Informe final: Comisión Canadiense por la verdad y la reconciliación

Este documento es el resultado de un largo proceso de la Asamblea de las Primeras Naciones de Canadá, que busca y exige en forma sistemática, por más de 200 años, el respeto a sus derechos como pueblos originarios: por su territorio, cultura, visión de su vida y el derecho de regir sus destinos.

Este documento es el resultado de un largo proceso de la Asamblea de las Primeras Naciones de Canadá, que busca y exige en forma sistemática, por más de 200 años, el respeto a sus derechos como pueblos originarios: por su territorio, cultura, visión de su vida y el derecho de regir sus destinos.

Este documento es el resultado de un largo proceso de la Asamblea de las Primeras Naciones de Canadá, que busca y exige en forma sistemática, por más de 200 años, el respeto a sus derechos como pueblos originarios: por su territorio, cultura, visión de su vida y el derecho de regir sus destinos. La lucha por estos derechos ha sido prolongada y ha sufrido la represión y la exclusión del Estado Canadiense. Esta no es una responsabilidad de un grupo sino la negligencia colectiva de los que se plantearon como dueños de lo que no les pertenecía y actuaron con violencia, racismo y arrogancia. El informe indica que “para la reconciliación futura es necesario hacer honor a la verdad”.  Una verdad válida para todos los pueblos aborígenes o indígenas pre- colonización que fueron despreciados y, en muchos casos sufrieron su exterminio por la exclusión y genocidio. La colonización estableció el despojo y se apoyó en la represión. No fue idéntica en el mundo, pero los principios de abuso, racismo, desprecio y pretensión de ser dueños de todo. Incluso, negándoles la condición de ser humanos y de tener derechos a tener sus ideas, visiones, religiones, idiomas…

Introducción:

Por más de un siglo, los objetivos centrales de la política de la política canadiense hacia los pueblos aborígenes era eliminar los gobiernos aborígenes; ignorar los derechos aborígenes; terminar con los tratados y, a través de un proceso de asimilación obtener que los pueblos aborígenes dejarán de existir como una entidad legal, social, Cultural, religiosa y como entidades raciales en Canadá. El establecimiento y la operación de escuelas residenciales eran un elemento central de esta política, que puede ser descrita como un ” genocidio cultural”..

Genocidio físico, es el asesinato masivo de los miembros de un grupo determinado. El  genocidio biológico es la destrucción de la capacidad reproductiva de estos grupos. El genocidio cultural es la destrucción de estas estructuras y prácticas que permiten a un grupo continuar como tal. Los estados que se embarcan en el genocidio cultural buscan la destrucción política y social de las instituciones del grupo que desean eliminar. Se les confisca la tierra y las poblaciones son forzadas a trasladarse y, además, su movilización está restringida. Los idiomas autóctonos son prohibidos. Los líderes espirituales son perseguidos, las prácticas espirituales también prohibidas. Los objetos de valor espiritual son confiscados y destruidos. Y, aún de mayor significación en relación al problema que se discute, las familias son desarticulada y se les prohíbe la transmisión de sus valores culturales e identidad de una generación a la siguiente.

En su relación con las poblaciones aborígenes canadiense, Canadá hizo todas estas cosas.

Canadá tomó control de las tierras aborígenes. En algunos lugares, Canadá negoció tratados con Primeras  Naciones; en otros zonas, la tierra fue simplemente ocupada o despojada. La negociación de los tratados, que parecía honorable y legal, a menudo fue marcada por  el fraude.  Y   Canadá fue lenta, y aún sigue siéndolo, para implementar sus provisiones y la intención de establecerlas legalmente.

En ocasiones, el gobierno canadiense  forzó a las Primeras Naciones a reubicar sus reservas lejos de zonas ricas en cuanto a su capacidad agrícola, o con grandes recursos en el subsuelo, llevándolos así a tierras económicamente muy distantes y económicamente marginales. .

Sin autoridad legal ni fundamentos, en 1880 Canadá creó un sistema de “pases” (o de permiso de circulación regional) cuya intención fue la de confinar a los pueblos de las Primeras Naciones a sus reservas.

Canadá re-emplazó las formas existentes de gobierno aborigen por Consejos de Banda,  relativamente sin poder, cuyas decisiones podía anular y a los dirigentes, deponerlos. Con este sistema eliminó el poder de las mujeres Aborígenes, las que tenían una influencia significativa y posiciones de poder en muchas de las Primeras Naciones, incluyendo a Mohawks, Carrier y Tinglit.

