La República Popular China y los Estados Unidos de América no son socios, no son economías que compitan en un ámbito de libremercado, fuera de tensiones o posibilidades de llegar a enfrentamientos más allá de los comerciales y diplomáticos. China y estados Unidos son rivales, antagónicos, adversarios con pasos agigantados a convertirse en enemigos a muerte.
Cómo podrían ser socios un par de países con tan enorme potencial demográfico, financiero, militar y con ambiciones destinados a satisfacer las necesidades de sus industrias en la búsqueda incesante de mercados de maneras distintas claro está. Uno, Estados Unidos que cree posible seguir con su política de garrote y zanahoria y el otro China, activo financista de aquellas infraestructuras y necesidades anheladas por los países de Latinoamérica, África y Asia, fundamentalmente donde la política es la d ela billetera amplia. No existe posibilidad de ser socios cuando lo que está en disputa, además, son estrategias de desarrollo diametralmente opuestos. Un Estados Unidos, anquilosado, sujeto a su papel crónico de potencia dominante, hegemónica, con un eje claramente de seguir la senda de la unipolaridad. El otro, China, situado en las antípodas, decidido a avanzar en el papel que está cumpliendo y liderando en el objetivo de visualizar y llevara la práctica un mundo multilateral.
El análisis fino de la disputa entre China y Estados Unidos ha tenido un campo de enfrentamiento en Latinoamérica, donde el dragón asiático ha ganado un gran terreno, convirtiéndose en el principal socio comercial de 19 de los 33 países latinoamericanos, que son miembros ya de la iniciativa de Beijing de la Nueva Ruta de la Seda, que abarca a 70 países el planeta y le está cambiando la cara a la manera en que se van a desarrollar las relaciones políticas y económicas internacionales (1) Es así que los problemas de postergación como socio que está enfrentando Washington en Latinoamérica “se repetirán inevitablemente en África y Asia, donde la influencia de China ya es endémica. Estados Unidos tiene un poder económico, político y militar considerable, por supuesto, pero en conjunto con Occidente, ya ha cedido mucho terreno a sus rivales geopolíticos” (2)
La realidad de disputas entre Estados Unidos y la República Popular China, se extienden ya a amplias zonas del planeta. Por ejemplo, en el mar meridional de la China, donde las presiones contra el gobierno de Xi Jinping , por parte de Washington y sus socios regionales como Japón, Taiwán, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda, encienden las alarmas de la geopolítica mundial. Allí se expresa ese objetivo de control de las rutas marítimas, comenzando por el Estrecho de Malaca, continuando con el Estrecho de Ormuz y Bab el Mandeb, que da entrada al mar Rojo y con ello al Canal de Suez, que obligó a China, en agosto del año 2017 instalar su primera base militar fuera de territorio China, en este caso en el cuerno africano, en el pequeño Yibuti. Lo que para los medios de información occidentales, claramente cercanos a Washington implicaba el comienzo de una “expansión global” (3) la han descrito como un puesto militar establecido por el país en el océano Indico, para beneficiar sus propios intereses en la competencia entre grandes potencias.
Para la autoridades chinas, en cambio, expresadas a través de la agencia de noticias Xinhua es “una base de apoyo cuyo propósito es respaldar operaciones de suministro, no es un puesto castrense construido para incrementar la presencia militar del país asiático ni desempeñar un papel disuasorio en la región…Este tipo de interpretaciones e inquietudes carecen totalmente de fundamento. La base de Yibuti no tiene nada que ver con carreras armamentistas ni expansiones militares y China no tiene intención de convertir este puesto logístico en un punto de apoyo militar. La relevancia de la decisión china de abrir una base en África no debería ser ni infravalorada ni exagerada. China es tan solo la última nación en establecer una base en Yibuti, país que aloja ya una enorme base militar estadounidense así como instalaciones militares de Francia y Japón (4)
La disputa no es sólo comercial, política ni diplomática. Ya los aspectos militares se dejan sentir día a día, ya sea a través de decisiones como la de Estados Unidos al decidir crear el AUKUS – pacto de seguridad trilateral – con Gran Bretaña y Australia, dotando a este país, próximamente de tres portaaviones con propulsión nuclear llevando la energía nuclear a esa región y el peligro que ello implica desde el punto de vista de las tensiones. Maniobras navales de gran envergadura, denominadas “Cooperación Naval 2022” se llevaron a cabo a fines de diciembre del año 2022 entre China y Rusia en el mar de la China Meridional, desde Zhoushan hasta Taizhou, en la provincia oriental china de Zhejiang, a unos 500 kilómetros de la costa norte de la isla de Taiwán con el objeto de desarrollar estrategias de defensa de sus costas hacia el Pacífico.
