El grupo Teatro del Errante estuvo vigente por sólo cuatro años. Sin embargo, pese a esta breve existencia, la compañía logró posicionarse en la escena local y, a partir de 1968, al igual que el Teatro Aleph, se transformó en un referente, sobre todo, por su trabajo vinculado a las comunidades de estudiantes, pobladores y obreros.
Bajo la dirección del actor Raúl Osorio, la compañía contó con la participación de un grupo de alumnos de pregrado que provenía de disciplinas tan variadas como la actuación, la arquitectura, la química, el derecho y la filosofía. Allí, destacaron jóvenes como Jaime Azócar, Gloria Laso, Coca Rudolphy, Patricio Campos, Pilar Reynaldos, Carlos Wittig, Enrique Berríos y Manuel Daniel, quienes no sólo recorrerían el país con obras como Macondo y Atacama la Grande, sino que también llegarían a presentarse en el II Festival internacional de Teatro Universitario en Manizales, Colombia.
No obstante, hoy es muy poca la información que existe respecto de este grupo teatral. No hay antologías que capturen su legado. Tampoco, análisis que profundicen en su metodología de creación. Por ello, Ana Carolina Reynaldos, Matías Lihn Gazitúa y Amanda Ávila Reynaldos decidieron reconstruir esta historia, cuyos orígenes se remontan a la Universidad Católica.
Así, a partir de la revisión de archivos y entrevistas a actores, actrices y testigos de la época, los investigadores realizaron un estudio que hoy está contenido en el libro Grupo de Teatro del Errante (1968-1972). Una historia de encuentros, diálogos y creación colectiva, publicación que será lanzada en enero próximo y que es financiada por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Ana Carolina Reynaldos, psicóloga y hermana de la actriz Pilar Reynaldos, comentó que siempre le llamó la atención el trabajo de la compañía. Esto, ya que, cuando no tenía más de 12 años, tuvo la oportunidad de presenciar los ensayos del grupo y las funciones que, según recordó, eran muy cuidadas para tratarse de una labor impulsada por estudiantes aficionados y no, necesariamente, alumnos de teatro.
“Recuerdo con mucha nitidez las obras, la puesta en escena, la música y me llamaba mucho la atención que antes los muchachos, además de estudiar sus carreras, se daban el tiempo para, después del horario de clases, ensayar hasta las 11, 12 de la noche, incluído sábado y domingo, y sin que les pagaran un peso. Hoy los muchachos no hacen nada voluntario”, sostuvo respecto del origen del estudio.
Para la investigadora, la historia del Teatro del Errante está entrelazada, directamente, con las transformaciones políticas, sociales y culturales de la época. Allí destacan hitos como la revolución cubana, el nacimiento del Partido Panteras Negras en Estados Unidos, la Reforma Agraria impulsada por el gobierno de Eduardo Frei Montalva y la reforma universitaria de 1967, entre otros. Según precisó, cada uno de esos acontecimientos propiciaron un ambiente en el que los estudiantes se vieron con la necesidad de generar un trabajo mucho más cercano a las comunidades, lo que, para la compañía teatral fue fundamental.
“Éste era un grupo independiente de la escuela de teatro y estaba un poco al alero de la Vicerrectoría de Comunicaciones, porque, al ser elegido Castillo Velasco, era vital bajar la universidad a la comunidad, a los problemas de la gente. Ahí me encontré con toda la reforma universitaria y el nacimiento de la interdisciplinariedad entre facultades y entre escuelas. Entonces, empezó todo el trabajo de conectar los saberes y fue muy importante llevar el teatro a los sectores populares, hacer conversar a la gente a partir de una pequeña obra”, señaló la experta.
“Ellos trabajaron con Armand y Michèle Mattelart, que habían fundado el Centro de Estudios de la Realidad Nacional (CEREN) y les pedían ayuda a Teatro del Errante para que prepararan obras pequeñas para que las llevaran a las poblaciones. Eran obras sobre el alcoholismo, el maltrato en la familia y presentaban las obras y, a partir de eso, la gente se ponía a dialogar. Cuando la gente se ponía a hablar, los sociólogos tomaban notas o graban. Era el insumo para sus estudios. Me parece que el arte dramático como medio de intervención comunitaria para mejorar la calidad de la vida de la gente es fantástico. Antes eso no existía”, añadió.
Para la actriz Gloria Laso esta investigación es relevante, porque permite conocer la historia olvidada de la compañía y profundizar en el espíritu de aquella generación que, a fines de los años 60, estaba convencida de que la sociedad podía ser un poco más justa.
“Nosotros éramos parte de una generación llena de esperanza, llena de entusiasmo. En general, pensábamos que podíamos cambiar el mundo. Pero nosotros no éramos los únicos. Era toda una generación”, sostuvo, comentando que en el grupo siempre primó el trabajo colectivo.
“Fue una formación muy buena de trabajo en equipo. Escribíamos las obras en conjunto. Fue una formación de disciplina y seriedad respecto del teatro, lo que nos sirvió para toda la vida (…). Todos desarrollaron carreras muy productivas y en buena parte por la formación, la disciplina y el método que utilizamos”, añadió.
En la publicación, los autores no sólo presentan datos respecto del contexto histórico en el que se gestó el grupo teatral, sino que también figuran capítulos sobre las metodologías de creación y la disolución del grupo en 1972. De ese modo, también existen referencias que revelan la influencia que tuvo el grupo en creadores como Andrés Pérez.
“Cuando hicimos esa gira a Antofagasta, hicimos las obras y cada uno tenía a su cargo un taller con varios alumnos que eran de colegios o muy jóvenes. Entonces, cuando volví del exilio, estaba en El Mercurio porque me iban a entrevistar y estaba sentado un cabro al lado mío muy flaquito y moreno. Se me acercó y me dijo: no sabes lo importante que fuiste en mi vida. Me dijo que era Andrés Pérez y que había ido a un taller que hicimos en Tocopilla. Así que algo le influimos en la historia del teatro, porque que Andrés Pérez haya pasado por un taller de nosotros ya es una maravilla”, dijo la actriz Gloria Laso.
El libro Grupo de Teatro del Errante (1968-1972). Una historia de encuentros, diálogos y creación colectiva será presentado en enero próximo en dos actividades, cuyas coordenadas aún están por confirmarse. El libro contará con una versión física y digital.