Pedro Aznar: “Soy primero poeta y después músico”

Luego de dos años de pandemia, el cantautor argentino vuelve a Chile en un concierto titulado “Tierra de hermanos”. No es casual el nombre; no hace mucho, a propósito de la contingencia electoral, el exbajista de Serú Giran escribió una carta abierta al país en el que plasmaba, dice, “una mirada respetuosa a la democracia”. Sobre esto, su último disco y sus aprendizajes del folclore latinoamericano conversó con nuestro medio.

Luego de dos años de pandemia, el cantautor argentino vuelve a Chile en un concierto titulado “Tierra de hermanos”. No es casual el nombre; no hace mucho, a propósito de la contingencia electoral, el exbajista de Serú Giran escribió una carta abierta al país en el que plasmaba, dice, “una mirada respetuosa a la democracia”. Sobre esto, su último disco y sus aprendizajes del folclore latinoamericano conversó con nuestro medio.

“Esta zamba está feliz”, escribe Pedro Aznar en “Reverdece”, “por mí, por vos”. El tema pone el sello final de un artista de culto que, tras años de estudio y práctica, y más de un guiño explícito al canto popular latinoamericano, vuelve a sorprender interpretando temas de Violeta Parra, Chabuca Granda o Isolina Carrillo en “Flor y raíz”.

Sin embargo, este álbum concebido en pandemia se queda corto para el material que el músico, escritor e incluso enólogo ha desarrollado en los dos últimos años de encierro. “Tengo más de 40 canciones compuestas. Una enorme cantidad de material que estoy empezando a ordenar para que salga a la luz a lo largo de los próximos dos años”, confiesa desde Buenos Aires.

Aunque dice no rehuir de las presentaciones online (Flor y Raíz es producto de una de ellas), Aznar sabe que parte del final de los retiros creativos, como dice llamarle a esta temporada, también está en la tarima, de cara al público. Por eso vuelve a Chile este 12 de marzo con un concierto denominado “Tierra de hermanos”, el cual incluirá invitados nacionales como Manuel García, Elizabeth Morris y Nano Stern.

Aznar 2

“No tú, tierra de poetas / no nos defraudes”, escribió en una carta abierta a Chile previo a la segunda vuelta electoral y que se hizo viral. Aunque no estuvo presente, el acontecer político lo mantuvo en alerta y por eso, entre otras cosas, también escribe.

¿Cómo es el proceso de la escritura para ti?

Desde los primeros años de la escuela la poesía me llamó poderosamente la atención y siempre cuento que escribí mi primer poema mucho antes de escribir mi primera melodía. En realidad. oficialmente soy primero poeta y después músico. La poesía es algo que sigue fluyendo en mí de manera absolutamente espontánea y vital. Y creo que de alguna forma la poesía es como un sustrato, como una base que informa a todas las otras artes. Desde una bailarina hasta un pintor, un escultor, un cineasta, todos tienen que tener en la base una mirada poética del mundo para poder hacer lo que hacen y para que lo que hagan emocione. Así que creo que la poesía es una parte esencial de cualquier artista verdaderamente comprometido con su arte, más allá de que no escriba poesía con palabras. Se puede escribir poesía con la actitud, incluso con la postura política.

Como lo que pasó con el poema de apoyo a Gabriel Boric…

Haría una pequeña corrección ahí. Más allá de que yo esté muy de acuerdo con el pensamiento que tiene Gabriel Boric, no fue necesariamente de apoyo a él como político o a su partido, sino a una mirada respetuosa de la democracia, a diferencia de lo que proponía el otro candidato. Mi apoyo y apuesta fue a por eso, por pedirle a Chile, humilde y respetuosamente, como extranjero que soy, pero como alguien que ama y respeta mucho a Chile, que prestara atención y que no se dejara llevar por cantos de sirena.

¿Qué te genera este escenario de aparición de la ultraderecha? Pasó en Brasil, Argentina, y ahora Chile. 

Me lleva a pensar que hay un gran desencanto en mucha gente con el sistema democrático, que hay una pérdida de la credibilidad de la democracia y eso es culpa del coqueteo que han tenido las democracias liberales con las grandes corporaciones y con ser demasiado permisivas con el poder del dinero, por así llamarlo. Mucha gente siente que las democracias al estilo occidental han terminado traicionando el espíritu de gobierno del pueblo. Y en buena parte tienen razón, en estar enojados y sentirse defraudados, porque la democracia se fue alejando cada vez más de esa idea del gobierno para el pueblo y se la jugó más por los bancos, por las corporaciones, que por la gente.

