado estudios sobre la importancia de la asistencia escolar y hemos visto que, toda inasistencia, sea por motivos justificados o no, puede mermar los aprendizajes de los niños. A través de campañas, tanto internas —en las escuelas que son apoyadas por la Fundación a través de sus distintos proyectos, donde la batalla contra el ausentismo es un pilar— como en los medios, hemos tratado de crear conciencia sobre el problema. Nos hemos agrupado con otras organizaciones vinculadas a la educación, tanto del ámbito público como privado, para generar sinergias que nos permitan enfrentar la situación con mayores y mejores herramientas.
Además, según investigaciones en la materia, principalmente realizadas por el programa estadounidense “Attendance Works”, el ausentismo escolar perjudica directamente el desarrollo de las habilidades de lenguaje y matemáticas en pre básica, la convivencia escolar, más tarde los resultados académicos y, en el segundo ciclo de enseñanza básica, es el mayor predictor de deserción escolar. Algunos estudios vinculan el ausentismo crónico incluso con periodos más largos de cesantía y sueldos más bajos en la vida laboral, y mayores tasas de embarazo adolescente, drogadicción y delincuencia.
Y es que la realidad del ausentismo escolar crónico es más grave que sólo la mayor o menor entrega de recursos a las escuelas afectadas por parte del Estado: la inasistencia a clases a un niño que vive en un contexto de vulnerabilidad es exponerlo a situaciones que pueden resultar negativas para él: sin duda quedan, como hemos dicho anteriormente, muchos aprendizajes de lado. Pero los niños también dejan de recibir la alimentación que le proporciona el establecimiento educacional y es también posible que se involucre en situaciones de riesgo. Entre nuestros roles como Fundación Educacional Oportunidad, se encuentra el ayudar a mantener a los niños y niñas dentro del sistema educacional, donde podamos protegerlos y dedicarnos de manera positiva a entregarles educación de calidad y a formar individuos integrales.
*Marcela Marzolo es Directora Ejecutiva de Fundación Educacional Oportunidad.