El pasado 27 de agosto, la Cámara de Diputadas y Diputados rindió un sentido homenaje a la actriz y directora Rosa Ramírez, una de las más importantes artistas del teatro chileno y protagonista de “La negra Ester”, acaso el montaje insigne de las tablas chilenas.
El reconocimiento se dio tras un acuerdo entre los Comités Parlamentarios y fue encabezado por la diputada de Partido Comunista, Marisela Santibáñez. “Yo creo que surge por el cariño y la admiración que ciertas parlamentarias, diputadas y diputados, sienten por mi trabajo”, comentó Ramírez en conversación con Radio y Diario Universidad de Chile. “Cuando reconozco a alguien siempre es porque le tengo cariño y admiro a aquella persona, así que espero que ese sea el impulso“.
“Fue súper inesperado. En realidad, jamás me lo esperé. Y me divirtió, lo encontré un bonito gesto de cariño, por eso me puso contenta. Pero también sé lo que significan los parlamentarios en nuestro país, así que sabía que en cuanto me nombraran iba a haber una bancada que iba a desaparecer, pero de inmediato”, señaló la actriz entre risas al recordar cómo se vivió dicho instante dentro del hemiciclo. “Me dio risa a verlo, pero yo me conozco. Soy súper pasional y, si le hubieran dado un premio a alguien que no está dentro de mi pensamiento, quizás habría hecho algo muy similar”, agregó.
Al finalizar su discurso, Santibáñez comentó sobre un proyecto de resolución a través del cual, junto a otras cinco diputadas, solicitan al Presidente de la República, Gabriel Boric, contemplar una pensión de gracia mensual y vitalicia para artistas consagradas como Ramírez.
Una retribución a décadas de trabajo que, para Rosa, constituyen una de las grandes peleas del rubro cultural. “Es una batalla que yo vengo dando desde siempre, desde hace mucho tiempo, así como dimos la batalla para que el 11 de mayo fuera decretado como el Día Nacional del Teatro, que era un reconocimiento al trabajo lleno de generosidad y de belleza de parte Andrés Pérez Araya hacia los teatristas, hacia Chile, hacia el mundo a través de la belleza de la creación, pues a él jamás se le hizo un reconocimiento”, comentó en referencia al legado de quien, además de ser fundador de la compañía Teatro del Mundo y director de “La negra Ester”, también fue su compañero de vida.
“Si no avanzamos en el terreno de que se nos den ciertas facilidades, es porque nuestras autoridades jamás nos han visto como trabajadores“, condensó la actriz. “Esa es mi gran pelea, que nos vean como trabajadores. A mí me llaman artista y actriz y sí, es parte de lo que hago, pero no tengo vacaciones, tengo una pensión de mierda… Y espero que el señor Boric sí acepte darnos esta pensión. No sólo a mí, porque somos muchos. Yo no quiero privilegios, realmente, pero sí quiero ciertas muestras de cariño”, sinceró.
Sobre esto último, Ramírez explicó que “he dado tantas cosas lindas a este país y las sigo dando. Sigo yendo a comunas bien periféricas a hacer teatro y talleres. Hoy nos toca ir a La Pintana, que es donde estamos terminando unos talleres a propósito de un proyecto que nos ganamos, y cuando no los ganamos quedamos mirando para la carnicería. Nosotros vivimos todos los días, no solamente cuando tenemos fondos que nos puedan colaborar. Por eso insisto. Hasta que no nos consideren trabajadores, pero como política cultural, estamos fregados, no tenemos nada que hacer”.
“No sacamos nada con ir con un letrerito todos los 1 de mayo que diga ‘nosotros los artistas también somos trabajadores’ porque no nos han tirado pelota, y deben cambiar esa manera. Este sistema capitalista es muy selectivo, es cruel. Y como es selectivo, no alcanza para todos. Sobre todo si hoy vemos gente que tiene una inmoralidad tan grande, que roba y roba, y finalmente siempre nos cargan la mano a los trabajadores. Vamos a volver siempre al mismo cuento. Uno parece monotemática, pero es así. Lucho todos los días contra este sistema que es depredador, que es injusto, que es cruel, que es sumamente clasista. No me gusta”, sentenció.
Un aporte invaluable
A lo largo de su trayectoria, Rosa Ramírez se ha consolidado como una de las mayores difusoras del teatro nacional. Desde la partida de su marido, Andrés Pérez, en enero del 2002, la actriz tomó las riendas de su legado a través de la continuación del Gran Circo Teatro, compañía histórica del teatro callejero que, hasta hoy, se alza como uno de los patrimonios culturales más grandes del país.
“Yo voy a agradecer siempre el cariño, la exigencia que Andrés puso en el montaje de ‘La negra Ester’, el cual tuve el tremendo honor y privilegio de, finalmente, hacerme cargo del personaje de la Negra Ester en una obra que me encanta”, reflexionó Ramírez. “Porque es un montaje que llega al corazón y al alma del pueblo chileno, y también del pituquito, porque estamos hablando de una historia de amor y desamor que escribió don Roberto Parra Sandoval y que Andrés lleva el escenario de manera magistral, impulsado por su talento y también por el profundo amor que Andrés tenía por los personajes y por el mundo popular“.
Esto último, el más grande sello del trabajo del director y que a dos décadas de su partida, Rosa continúa cultivando: “Andrés siempre hizo teatro pensando en los seres más sencillos y sencillas de nuestro pueblo. Hicimos la Negrita Ester con un gran nivel de exigencia, una metodología de trabajo que nos implicó harta dedicación, cariño y confianza. Porque cuando uno no confía en la persona que te está guiando, para el lado que sea, estamos mal”.
“Por eso, para mí, hacer teatro es un bonito modelo para aprender a gobernar un país. Si estos gobiernos creyeran en nosotros, en los seres más sencillos, sería súper distinto. Pero acá todos apuestan por los adinerados. Y entonces, empezamos bien y terminamos súper mal”, comentó.
En cuanto al contexto en que surgieron las primeras puestas en escena de “La negra Ester”, la actriz recordó que eran funciones que se llevaban adelante prácticamente a pura voluntad. “Ganábamos muy poco, y no es que ahora ganemos más, pero estamos hablando de una época donde no existía ningún tipo de fondo. Lo hacíamos con las patas y el buche, realmente. Con la tremenda incondicionalidad que yo al menos sentía por Andrés y su trabajo. En el trabajo yo estaba siempre al pie del cañón porque creía profundamente en el Andrés, no solamente como artista y como creador, sino también en él como persona, cuál era su mirada frente a la vida”.
Respecto al legado que deja con su propio trabajo, Ramírez compartió algunas reflexiones: “Ya estoy bien mayorcita, pero todavía tengo confianza en que, cuando me vaya de este mundo, al otro lado al espejo, algo haya aportado. No solamente desde el punto de vista como actriz y rabajadora teatral, sino también como ciudadana de un país que es tan bonito y que tiene tantas bonitas cualidades, pero que tiene la terrible desgracia de que nos han sometido mucho. Y hemos permitido que nos sometan. Y entonces, hay que revelarse”.