A 50 años del triunfo presidencial de Salvador Allende y la Unidad Popular como proceso revolucionario, democrático y popular que buscaba conquistar la segunda independencia de Chile[i], es importante significar, desde la mirada del sur, el estrecho vínculo de Allende con la gesta anticolonialista argelina y la lucha por su autodeterminación e independencia.
En su larga trayectoria como luchador social y político, parlamentario y luego como presidente de Chile, Salvador Allende Gossens fue coherente con los principios de la autodeterminación y la independencia de los pueblos. Lo que plasmó en acciones y pronunciamientos en solidaridad con la lucha de los pueblos por su libre autodeterminación e independencia frente a los centros de poder del colonialismo y neocolonialismo Occidental, y ante la agresión Imperialista en contra los pueblos de África, Asia, Oceanía y América Latina y el Caribe.
Desde el Senado de Chile, al expresar, en 1959, su decidido apoyo a la histórica decisión del presidente Gamal Ader Nasser de nacionalizar el Canal de Suez, Allende definió su visión y rechazo al colonialismo y el combate por la autodeterminación e independencia de los pueblos:
“Reiteradamente hemos expresado, desde estos bancos nuestra adhesión a los pueblos que luchan por su independencia económica, por su autodeterminación. Hemos sido y somos, por nuestra posición doctrinaria, contrarios al colonialismo que desarrolla las grandes potencias y hemos golpeado rudamente la conciencia del Senado y del país para destacar también como la penetración imperialista junto con deformar la economía de los países pequeños, contribuye a su deformación política ya su sumisión”.
“Nosotros solidarizamos ampliamente con los movimientos nacionales y anticoloniales de los países árabes. Tenemos plena conciencia de las condiciones internas de vida que por desgracia prevalecen todavía en esos pueblos sabemos que en muchas partes de ellos existe atraso que viven una etapa feudal en el desarrollo de su economía. Por eso, estimamos de absoluta justicia su lucha denodada frente al tutelaje colonial que quiere mantenerlos en la dependencia económica y el sojuzgamiento político”[ii].
Como socialista internacionalista, Allende planteó como un imperativo recuperar y nacionalizar los recursos naturales estratégicos de los países del Tercer Mundo, para conquistar una real independencia económica frente al capitalismo expoliador del norte (Estados Unidos y Europa). Para ello, impulsaba una alianza amplia sur-sur, sin fronteras ideológicas, basada en el no alineamiento y la no injerencia en los procesos soberanos de cada país. Esos principios, los plasmó con activas acciones de solidaridad con las organizaciones de trabajadores y los movimientos de liberación en lucha por su descolonización e independencia frente a las potencias coloniales de la época.
En coherencia con su posición anticolonialista y antimperialista, Allende fue categórico en su apoyo a la causa independentista argelina y su heroica guerra de liberación liderada por el Frente de Liberación Nacional (FLN) contra el colonialismo francés[iii]. Relación que profundizó como presidente de Chile con la República Argelina Democrática y Popular.
En la III Reunión del Comité Consultivo de Partidos Socialistas de América Latina realizada en abril de 1956, Allende y los socialistas chilenos[iv] promovieron una declaración final en la que reafirmaban su visión sobre la relación entre colonialismo e imperialismo:
“El socialismo considera cómo imperialismo toda tendencia movida por el intento de anexión y subordinación de una nación por otra, lo cual significa un atentado contra el derecho de autodeterminación de los pueblos” precisando que: “El socialismo califica imperialista no sólo a la anexión física, sino que todos los actos que conduzcan a la subordinación militar, económica, política cultural y religiosa de los pueblos por un poder extranjero”.
En enero de 1966, Salvador Allende fue activo protagonista de la Conferencia Tricontinental de los Pueblos, celebrada en la Habana, Cuba, que dio origen a la Organización de Solidaridad para África, Asia y América Latina (OSPAAL). Por iniciativa la delegación chilena, se creó también, con el acuerdo de las 27 delegaciones presentes de América Latina y el Caribe, la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) que realizó su primera Conferencia Constituyente en agosto de 1967[v].
Activo apoyo a lucha por la independencia de Argelia.