Rusia señaló que estos ejercicios conjuntos son la respuesta adecuada a la posición cada vez más agresiva de Washington en la zona. Como respuesta, Estados Unidos puso en acción, a partir del día 14 de enero de este 2023 la Séptima Flota Naval del Pacífico – que tiene su base principal en Yokosuka, Japón, como también unidades desplegadas en Corea del Sur donde Washington tiene 50 mil soldados desplegados, junto a armas nucleares – que significó la entrada del portaviones nuclear estadounidense USS Nimitz y su grupo de ataque, que forman parte del Grupo Carrier Strike comenzaron a operar en aguas cercanas a la zona territorial China (5)
Las provocaciones de Estados Unidos y los suyos han sido constantes como fue en enero del año 2022. En dicha fecha, dos grupos de portaviones pertenecientes a la Armada norteamericana encabezados por sus buques USS Carl Vinson y USS Abraham Lincoln, ingresaron al mar de la China Meridional. Operación que implicó el uso de toda una flota de apoyo con decenas de destructores, dragaminas, cruceros, aviación naval, submarinos “Operaciones como estas nos permiten mejorar nuestra capacidad creíble de combate, dar confianza a nuestros aliados y socios, y demostrar nuestra determinación como Marina para garantizar la estabilidad regional y contrarrestar la influencia maligna” sostuvo, en aquel momento el comandante del grupo de ataque dirigido por el USS Abraham Lincoln, el contralmirante J.T. Anderson (6)
Los Estados Unidos y China son las economías más grandes del mundo. Las cifras señalan que Estados Unidos tiene el PBI nominal más alto – 23.32 billones USD – y China tiene el PBI más alto en términos de paridad de poder adquisitivo – 17,734 billones USD – China es el mayor exportador del mundo y Estados Unidos es el mayor importador del mundo, lo que ha generado el terror de empresarios, militares y en general el establishment estadounidense. En las postrimerías del gobierno de Barack Obama, los centros de estudios ligados la pentágono comenzaron a alertar que China se estaba convirtiendo en un enemigo más temible que la ex Unión Soviética. Medios occidentales señalaban al ex brigadier general Robert Spalding miembro senior en el Instituto Hudson, cuyo trabajo se centra en las relaciones entre Estados Unidos y China, la seguridad económica nacional y el equilibrio militar de Asia-pacífico, como uno de los artífices en la formulación de una nueva política de seguridad nacional para lidiar con el ascenso e influencia de China.
Ya retirado del Ejército, Spalding escribió un libro llamado “Stealth War, How China Took Over While America’s Elite Slept” – Guerra silenciosa. Cómo China tomó el poder mientras la élite estadounidense dormía” – . En esencia, Spalding afirma que China “Es la amenaza existencial más consecuente desde el partido nazi en la Segunda Guerra Mundial. Creo que es una amenaza mucho mayor que lo que la Unión Soviética jamás pudo ser. Como la segunda economía del mundo, su alcance, particularmente dentro de los gobiernos y en todas las instituciones de Occidente, sobrepasa por mucho cualquier cosa que los soviéticos fueron capaces de lograr”.