Canadá negó el derecho a participar en forma plena en las decisiones políticas económicas y sociales de la vida de aquellos pueblos originarios que rechazaron abandonar su  identidad aborigen.

Canada puso fuera de la ley las prácticas espirituales de los pueblos aborígenes, encarceló a sus líderes espirituales y confiscó los objetos sagrados.

Además, Canadá separó a los niños de sus padres, enviándolos a escuelas residenciales. Esto fue hecho, no para educarlos, sino fundamentalmente para quebrar el lazo de la cultura y de la identidad. Para justificar la política de las escuela residenciales del gobierno, quien fue su primer Primer Ministro de Canada, Sir John A. McDonald, dijo en el parlamento en 1883: “cuando la escuela está en la reserva el niño vive con sus padres, los que son salvajes; está rodeado por salvajes y aunque él puede aprender a leer y escribir, sus hábitos, su formación y su modo de pensar son indígenas Él es simplemente un salvaje que puede leer y escribir. Se me hecho mucha presión como jefe del departamento de niños indígenas para retirarlos lo más posible de la influencia de sus padres. Esto sólo puede ser hecho colocándolos en centros escolares industriales de entrenamiento donde ellos van a adquirir los hábitos y el modo de pensar del hombre blanco.

Esta medida fueron parte de una política coherente para eliminar al pueblo aborigen como pueblos identificables y asimilarlos entonces a la corriente central canadiense contra sus deseos. El diputado ministro de asuntos indígenas Duncan Campbell Scot esbozo los objetivos de esa política en 1920 cuando dijo al comité parlamentario que “ nuestro objetivo es continuar hasta que no quede un solo indio en Canadá que no haya sido asimilado a lo que es el cuerpo Político nacional.” Éstos objetivos fueron reiterados en 1969 en la política de asuntos indígena del gobierno federal ( a menudo llamada como el “ White Paper”), cuyo objetivo era terminar con la condición de Indígena,  y terminar así, con los tratados que el gobierno federal había negociado con las Primeras Naciones.

El gobierno canadiense continuó con esta política de genocidio cultural porque deseaba retirarse de las obligaciones legales y financieras hacia los pueblos Aborígenes y de esa forma, tomar control de sus tierras y recursos. Si cada persona aborigen hubiese aceptado ser asimilado al  “cuerpo político” planificado por el gobierno, no habrían tenido Reservas, ni Tratados y tampoco  Derechos de los Pueblos Aborígenes.

Las escuelas residenciales rápidamente se transformaron en un elemento central de la política del gobierno federal en la acción ante los pueblos aborígenes. Cuando Canadá se fundó como país, en 1867, las iglesias canadienses ya operaban un pequeño número de estas escuelas para internos de los pueblos aborígenes. En la medida en que las ocupaciones avanzaron hacia el oeste en 1870, los misioneros de la iglesia católica romana y protestantes establecieron misiones y pequeños escuelas residenciales en las regiones de las Praderas, Norte y en Colombia Británica. Muchas de estas escuelas recibían una beca pequeña por estudiantes de parte del gobierno federal. En 1883 el gobierno federal desarrolló tres escuelas residenciales grandes para las primeras naciones en el oeste de Canadá. Los años siguientes el sistema creció en forma dramática. De acuerdo al Informe de 1930 sobre Asuntos Indígenas existían ya 80 escuelas residenciales operando en todo el país. El Acuerdo para el Establecimiento de Escuelas Residenciales Indígenas, entregó recursos, como forma de compensación, para los estudiantes que asistieran a las 139 escuelas residenciales y residencias. El gobierno federal ha estimado que por lo menos 150.000 estudiantes de las Primeras Naciones, Mestizos e Inuits pasaron por este sistema. Así, as Iglesias Católica Romana, Anglicana, Unificada, Metodista y Presbiteriana fueron las denominaciones incluidas por la administración de el sistema escolar residencial, el acuerdo entre el gobierno y las iglesias se mantuvo en pie hasta 1969. A pesar de que la mayoría cerraron hacia 1980, las  Escuelas con apoyo Federal residencial se mantuvieron operacionales hasta 1990.

(Revisión y traducción al español: Dr. José Venturelli, profesor Emérito de Pediatría. Universidad de McMaster. Ontario, Canadá)

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