Durante años hemos señalado que San Miguel ha crecido mal, de manera desregulada, alejándose de su historia barrial, mientras se abre a paso firme la lógica del mercado y la especulación inmobiliaria. Esta última ha depredado el territorio, ha incrementado las desigualdades y desarticulado la vida vecinal que, por décadas, caracterizó a esta circunspección. Entre otras, ¿a qué nos ha llevado lo anterior?
El último informe del ICVU 2020 y sus datos emanados (39,2% correspondientes a indicadores viales, de conectividad e inmobiliarios) fijan a San Miguel como una de las 7 comunas que suben su calidad de vida en RM, posicionándose en nivel alto. Por otro lado, la realidad constata una altísima explosión demográfica en diez años (37% de aumento, entre 2002 y 2012); estar en el octavo lugar a nivel nacional, con peor relación habitante por metro cuadrado de área verde (1,91 mts2 por habitante) y, en los últimos cuatro años, elevar los niveles de homicidios (en un 67%), cuadruplicado el número de violaciones y aumentado en un 35% la violencia hacia las mujeres, entre otros.
Frente a este escenario, hoy existe una luz de esperanza. Desde la nueva institucionalidad municipal y el ímpetu movimentista de las calles, debemos empujar una rotunda transformación a la gestión local. Es hora de concretar la recuperación de espacios y bienes nacionales de uso público, bregar por un COSAM y un Centro de la Mujer, entre otros anhelos que, por años, las y los sanmiguelinos clamamos. ¿Hagamos historia?
Andrés Dibán Dinamarca
Vecino, profesor y concejal de la comuna de San Miguel