Un momento destacado del apoyo de Allende a la guerra de liberación argelina, se produjo el 19 de noviembre de 1961 en el Teatro Imperio -en el centro de la capital de Santiago-, al participar en el acto de homenaje a los mártires de la lucha por la independencia argelina, organizada por la Unión Nacional Árabe de Chile y el Comité chileno por la autodeterminación de Argelia. En este masivo encuentro, el senador Salvador Allende, pronunció un vibrante discurso en apoyo a la independencia y a la guerra de liberación argelina. Al solemne y masivo acto, asistieron los altos representantes de la delegación permanente para América Latina del Gobierno Provisional de Argelia, Mabrouk Belhusein y Mohamed Kalache, quienes cumplían una gira oficial con el objetivo de establecer vínculos políticos e informar sobre de la lucha independentista argelina.
La delegación del Gobierno Provisional argelino fue recibida, al día siguiente del acto solidario, oficialmente por el senador Salvador Allende en la sede del Senado chileno. Como organizador del encuentro, Allende invitó a varios parlamentarios para escuchar a los dirigentes argelinos[vi].
Pueblos unidos por la soberanía económica y el socialismo.
Al asumir como presidente de Chile, Salvador Allende buscó desarrollar como política de Estado, los lazos previamente construidos con Argelia en torno a los grandes temas compartidos.
Lo primero que hizo fue designar a un embajador de su confianza política, nombrando a Eduardo Salum como embajador de Chile ante Argelia. Su nuevo embajador no era un diplomático de carrera, sino un intelectual con quién Allende compartía principios y posiciones políticas e internacionales claras y definidas. Salum, socialista de origen chileno-sirio, era un activo militante anticolonialista e internacionalista y su hermano Marco Antonio Salum, había sido el principal impulsor en la década de los 50 del movimiento de solidaridad chileno con el FLN argelino.
En la presentación de sus cartas de credenciales ante Argelia, el embajador Salum expresó la importancia política y la proyección histórica que Allende y el gobierno popular le asignaban a la relación con Argelia:
“Los destinos y las trayectorias de nuestros dos gobiernos se tocan. Ambos preparamos el terreno para la construcción del socialismo, mediante la adopción de medidas para recuperar nuestra riqueza nacional. Esta es la única forma de asegurar la soberanía absoluta, imposible de obtener si todavía existe dependencia económica. La autonomía política nacional no es suficiente para asegurar el desarrollo de los pueblos.”[vii].
Salvador Allende fue el primer presidente de Chile que visitó Argelia, (y hasta ahora el único). En su política internacional expresó con coherencia un compromiso con la liberación y la causa de la independencia argelina. En la dimensión bilateral, compartió una visión estratégica con el gobierno del presidente Houari Boumediene sobre la nacionalización de los recursos naturales estratégicos para asegurar el desarrollo, la independencia y soberanía económica, como fue el Cobre para Chile y los hidrocarburos para Argelia. Ambos gobiernos, definían la lucha por el socialismo como parte de un proyecto integral de liberación de sus pueblos para conquistar una efectiva autodeterminación e independencia económica, social y cultural.
Más allá de la distancia geográfica, Chile y Argelia se identificaron como parte de un Tercer Mundo en lucha por su liberación con una vía propia hacia el socialismo, basada en la conquista de la independencia económica nacional, en el antiimperialismo y el no alineamiento. La vía chilena al socialismo de Allende “con sabor a vino tinto y empanadas”, encontraba así un correlato e identificación con la revolución argelina de Boumediéne que señalaba que: “Nuestro socialismo está inspirado en la filosofía del tercer mundo”[viii]
Allende y el Movimiento de Países No Alineados (MNOAL)
En septiembre de 1971, el presidente Salvador Allende Gossens, integró a Chile al Movimiento de Países No Alineados (MNOAL). Para el gobierno de la Unidad Popular, el MNOAL representaba los principios de la solidaridad con las luchas de liberación de los pueblos ante el colonialismo y la dominación imperial, la cooperación entre los pueblos del sur con pluralidad ideológica. Para Allende, aquellos principios hacían necesaria la participación de Chile en los No Alineados. Una decisión que se potenciaba aún más desde una convicción socialista, libertaria y autónoma como expresión internacional del camino emprendido por el pueblo chileno, como lo señalara en su primer mensaje a la nación ante el Congreso Nacional, en mayo de 1971:
“La política internacional del Gobierno de la Unidad Popular no es sino la proyección en el plano externo de la forma como se ha concebido y definido nuestro quehacer histórico: iniciar en nuestra Patria la construcción del socialismo como único camino eficaz para que las grandes masas, encabezadas por el proletariado, alcancen el pleno ejercicio del poder y el justo uso de la riqueza común”[ix].
