En Tijuana, miles de migrantes están esperando para cruzar a los Estados Unidos. Este domingo se organizó una manifestación en este sentido cerca del paso fronterizo cerrado por el gobierno de Estados Unidos. Fue entonces cuando varios cientos de personas decidieron arriesgarse sin más demora. En primer lugar, avanzaron para romper el cerco de la Policía Federal mexicana. Esta última se vio abrumada por el número de hombres, mujeres y niños que corrían hacia la frontera. Algunos lograron escalar una primera barrera.
En total, en pocos minutos, casi 500 personas corrieron para ingresar a territorio estadounidense. La mayoría eran hombres, pero también mujeres con niños, algunos en cochecitos, todos miembros de la famosa caravana que salió de Estados Unidos en octubre para buscar asilo político en Estados Unidos, indica el corresponsal de RFI en San Francisco, Eric de Salve.
Para contrarrestar a la multitud, los guardias fronterizos estadounidenses dispararon gases lacrimógenos. Las familias tuvieron que regresar, escoltadas por la policía mexicana que les pidió que regresaran al estadio donde se encuentran actualmente.
El incidente llevó al cierre del paso fronterizo entre San Diego y Tijuana, uno de los más transitados del mundo, aunque horas después fue abierto nuevamente.
¿Un acuerdo entre los Estados Unidos y México?
Hoy en día, la gran mayoría, alrededor del 80%, de los migrantes centroamericanos que llegan a la frontera, tienen derecho a entrar a Estados Unidos, y es allí donde esperan que un juez les conceda asilo o no.
Donald Trump ha intentado durante mucho tiempo cambiar esta política, que considera demasiado permisiva. El Presidente de los Estados Unidos desea que los solicitantes de asilo permanezcan en México durante todo el tiempo que dure su caso, lo que puede llevar meses o incluso años.
El sábado 24 de noviembre, el Washington Post anunció, citando a la futura ministra del Interior mexicana Olga Sánchez, que México había validado un acuerdo en este sentido. La ministra entrante emitió entonces un extraño comunicado de prensa en el que ni confirmó ni negó su aprobación.
Una vaguedad en torno a una decisión que, de confirmarse, sería una importante concesión del nuevo gobierno mexicano en Estados Unidos. El acuerdo supondría un gran reto para las ciudades fronterizas mexicanas, donde se acumularían los solicitantes de asilo, y especialmente para los propios migrantes, que quedarían atrapados en condiciones precarias en zonas plagadas de tráfico de drogas.
La contrapartida de este acuerdo sería una fuerte inversión económica por parte de Estados Unidos en el sur de México y Centroamérica, afirma el diario español El País. “A cambio, México pretende obtener un doble compromiso por parte del Gobierno de Donald Trump. Según ha podido saber este diario de fuentes de la Secretaría de Exteriores y de uno de los gobiernos centroamericanos implicados, el plan incluye un acuerdo de desarrollo e inversión con Estados Unidos en el sur de México, la zona más olvidada del país”, apunta el periódico.
“El objetivo, según estas fuentes, es lograr más de 20.000 millones de dólares en el sexenio, principalmente de inversión privada, con la anuencia o la promoción de Estados Unidos. Las fuentes consultadas creen que Trump no ve con malos ojos este plan, aunque son conscientes que deben lidiar también con el ala más dura de su Administración, partidaria de la construcción del muro fronterizo, que considera que el problema migratorio no es asunto de Estados Unidos”, agrega El País.