En ese escenario me pregunto qué rol o espacio le queda a la poesía o el arte en general. Sobre todo, porque a veces parece estar elitizado. 

La poesía puede ser una tribuna de discusión política con una tremenda altura porque involucra además a la belleza de la palabra, más allá que lo que dice su significado etimológico. En eso la poesía no debería nunca claudicar ni bajar el tono. La poesía tiene que ser siendo poética, valga la redundancia, y que comunica. Es una tribuna fuerte de comunicación de ideas sociales. Hay infinidad de ejemplos, pero se me vienen a la cabeza Pablo Neruda y León Felipe, ambos totalmente comprometidos con su hora histórica y que supieron plasmar en su obra el momento que les tocó vivir y su preocupación por el futuro de los pueblos. Creo que es una de las capacidades que tiene la poesía, puede hablar de grandes anhelos, abstracciones y de especulaciones. Se puede preguntar sobre la idea de Dios, del amor, de la muerte, pero también sobre lo que nos pasa cotidianamente.

Estaba recordando una reseña de tu último disco en La Nación y se escribió que eres “un artista popular no extremadamente masivo”. ¿Cómo te sientes tú?

No siento que lo que haga sea para minorías, mi música está abierta a todos, no es una música para nada elitista y cualquiera que se quiera acercar lo puede hacer. Después los números de personas que se acerquen es otra cosa. Al número de gente que me escucha yo no lo llamaría elitista, hay un millón trescientas mil personas que me escuchan en Spotify todos los meses, yo a eso no lo llamaría ni de minoría ni elitista.

A propósito de Spotify, ¿cómo te va como este nuevo ritmo que exige la industria musical actual?

Creo que es una extraordinaria posibilidad tener una biblioteca digital prácticamente ilimitada de obras artísticas a disposición de uno. Recordaba el otro día, a partir de una pequeña valijita que encontré y que usaba cuando estaba en gira con Pat Metheny, y donde llevaba mi reproductor de CDs, que tenía un cierto peso, que yo tenía que llevar parte de mis discos. Setenta CDs que transportaba en la caja y después se terminaban maltratando, pero era la única forma que tenía de escuchar música que no fuera radio. Y tenía que transportar eso de la misma forma que transportaba no menos de cinco libros, con el peso que eso implicaba, mientras que ahora estoy leyendo diez a la vez y lo tengo todo en formato electrónico. Eso es una ventaja innegable, cualquier persona que diga otra cosa se está dejando atrapar por un romanticismo. 

No sueles opinar sobre otros cantantes, pero me gustaría preguntarte en general por el panorama actual de la industria musical argentina.

No, pero simplemente por el hecho de que no soy lo suficientemente conocedor de todo lo que pasa como para hacer una semblanza. Siempre digo que eso se lo dejo a los críticos, que son quienes, por lo menos en teoría, deberían estar al tanto de todo lo que pasa. Por supuesto que ellos tampoco lo están y se arrogan el derecho de una manera poco genuina. Yo prefiero no cometer ese mismo error. 

Hablemos sobre tu último disco, Flor y raíz, ¿Cómo fue el proceso de selección de las canciones?

La idea que tenía era hacer un disco íntegramente dedicado a la canción de raíz latinoamericana y para ello recurrí a música de distintos países. Fui por mi música favorita, mis autores favoritos. Hay música de siete países de Latinoamérica, y en el disco, que fue una grabación en vivo de un concierto que hicimos online el 5 de noviembre del 2020, dejé solamente las canciones que no había publicado en mi obra solista anterior para que fuera un disco de música entrecomillas nueva. Hay once clásicos y una canción nueva, una zamba que se llama Reverdece, que la escribí para cantar con Soledad, con quien hace tiempo teníamos ganas de grabar una canción inédita.

Como estudioso e intérprete de folclore latinoamericano, ¿crees que hay algo que atraviesa a este género?

Sí. De hecho, el título tiene que ver con eso, que hay una raíz común y las flores son diversas en cada país porque cada país tiene su propia impronta, lo cual es una cosa hermosa. Pero hay una raíz común, que no solamente es la lengua castellana o las ibéricas, para incluir a Brasil. Tiene que ver también con una hermandad de música mestiza. Nuestra música folclórica funde a tres continentes, a Europa, África y América. Que una música provenga de una diversidad cultural tan enorme es algo que no se da en otras partes del mundo. Creo que esa es la gran bendición cultural que tiene América, ser la tierra donde confluyen tantas culturas y nuestra música lo refleja de manera extraordinaria. 





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