El presidente Allende anuncio la incorporación de Chile al MNOAL en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Una vez integrado al MNOAL, el gobierno chileno participó activamente en las reuniones de Georgetown Guyana, y luego en la Conferencia de Argel, celebrada en los primeros días de septiembre de 1973. A esta última importante Cumbre, el presidente Allende se proponía asistir, sin embargo, no pudo hacerlo por la compleja situación interna previa al golpe y envió como su representante personal al canciller Clodomiro Almeyda.
Soberanía y autodeterminación de los pueblos.
En mensaje que envió a la Reunión Especial de la Organización de la Unidad Africana[x] y la Comisión Económica para el África realizada en 1971 en Addis Abeba, Etiopía, el presidente Allende señaló que: “En los momentos que iniciáis a nivel ministerial, los trabajos preparatorios para la participación de las Naciones africanas en la conferencia los 77 países en desarrollo, de Lima y en la Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo que tendrá lugar en Santiago en abril próximo, quiero expresar en nombre del gobierno y del pueblo de Chile nuestra solidaridad con los pueblos y los gobiernos de ese gran continente en su lucha para vencer el subdesarrollo, derrotar definitivamente el colonialismo en todas sus formas y afirmar la dignidad de los hombres y mujeres que lo habitan.
El gobierno Popular de Chile adhiere, sin reservas, a los ideales de paz, de justicia, de libertad y de igualdad que inspiran a las Naciones Unidas. Por su actualidad, por la creciente necesidad de su aplicación universal, quiero singularizar el principio a la autodeterminación de los pueblos, de la manera más amplia, es decir, autonomía y libertad para gobernarse según la voluntad de sus propios ciudadanos, para conducir, sin interferencias extrañas, sus relaciones exteriores y el derecho inalienable de los mismos a disponer soberanamente de sus recursos naturales.”.
Como consecuencia de tal posición, Chile, que acaba de adherir a todas las declaraciones de los países no alineados, particularmente las de la Conferencia de Lusaka, está al lado de todos los pueblos que luchan por su independencia política y económica, esta contra el colonialismo, sus remanentes y formas disfrazadas, está contra el racismo y las discriminaciones raciales sean legales o de facto.”[xi]
En abril de 1972, se celebró Santiago de Chile, la Tercera Conferencia de la UNCTAD, donde el presidente Allende hizo oír su voz en defensa de la recuperación de los recursos naturales de los países del tercer mundo, planteando la necesidad de un nuevo orden económico internacional.
Su discurso ante la UNCTAD resultó premonitorio respecto de los grandes problemas mundiales de hoy en relación con la actual globalización capitalista, al plantear como centro de sus denuncias y de sus propuestas la necesidad de enfrentar la dependencia estructural de los países del sur frente al capitalismo desarrollado del norte. Hizo hincapié en la necesidad de controlar el poder de las grandes corporaciones transnacionales y al capital especulativo y financiero, los que atentaban y atentan contra la soberanía económica de los pueblos. Señalo también, que era imperativo enfrentar el problema de la deuda externa que amenazaba estructuralmente los procesos de independencia económica y la necesidad de recuperar los recursos naturales y energéticos de los países del tercer mundo, para asegurar la plena soberanía y la real liberación de los países en vías de desarrollo.
El presidente Allende en Argelia.
Durante los días 5 y 6 de diciembre de 1971, el presidente Salvador Allende efectuó una visita de Estado a la República Democrática y Popular de Argelia. En un gesto de amistad fue recibido en el aeropuerto de Argel por el propio presidente Houari Boumediene en compañía de todos sus ministros con una guardia de honor del Ejército argelino. Posteriormente, en el Palacio del Pueblo (donde se hospedo la comitiva), los presidentes Boumediene y Allende, su señora Hortensia Bussi y comitiva, vieron el histórico filme la Batalla de Argel del cineasta Gillo Pontecorvo[xii].
Al finalizar el histórico encuentro, ambos gobiernos emitieron un comunicado conjunto, en el cual reflejaron la amistad; la profunda comprensión sobre temas cruciales en el ámbito de la cooperación y las transformaciones económicas, sociales y culturales necesarias en ambos países y la coincidencia en temas internacionales en el Movimiento de Países No Alineados.
