Imagina que estás en tu casa con tu familia y alguien golpea a la puerta. Abres y un soldado de otro país, uno que hace meses ocupa tu país, te dice que tú y todos quienes viven en tu casa deben salir inmediatamente y abandonarla. Que ya no es tu casa. Que esa ya no es tu tierra. Que este ya no es tu país. Si no lo haces, dispara.
Eso fue lo que sucedió hace 76 años en lo que como palestinos llamamos la Nakba o catástrofe, en español. Uno de los momentos más terribles de la historia del Pueblo Palestino porque en un plan premeditado el ejercito de ocupación arrasaron por la fuerza aa 531 localidades palestinas, asesinando a más de 15 mil hombres, mujeres, niños y ancianos. Entre los sobrevivientes, 800 mil fueron expulsados y desplazados, casi tres cuartos de la población total.
Cada 15 de mayo, conmemoramos la catástrofe que sufrió el Pueblo Palestino en 1948, pero ni en nuestras peores pesadillas podríamos haber imaginado que en el 2023 se repetiría la historia. 70% de la población de Gaza son refugiados de la Nakba 1948 y nuevamente las fuerzas de ocupación los asesinan o los obligan a dejar todo para desplazarse a lugares supuestamente más seguros.
Pero ningún lugar es seguro en Gaza. Son más de 35 mil mártires palestinos, la mayoría mujeres y niños además de unos 80 mil heridos por los bombardeos que no respetan ni hospitales, ni campos de refugiados ni escuelas.
El 7 de mayo invadieron Rafah obligando a la población a un quinto proceso de desplazamiento cuando no queda dónde ir. En esta ofensiva, las fuerzas de ocupación tomaron el control del cruce de Rafah aislando a Gaza del mundo. Una puerta vital para dos millones de palestinos refugiados en Rafah se cierra, agravando su sufrimiento y reforzando que estas agresiones sólo dejan dos alternativas: la violencia o el hambre.
La destrucción casi total de las viviendas y el hambre impiden sobrevivir. El hambre es el arma de guerra, una que usan hasta los ciudadanos israelíes que impunemente destrozan los alimentos en los camiones que esperan ingresar a Gaza.
En cambio, las fuerzas de ocupación mantienen además una política de detención arbitraria que mantiene a 9 mil 500 palestinos en las cárceles israelíes, de ellos más de 8.600 están en Cisjordania y no tenemos el número exacto de los que están en Gaza porque la ocupación niega la información. Todos ellos deben soportar malos tratos y torturas sin acceso a ninguna organización humanitaria que pueda ayudarlos. Un tercio está bajo detención administrativa sin cargos ni fecha de juicio.
El Pueblo Palestino vive en un sistema de Apartheid, donde un muro de siete metros les recuerda que no pertenecen a la que históricamente es su tierra. Deben usar carreteras diferentes que los israelíes, soportar horas en los check points para poder cruzar a un lugar que normalmente les demoraba 30 minutos. El Gobierno de ocupación se ha encargado sistemáticamente de oprimir al pueblo Palestino y relegarlo a un rincón de la Palestina Histórica.
Necesitamos un alto el fuego definitivo, permanente e inmediato en Gaza. Cada hora que pasa 15 palestinos son asesinados, de ellos 6 son niños; 4 niños quedan huérfanos; 35 palestinos son heridos y 12 edificios son destruidos.
La Comunidad Internacional ha demorado 7 meses de más en detener esta barbarie. Debe insistir en la rendición de cuentas, Israel debe ser responsable de estos crímenes de limpieza ética. Basta del doble estándar, la vida de un palestino no puede valer menos que la vida de ningún otro ser humano en el planeta.
Hoy, 76 años después, la Nakba continúa ante los ojos de la Comunidad Internacional. el Pueblo Palestino sigue desplazado sin esperanzas de retornar a su tierra si no se detienen las agresiones y se permite el ingreso de ayuda para poder levantar Palestina desde los escombros que dejaron las agresiones israelíes.
Esperamos que el reconocimiento de la ONU del 10 mayo pasado, signifique más que Palestina cumpla los criterios para ser miembro de pleno derecho de las Naciones Unidas y sea un paso para el reconocimiento del Estado Palestino como tal y haya una intervención internacional para detener las agresiones, evitar que las condiciones empeoren y podamos comenzar la reconstrucción.
Impulsamos la Solución de los dos Estados como la única manera de lograr paz en la región. Pero para eso se requiere respeto de los derechos inalienables del Pueblo Palestino a la autodeterminación, al retorno y a establecer su estado independiente con Jerusalén Este como su capital.
Vera Baboun, embajadora del Estado de Palestina en Chile.