Hasta hace solo un par de décadas atrás, la mayoría de las mujeres, en Chile y en muchos otros países, por temor a ser juzgadas duramente ya sea por su entorno familiar o por la sociedad en general, escondían su verdadera ‘esencia’. Esos miedos ancestrales se manifestaban en un cúmulo de angustias disimuladas: miedo a quedarse ´solteronas´ o ‘quedarse para vestir santos’ por lo que aceptaban el primer ofrecimiento matrimonial que llegaba; otras se casaban por temor al ‘qué dirán’ al saberse embarazadas (siempre que el futuro padre no desapareciera); las ya casadas, tenían miedo de ser criticadas cuando decidían no tener hijos para priorizar la carrera profesional; por otra parte, quienes tenían hijos y un marido que podía sustentarlas, a salir a trabajar fuera de casa y tener que enfrentar la acusación de ‘abandonar’ la familia.
Existían otros temores que eran aún más complejos, y lo son todavía en algunos ámbitos: ser una mujer homosexual. Cabe aquí como ejemplo nuestro primer premio Nobel de Literatura (1945), Gabriela Mistral, (primera persona latinoamericana en recibir el galardón); se llevó el secreto de su homosexualidad a la tumba. Recuerdo que quienes nos atrevíamos a abordar este aspecto de su biografía en algún Congreso de Literatura éramos duramente criticados por ‘levantar calumnias a una gran poeta’. Es que hasta solo unos pocos años atrás ser homosexual (y sobre todo lesbiana) constituía un estigma social muy grave. De hecho, todavía en Chile muy pocos han aceptado esto, a pesar de la realización del documental Locas mujeres de María Elena Wood, (gratuito en la plataforma Ondamedia) en el cual la documentalista muestra a la laureada poeta, ensayista y educadora, con su compañera de muchos años, Doris Dana, a su lado. Como si esto disminuyera en algo el gran valor de la obra de la poeta. Sospecho que la verdadera razón de Mistral para irse a refugiar a Estados Unidos fue no solo por resentir la falta de reconocimiento en su propio país (vale recordar que recibió el galardón de la academia sueca 6 años antes de serle otorgado el Premio Nacional de Literatura en Chile), sino también para evitar ser juzgada por su condición sexual.
Afortunadamente, y voy a recurrir a una frase casi ‘cliché’: Chile cambió. Al menos, en parte; se han ido venciendo poco a poco estos y otros tantos temores, rompiendo muchas de las convenciones sociales promovidas por un todavía predominante sistema patriarcal. Mujeres de todas las edades, algunas con su torso desnudo mostrando sin miedo sus pechos no siempre perfectos, han salido estos últimos años masivamente a las calles para gritar sus reivindicaciones y el derecho sobre su cuerpo; otras, como Las Tesis han señalado con un dedo acusatorio a reales o potenciales violadores y abusadores sexuales. Y cómo no mencionar aquí la valentía de la actriz y cantante de ópera, Daniela Vega, quien contraviniendo todos los tabúes, aceptó protagonizar la película Una mujer fantástica (2017) galardonada con un Oscar, y varios otros premios, mostrando abiertamente su transexualidad. Del mismo modo, cineastas chilenas han presentado en sus producciones amores lésbicos desafiando una sociedad prevalentemente heteronormada; a guisa de ejemplo: Rara de Pepa San Martín y el cortometraje Victoria Rosana Maite de Pamela Hurtado en coautoría con Iñaqui Velásquez (también en Ondamedia). Y en el ámbito deportivo, qué mejor ejemplo que el de Christiane Endler, campeona mundial del fútbol femenino, quien ha manifestado a los medios de comunicación ser una orgullosa mujer lesbiana. Para alivio de muchos, todas estas mujeres demostraron con sus gestos y acciones haber dejado atrás tantos inhabilitantes temores.
Lo anterior podemos extrapolarlo al gabinete del futuro gobierno de Chile: no solo hay que aplaudir la mayoría femenina en los diferentes ministerios sino también la designación de Alexandra Benado como futura ministra del deporte, quien como Endler ha enarbolado con dignidad la bandera de la homosexualidad (como lo hizo también el futuro Ministro de educación). Asimismo, baste ver la foto de la conformación del Ministerio electo por Gabriel Boric para notar la presencia de futuras ministras, madres solteras, con sus hijos a su lado (lo demostró antes más discretamente Michelle Bachelet). Por otra parte, la Dra. Izkia Siches no solamente recorrió todo Chile con su recién nacida en brazos, haciendo campaña por el presidente electo, sin importarle que la pudieran tachar de ‘madre desnaturalizada’, sino además aceptó una cartera por todos y todas temida por ser uno de los flancos más arriesgados y así llegar a ser la primera mujer electa en el Ministerio del Interior chileno. Bien por ella y por todas las mujeres que antes no se atrevieron (o a quienes no se les dio la oportunidad).
Y así como ´la esperanza le ganó al miedo´, frase acuñada por quienes resultaron ganadores en las recientes elecciones presidenciales, haciendo referencia al temor que representaba para algunos un gobierno de alianza de izquierda; podemos en base solo a los pocos ejemplos antes dados, declarar abiertamente: ´la valentía femenina le ganó al miedo´.
Marcia Espinoza Salas
Dra. en Literatura Latinoamericana (UQ)
Experta Hay Mujeres