Con frecuencia escucho dentro del discurso por la igualdad de género que las mujeres somos la mitad de la población del planeta. Y debo decir que siempre me había parecido un poco obvio recordar algo que todos y todas tenemos o deberíamos tener claro.
Sin embargo, después de leer a Caroline Criado Pérez en su libro “La Mujer invisible” me convencí de que esa frase aparentemente obvia está lejos de serla. Ser vistas como la mitad de la población hoy me parece más un sueño utópico y lejano que una realidad actual y palpable, y ¿por qué? Porque las mujeres no existimos en las representaciones de la sociedad actual.
La desigualdad de representación no está solo en los puestos de decisión y liderazgo, está en cada espacio de nuestra vida: en la política, en el mundo laboral, en el ocio, la cultura, en la educación y en los medios de comunicación, solo por mencionar algunas de nuestras ausencias.
Por ejemplo, las mujeres no existimos en el cine. Solo el 27% de los papeles con diálogos son para personajes femeninos, según un estudio de la científica Amber Thomas. Y las mujeres sólo representan el 17% de las escenas con multitudes, según un estudio de Geena Davis Institute.
Las mujeres no existimos en la televisión infantil. Solo el 13% de los personajes no humanos son femeninos, según un estudio realizado por la entidad alemana IZI.
Las mujeres no existimos en los medios de comunicación. Solo el 24% de las personas escuchadas, leídas o vistas en las radios, periódicos y televisión son mujeres, según el Proyecto de Monitorización Global de Medios. Y cuando las mujeres estamos en las noticias en 7 de cada 10 publicaciones se nos representa exclusivamente como amas de casa, según una investigación realizada por la periodista Andrea Ortega Carreño.
Las mujeres no existimos en los textos escolares. Las mujeres solo representan el 7,5% de las apariciones en las asignaturas de la educación obligatoria, según el mayor estudio sobre presencia de mujeres en textos escolares realizado por Ana López-Navajas. Y numerosos estudios en diversos países del mundo muestran que los hombres en promedio son 3 veces más mencionados que las mujeres en las oraciones de ejemplos de los textos escolares.
Como la misma Simone de Beauvoir dijo hace tiempo: “la representación del mundo, como el mismo mundo, es obra de hombres; ellos lo describen desde su punto de vista, que confunden con la verdad absoluta”. Asimismo, Caroline Criado Pérez plantea que la mujer no existe o es invisible en el mundo de hoy porque se ha tomado la visión del hombre -la de la mitad de la población- como la visión del ser humano, es decir, la de la humanidad completa.
Y esta brutal ausencia de las mujeres en la representación actual de la sociedad tiene profundos impactos, uno de ellos es en las niñas. La masculinización de lo que se muestra como “el ser humano” y la evidente ausencia de mujeres referentes en todas las dimensiones sociales está haciendo que las niñas sueñen menos que los niños, que ellas vivan la llamada “brecha de sueños”.
¿En qué se ve esto? Según datos de ONU Mujeres y del estudio The Dream Gap Project presentado por Mattel, a los 5 años las niñas ya dejan de soñar que pueden ser presidentas, científicas, astronautas, grandes pensadoras o ingenieras. A los 7 años es más probable que las niñas crean que los niños son más capaces que ellas para tareas ligadas a las matemáticas o las ciencias. Además, 9 de cada 10 niñas entre 6 y 8 años asocian la ingeniería con habilidades masculinas. ¿Cómo vamos a pedirle a las niñas que sueñen en ser agentes de cambio si la sociedad de hoy no les muestra referentes femeninos?
Porque no existimos en las representaciones sociales y en la visión del mundo es que en este nuevo 8M millones de mujeres y niñas en el mundo saldremos a la calle a recordar que sí existimos. A recordar la lógica, pero utópica idea de que somos la mitad de la población.
Priscila González Yáñez
Máster en Políticas Públicas y Sociales de la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona