Asume sus responsabilidades, dentro y fuera del terreno de juego: Megan Rapinoe, capitana del “Team USA”, fue designada mejor jugadora del Mundial femenino, además de llevarse la Bota de Oro de máxima goleadora, en un torneo ganado por su equipo. Y esta declarada anti-Trump lo ha prometido, no irá a la “p… Casa Blanca” a festejar el título.
Es el segundo Mundial, tras el ganado en 2015, que se lleva la delantera del pelo teñido de rosa, de los cuatro ganados por las jugadoras estadounidenses. Y esta zurda de 34 años no pasará desapercibida en la historia del fútbol femenino.
“Estoy cada vez más vieja, y ser capaz todavía de vivir estos momentos, es simplemente increíble. Ha sido una larga aventura. ¡Pasan tantas cosas que la gente no ve!”, afirmó tras la final.
“Con la edad, me hago cada vez más sensible. Estoy emocionada. Ver a esta equipo triunfar, vivir este momento. Es verdaderamente especial. Estaba toda mi familia, mis amigos. Voy a dejar pasar la noche, festejar todo esto”.
“Es verdaderamente extraordinario, surrealista”, añadió.
Exjugadora del Lyon
Y la delantera que inauguró el marcador en la final, rindió homenaje a su compañera Rose Lavelle, diez años más joven, que marcó el segundo tanto en el partido del título contra Holanda (2-0) y se ha convertido en la revelación del torneo, siendo declarada tercera mejor jugadora del Mundial.
“Rose Lavelle ha regateado muy bien, ha abierto el juego. No es una estrella emergente, es ya una superestrella”, subrayó Rapinoe.
“No nos rendimos nunca, estamos unidas y nos entregamos al máximo para ganar”, se extendió.
En este Mundial, la jugadora nacida en Redding (norte de California) marcó seis goles, igual que su compatriota Alex Morgan y la inglesa Ellen White.
Estaba también empatada con Morgan en el baremo de asistencias (tres cada una), pero se llevó la Bota de Oro al haber jugado menos minutos que su compatriota (394 frente a 445).
La exjugadora del Lyon (desde enero de 2013 hasta febrero de 2014), donde se jugó la final, encauzó el partido contra Holanda al anotar un penal acordado, tras recurrir al VAR, por una falta cometida sobre Alex Morgan.
Eso le sirvió para repetir una celebración que se ha hecho célebre, con un brazo hacia arriba y otro hacia abajo, con una gran sonrisa en los labios.
“Falta de respeto”
La delantera del Seattle Reign fue después sustituida en el minuto 79, cuando la victoria estaba casi asegurada con el 2-0, cosechando los aplausos de los 20.000 seguidores estadounidenses presentes en Lyon.
Después se la vio departir ampliamente con el presidente francés Emmanuel Macron cuando se dirigía a recoger el trofeo de campeona del mundo.
Aunque se siente “profundamente estadounidense”, no canta el himno de su país para protestar contra la política de Donald Trump con las minorías. Y este emblema de la lucha LGBT siempre dijo que no iría a festejar este cuarto título mundial femenino de Estados Unidos a la Casa Blanca si el presidente invitaba a la selección.
“No pelea por lo mismo que nosotros”, repitió, apoyada en su decisión por su compañera Ali Krieger, y aparentemente por otras componentes del equipo estadounidense.
Pero Rapinoe también defiende con vehemencia otras cosas como las diferencias de trato en los salarios en el fútbol masculino y femenino.
Y el sábado en la rueda de prensa previa a la final, no dudó en atacar a la FIFA, hablando de una “falta de respeto” por haber programado la final del Mundial femenino el mismo día que las finales de la Copa América y de la Gold Cup.