Antofagasta 1930. Fernando Larraín Sanfuentes, subdirector de una modesta oficina de prensa, concluye su labor y se prepara para volver a casa. La jornada ha sido larga, son las dos de la madrugada y el cansancio se hace sentir, pero una visita inesperada cambiará el rumbo de esa noche. Romilio Llanca, obrero sindicalista, se presenta en su oficina en busca de un consejo: esa misma noche ha asesinado a su mujer y, desorientado por el brutal acto, espera de Larraín la orientación y objetividad de un hombre serio.
Larraín, aristócrata venido a menos, ha perdido su familia, su trabajo y el imprescindible status por la vida bohemia y los vicios que lo relegaron a ese inhóspito rincón del mundo como una última esperanza de salvación. De esta forma, somos testigos de lo que transcurre en esa olvidada oficina del norte, en la que el tiempo se detiene mientras cada uno de los personajes irá narrando los avatares de sus truncadas existencias. Así comprendemos que, pese a sus diferencias de clase, ambos han destruido sus vidas y han tocado fondo, en un dialogo que alterna el soliloquio de los personajes para retratar las contradicciones del ser humano, sus anhelos y esperanzas.
La sólida interpretación de Luis Dubó en el papel de Romilio Llanca, logra transmitir la emoción y las pequeñas alegrías del hombre humilde, del trabajador forjado a pulso, del que se hace a si mismo frente a la adversidad. El rol de Fernando Larraín es interpretado por Etienne Jean Marc, de impecable desempeño, siendo, quizá, su punto más alto el soliloquio en delirium tremens de un hombre acosado por sus más oscuros fantasmas.
Amparada en una propuesta escenográfica móvil, la oficina de Larraín gira sobre su propio eje durante el trascurso de la obra, y un pasillo exterior rota en sentido contrario, como la representación del “fluir de conciencia” – presente en la escritura de Manuel Rojas –, o como la metáfora de esa larga y angustiante noche en la que los dos hombres encontrarán a través de la mutua confesión, la redención, la ternura y el amor a la vida presentes en toda la obra de Manuel Rojas.
Publicada por la editorial Zig-Zag en 1960, Punta de rieles es la novela más breve de Manuel Rojas, y una de las menos estudiadas y reseñadas, pero que para muchos lectores y algunos críticos es uno de los mejores textos del autor. El escritor y crítico literario, Fernando Alegría, señaló que “Punta de Rieles es la versión directa de un diálogo sin testigos que sostienen dos hombres frente al abismo de la ruina moral”. Asimismo, agrega que esta novela “pudo haber sido escrita en forma de teatro, acaso fue concebida como un diálogo dramático, ya que no hay apartes, ni especulaciones, ni descripciones ambientales, que no salgan de la evocación misma que hacen los personajes. Dos son los protagonistas centrales; uno dialoga en voz alta, el otro, interiormente”. Es así como la Compañía de Teatro La Ermitaña hace real la premonición del crítico chileno y logra sortear con éxito la adaptación de la novela con una impecable puesta en escena y potentes actuaciones de esta trágica y conmovedora historia.
Coordenadas
Centro cultural Matucana 100, sala Patricio Bunster. Jueves a sábado 21:00 hrs. Dom 20:00 hrs.
Ficha artística
Dirección y dramaturgia: Mauricio Roa
Asistente de Dirección: Francisco Jara
Diseñador Integral: Pablo de la Fuente
Elenco: Luis Dubó, Etienne Jean Marc y Mario Ubeira
Música: Mario Ubeira
Producción: Jacinto Bustos y Luisa Urrejola