El comunicado, señala, que el presidente Allende le expresó al presidente argelino, el reconocimiento del pueblo y del gobierno chileno por el apoyo enérgico y la solidaridad que Argelia expresó a Chile en su batalla contra la expoliación que las empresas multinacionales imperialistas efectuaban sobre las riquezas básicas chilenas. A su vez, se destaca, que Argelia expresó su aprecio por la política chilena para la edificación de una economía nacional independiente, al servicio de la construcción de una sociedad justa, señalando que Argelia expresa su convicción que los sucesos del pueblo chileno y de otros pueblos de América Latina contra las fuerzas de explotación extranjera son auténticas contribuciones a la liberación general de los pueblos del tercer mundo.
En el comunicado abordan también, propuestas comunes para consolidar el MNOAL y asegurar éxito de la conferencia cumbre que tendría lugar en Argel en 1973. Además, los presidentes examinaron la situación en el medio oriente y condenaron la ocupación de los territorios árabes y manifestaron su respaldo a la lucha de los pueblos africanos y asiáticos por conquistar y defender su independencia nacional.
Finaliza con los agradecimientos del presidente Salvador Allende y su comitiva, expresando su profundo reconocimiento por la acogida fraternal de Argelia y formalizando una invitación al presidente del Consejo de la Revolución y presidente del Consejo de Ministros de la República Argelina Democrática y Popular Houari Boumediene a efectuar una visita oficial a Chile, en fecha que sería establecida posteriormente[xiii].
La estrecha relación de Allende con Argelia se reflejó de un modo importante en la solidaridad argelina con el pueblo chileno y la drástica condena de Argelia al golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. Su solidaridad activa se materializó en el otorgamiento de refugio y asilo a miles de chilenos. Años después, terminada la dictadura, en la primera visita de Estado de un presidente de Argelia a Chile, aquella relación y amistad se expresó simbólicamente con la visita del presidente Abdelaziz Bouteflika al mausoleo donde se encuentran los restos del presidente Salvador Allende para rendirle un homenaje en nombre del pueblo y gobierno argelino[xiv].
[i] Salvador Allende. (1970) Nacionalización del cobre. En MARTNER Gonzalo (1992) Compilador.” Salvador Allende 1908-1973. Obras Escogidas”. Centro de Estudios Políticos Latinoamericanos Simón Bolívar y Fundación Presidente Allende (España), p. 302.
[ii] Archivo Salvador Allende. Intervención del senador Salvador Allende en el Senado de la República, 7 de noviembre de 1956, p. 129.
[iii] Sobre el tema ver: Frantz Fanon (2012). Sociología de una revolución. Editorial Tolemia. (Argentina).
[iv] Clodomiro Almeyda, Aniceto Rodríguez, Salomón Corbalán, Víctor Barberis, Homero Julio y Raúl Ampuero, destacaron, entre otros, por su solidaridad con la lucha independentista argelina.
[v] Silva, Esteban (2010) África y Chile. Soberanía autodeterminación e independencia. https://radio.uchile.cl/2010/07/19/africa-y-chile-soberania-autodeterminacion-e-independencia/
[vi] Mundo Árabe (30 de noviembre de 1961). Concentración Patricia de Homenaje y Adhesión a Argelia. Págs. 21 y 22.
[vii] Palieraki, Eugenia (2020) Chile, Algeria, and the Third World in the 1960s and 1970s. Revolucion Etangled. En: Tomas C Field Jr, Stella Krepp, Vani Pettina (2020) Latin America and the Global Cold War. The University Of North Carolina Press. Estados Unidos. Pg. 290.
[viii] FRANCOS Ania y SÉRÉNI, J.P. (2017). Un Algérien nommé Boumediéne. Éditions ASSNNI, Algerie. p293
[ix] Silva, Esteban (2016). Salvador Allende el MNOAL y Chile hoy. Hispan TV. En: https://www.hispantv.com/noticias/opinion/328591/salvador-allende-movimiento-paises-no-alienado-chile-unasur-celac
[x] La Organización de la Unidad Africana fundada en 1963, fue remplazada el 2002 por la Unión Africana (UA) conformada por 55 Estados Africanos, y tiene su sede central en Addis Abeba, Etiopía.
[xi] Archivo, Salvador Allende. “Allende frente al mundo”, 1990, pág. 156.
[xii] Amorós, Mario (2013). Allende. La Biografía. Grupo Zeta Editores, (Venezuela.) pg.439
[xiii] En Mundo Árabe (1 diciembre de 1972.) Chile en Argelia. Págs. 1 y 2.
[xiv] Esteban Silva (2020). Las Relaciones chileno-argelinas. https://radio.uchile.cl/2020/07/05/relaciones-chileno-argelinas/