Nos demoraremos un buen tiempo para poder comprender el vacío que la partida de María Ester Feres deja para todos y todas aquellas que desde su ámbito profesional o su papel de dirigentes sindicales intenta construir un mundo más justo. Porque su acción, sus estímulos, sus aportes y virtudes se desplegaron en una gran variedad de ámbitos, desde los estrictamente profesionales a los más personales.
Lo más visible fue sin duda su contribución a la disciplina del derecho laboral y su incansable batalla por liberarla de influencias empresariales y restituirla a su esencia de tutela de los/as trabajadoras en la asimetría estructural que caracteriza la relación laboral capitalista. Los principios internacionalmente reconocidos de la libertad sindical, de la autonomía colectiva, representaban para ella los bastiones de un discurso que chocaba sin compromisos con el modelo de relaciones laborales chileno diseñado por el Plan Laboral de José Piñera y que reducía la acción individual y colectiva de los trabajadores a sus mínimos términos.
María Ester, nutría esta posición mediante el constante énfasis y llamado a la interdisciplinariedad, para que el derecho laboral saliera de su estrecha cancha y se confrontara con otras disciplinas como la economía, ciencias sociales, salud pública y para que estas hicieran lo mismo con el fin de construir un saber más allá de lo tradicional, más rico y actualizado para abordar los desafíos de la realidad cambiante y hacer propuestas integrales. Desde el Centro de Relaciones Laborales del Universidad Central que ella dirigía, logró finalmente concretar esta aspiración con la creación de una “Maestría internacional en trabajo y relaciones laborales” que contaba con las colaboraciones de prestigiosas academias europeas como la Universitá degli Studi di Bologna y la Universidad de Castilla La Mancha.
En el fondo, María Ester no paraba de desafiarnos con su profunda inquietud intelectual, y su constante invitación a poner en discusión supuestas certezas y atreverse a actualizar los tradicionales esquemas de análisis de la realidad. Para eso recordamos su ávida lectura y reflexión sobre las transformaciones del mundo del trabajo, el impacto de las nuevas tecnologías y sus desafíos, la importancia de la dimensión de género, el estado de las democracias latinoamericanas.
La subordinación de las mujeres y la precariedad de sus condiciones de empleo y trabajo fue sujeto particular de su análisis de la realidad nacional y parte de sus luchas, razón por la cual desde el movimiento feminista se reconoce su compromiso y sus valiosos aportes en el ámbito del trabajo.
Todo esto se traducía en un compromiso personal inagotable, una disponibilidad para escuchar, criticar, aportar conocimiento, ayudar a comprender mediante clases en pregrados y posgrados, capacitaciones, asesorías, reuniones, seminarios y viajes… María Ester compartía y discutía con todos: políticos, empresarios, trabajadores y dirigentes sindicales, y académicos sin nunca ceder en lo medular de su discurso, que lo importante era el poder y su inicua distribución social y que era necesario aportar profundas reformas que limitaran el despotismo propio de este país.
Y esto lo vivía con profunda coherencia hasta sus consecuencias más extremas, como el dolor por su partida de la Dirección del Trabajo o las divergencias con su Partido Socialista y el último gobierno Bachelet cuya reforma laboral, para usar sus palabras, “no cambiaba de una coma el modelo pinochetista”.
De esta manera, sin embargo, pudo recoger el cariño, respeto y admiración de sus colaboradores, de sus estudiantes, así como de muchísimos dirigentes sindicales y trabajadores atraídos y entusiasmados por su personalidad tan magnética. Porque, en última instancia, también queremos recordar algo más personal, ya que María Ester acompañaba su acción profesional con un carácter extrovertido y poco convencional, su gran carisma y su irresistible humor la hicieron una persona inconfundible, ejemplar e inolvidable.
Los autores son parte de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile.