Una foto vale más que mil palabras, más cuando estamos acostumbrados que en los retratos oficiales los participantes hagan gala de cordialidad. Sin embargo, el Papa Francisco no pudo. Al menos así lo deja ver su rostro retratado al finalizar la reunión con el presidente estadounidense Donald Trump.
La cita duró 27 minutos, mucho menos de lo que se promedia en este tipo de encuentros. En ella también hubo tiempo para el tradicional intercambio de regalos: El líder religioso aprovechó la oportunidad para entregar Laudato Si, la encíclica en la que habla sobre la importancia del cuidado del medioambiente.
La encíclica fue un símbolo entregado para pedirle a Trump que trabaje por la paz, gesto con el que el primer pontífice de origen latinoamericano volvió a demostrar sus diferencias con el sucesor de Obama: defienden modelos económicos y sociales opuestos, y han chocado en temas como la construcción de un muro entre Estados Unidos y México, la asistencia a los pobres, las relaciones con el mundo islámico o la estrategia en Medio Oriente
El magnate llegó a la ciudad del Vaticano acompañado por su esposa Melania; su hija mayor, Ivanka, y su yerno, Jared Kushner, además del secretario de Estado, Rex Tillerson; el asesor de seguridad nacional el teniente general H.R. McMaster, y la vocera presidencial, Hope Hicks, así como otras ocho personas y una intérprete.