La primera vez que Pablo Carrasco se paró en el podio de director ante la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile fue a comienzos de este año. Se hizo cargo de preparar parte de los conciertos que abrieron la temporada 2019, colaborando con una labor que luego asumió Helmuth Reichel.
Su debut oficial, en cambio, se produce por estos días: Pablo Carrasco será el responsable de guiar a la agrupación en el concierto que realizará este viernes 20 en el Teatro Caupolicán, tal como lo hizo el pasado fin de semana en la Universidad Federico Santa María de Valparaíso. En ambas ocasiones, el programa consiste en el tradicional Carmina Burana de Carl Orff.
“Fue emocionante y muy potente”, dice sobre esa presentación, que antecede la llegada de la orquesta a la emblemática sala de calle San Diego, junto al Coro Sinfónico de la Universidad de Chile y una alineación de solistas que incluye a la soprano Tabita Martínez, el tenor Brayan Ávila y el barítono Ramiro Maturana. “Son de lujo, yo no me canso de decirlo. Pueden cantar en cualquier parte del mundo y no va a ser fácil volver a unirlos a los tres”, advierte.
Carrasco se formó en dirección coral con Guido Minoletti y en dirección orquesta con David del Pino, siempre en la Universidad de Chile. Sus primeros pasos fueron justamente conduciendo elencos corales, pero luego ha trabajado con orquestas juveniles y con agrupaciones como la Orquesta Usach, la Orquesta de Cámara de Chile o la Sinfónica de la Universidad de Concepción, de la cual es director residente.
Es ese pasado vocal, dice, el que marcará la versión que la Sinfónica presentará de Carmina Burana, una pieza recurrente en las programaciones: “Tengo la pequeña ventaja, de verdad pequeña, de que fui cantante y director de coro. Me tocó cantar esta obra y tengo una mirada más vocal que instrumental de ella”, explica.
“Lo que he hecho en esta interpretación es ceñirme lo más posible a la partitura. La misma gente de la orquesta y del coro me han dicho que les ha llamado la atención, que nunca habían interpretado la obra con las indicaciones que estaban puestas por el mismo compositor. He tratado de ser lo más fiel a lo que escribió Orff. Hay muchas cosas que se hacen por alto o no se hacen, por distintos motivos, y he tratado de darle harto énfasis a esos pequeños detalles”, añade el conductor, quien también ha participado del proyecto Réquiem por Chile.
La Sinfónica ha tocado en escenarios poco habituales y al aire libre durante el último tiempo. ¿Qué significa ir ahora al Caupolicán?
Soy de la idea de que una de las labores que tenemos los músicos es sacar la música de los teatros habituales, porque hay mucha gente que no tiene ni el tiempo ni el dinero ni el interés, la verdad, porque a lo mejor nunca han escuchado estas cosas. Siempre es bueno sacar la música de los teatros habituales y llevarla a la gente.
Creo que nuestra labor es llevar la música a la gente, nos hemos alejado un poco de la realidad social, por decirlo de alguna manera, y muchos ven la música docta como algo muy elitista. Creo que eso ha sido un error nuestro también, que nos encasillen en eso, porque no lo hacemos nosotros, así que me parece fantástico que la Orquesta Sinfónica haya hecho esos conciertos. Se lo comenté a varios amigos de la orquesta, que me emocionaba, porque es algo que no se había visto.