China está dando pasos agigantados, no sólo de generar un frente comercial que compita ampliamente contra estados Unidos y sus socios, sino que también pasos que permitan ampliar su soberanía en áreas donde Estados Unidos ha tenido el monopolio como es el caso del uso del dólar como moneda principal de intercambio. Rusia y China han decido, por ejemplo, pagar sus suministros de energía en sus monedas nacionales, incorporando en este tipo e intercambio a la república Islámica de irán. Beijing lleva ya varios años tomando medidas para reforzar el Yuan y así desdolarizar su economía. Un artículo publicado a principios de enero de este 2023 por el portal estadounidense Bloomberg señaló “la apertura de los mercados comerciales ha estado durante mucho tiempo en la agenda del Gobierno de China. Sin embargo, el aumento de las tensiones entre Beijing y Estados Unidos por el tema Taiwán y el conflicto entre Rusia y Ucrania puede dar un sentido de urgencia a los líderes chinos”.
China, así como Rusia, Irán , se han ido sumando a esta iniciativa soberana y están decididos, que la manera de enfrentar la tensión geopolítica internacional es mantener la relevancia de sus monedas nacionales, alejarse del sistema Swift, del dólar, de soportar una política basada en sanciones, bloqueos, embargos y encauzar las relaciones en un plano multilateral que de un golpe de gracia al poder unipolar estadounidenses. Ese nuevo balance del poder está, claramente, en los objetivos de aquellos, que como China buscan nuevos derroteros.
Coincido plenamente con aquella idea que señala la importancia de la decisión China de desdolarizar su economía, iniciada en China desde el 2014, que se ha intensificado aún más entre el gigante asiático y sus aliados debido al inicio de la operación especial militar de Rusia a Ucrania a partir del 24 de febrero del 2023 y la sanciones impuestas a Moscú, así como por la escalada de tensiones en Taiwán propiciadas por Washington” (7) decidida a usar a Taiwán como testaferro y punta de lanza en las provocaciones contra China que no cederá en su irrenunciable derecho a lo que considera una provincia rebelde”. Está claro que no es posible pensar en una política de cuerdas separadas entre política y economía. El nuevo orden mundial se sustenta en la concordancia entre ambas cuerdas, de otro modo es seguir replicando un sistema que ya no da el ancho.
Pablo Jofré Leal
Articulo para Hispantv
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- La Nueva Ruta de la Seda china es un proyecto para conectar el país con Asia y el resto del mundo y ganar influencia económica y política a nivel global. Lanzado en 2013, también se le conoce como One Belt, One Road Initiative o Belt and Road Initiative y consiste en establecer dos rutas combinadas, una de infraestructuras terrestres y otra marítima. a Nueva Ruta de la Seda no es solo un proyecto comercial, sino que se extiende a otros ámbitos de la política exterior. Un ejemplo es la base militar que China ha establecido en Yibuti, en el cuerno de África, para controlar el estrecho de Bab al Mandeb, de gran importancia estratégica en la ruta marítima. La dimensión financiera también juega un papel fundamental, ya que las enormes inversiones de Pekín han generado una deuda considerable con China en muchos países participantes. A su vez, los países de América Latina han encontrado en la Nueva Ruta de la Seda una oportunidad para salir de la influencia estadounidense e impulsar sus economías. https://elordenmundial.com/que-es-nueva-ruta-seda-china/?nab=0
- https://www.mundomaritimo.cl/noticias/america-latina-sustituye-a-eeuu-por-china-como-principal-socio-comercial-sin-considerar-las-implicancias-politicas
- https://www.dw.com/es/base-china-en-yibuti-indicador-de-expansi%C3%B3n-global/a-39794918
- http://spanish.xinhuanet.com/2017-07/13/c_136441948.htm
- https://www.hispantv.com/noticias/china/558963/eeuu-portaviones-mar-china
- https://www.hispantv.com/noticias/ee-uu-/536306/portaviones-mer-china-meridional