El 2 de septiembre de 1939 llegó hasta Chile el barco carguero Winnipeg con más de 2 mil 500 refugiados españoles. Sobre esta historia de exilio, el investigador Josu Chueca Intxusta escribió “2000 del Winnipeg. Diario de a bordo”, libro en el que se inspira la exposición artística de Cecilia Zabaleta “Diario de a bordo. Cartografía interior” disponible en la Casa Central de la Universidad de Chile.
Rescatando una parte importante de la historia del Winnipeg, esta nueva edición del libro de Josu Chueca, recopila importantes antecedentes de casi 2000 pasajeros, sumando casi 500 fotografías y relatando en algunos casos detallados, la vida de quienes iban a bordo.
“De poco sirve un trabajo histórico que sea de gran valor si luego no se divulga. Sobre todo si no se hace llegar a esas personas que fueron las protagonistas de esta historia”, explica el especialista.
Con el objetivo de rescatar la memoria en Euskadi, el investigador Josu Chueca realizó un trabajo a en profundidad en el Archivo de Francia, lugar en donde encontró ejemplares de un periódico inédito que se desarrolló durante 26 días de los 30 que duró la expedición que zarpó desde costas francesas un 4 de agosto de 1939.
“Trabajando sobre esto a partir de 1939, he ido a muchos archivos, fundamentalmente franceses, buscando antecedentes del caso concreto del Winnipeg, que es el barco, la gran expedición”, señala.
Con más de 2000 tripulantes a bordo y con una diversidad social presente, fue posible encontrar en el Winnipeg este diario que se organizaba en escritos murales de tres páginas, con seis ejemplares por día. El contenido variaba desde historias particulares, hasta noticias del contexto internacional que marcaba la prensa sobre el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial. Gracias a la comunicación por radio, fue posible dar a conocer las principales noticias de España y Europa.
– ¿Por qué crees que es importante revisitar la historia del Winnipeg y el símbolo de solidaridad internacional que representó?
El tema del exilio ha quedado siempre marginado. Por una parte, es importante conocer lo que se llama la realidad histórica, la verdad histórica, difundirla y sobre todo para las nuevas generaciones, para que sepan que esto existió y hoy existe, no solo a nivel europeo, sino a nivel mundial en que se están dando situaciones muy similares.
Era impensable hace unos años, por ejemplo, que en la propia Europa hubiera una guerra y está ocurriendo entre Ucrania y Rusia. Era impensable que se diera una guerra como la que ocurre, por ejemplo, en Gaza, en Palestina e Israel, en los términos y en las circunstancias tan crueles que está ocurriendo.
Frente a estos exilios y migraciones, hay políticas refractarias, negadoras de los derechos humanos a estas personas que intentan ir a Europa como refugiados o exiliados. Quién iba a pensar que, en un país como Estados Unidos, estuvieran compitiendo tanto republicanos como demócratas en quién es más duro en una política anti migratoria de personas que necesitan migrar hacia esos países y ¿qué hacen? les ponen un muro, los deportan y demás.}
– ¿Por qué es importante entonces hablar sobre el exilio?
Es importante recuperar estas historias y hacerlas conocidas, para que en cierta forma también sirva, aunque sea de pequeño reflejo, de pequeño espejo y decir que de aquello triste, surgieron en la época políticas solidarias como lo fue el Winnipeg.
Por ejemplo, en Chile el presidente Pedro Aguirre Cerda, dijo “Tráiganme ustedes a refugiados que están en una situación penosa en Francia después de perder la guerra”. Hoy en día ningún país de Europa organiza iniciativas como el “Winnipeg” para recibir refugiados. El caso que tenemos allí más flagrante es el de los africanos que intentan llegar a España, a las Islas Canarias, en pateras, jugándose la vida en el Mediterráneo. El propio Papa actual lo definió como Mare Mortuum, como el mar de los muertos, de toda la gente que intenta llegar a Europa.
Ingenuamente, pensamos que la historia siempre va a ir hacia mejor, progresando y la humanidad será mejor, pero vemos retrocesos. En Grecia, la cuna de la democracia a nivel europeo, hoy vemos que hay campos de concentración para los refugiados que vienen de Siria, Kurdistán, auspiciados por toda la Unión Europea.
Europa hoy tiene lo que se llama la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex), que hacen de policías respecto a todos los migrantes o refugiados que vienen de fuera de puertas de Europa. Esto es solo una pequeña muestra.
– ¿Por qué es importante abrir el diálogo en torno a la migración, así como se hizo en ese caso con el Winnipeg?
Para empezar, por razones humanitarias. Chile tiene la experiencia de un exilio relativamente reciente. Cuando Pinochet dio el golpe de Estado contra Salvador Allende, hubo miles de personas, de chilenos y de chilenas que partieron al exilio a Venezuela o Europa y son quienes recogieron la solidaridad de determinados países, en unos más que en otros.
Ahora, otros países como Venezuela están en estas circunstancias, donde la gente tiene que salir porque hay una persecución política o simplemente por razones socioeconómicas. En el caso del continente africano ¿cómo no van a huir de la miseria del Sahara? por ejemplo.
Hoy los trabajos de asistencia a mayores están hechos fundamentalmente por gente migrante y me imagino que en Estados Unidos, por ejemplo, la mayor parte no solo de trabajos asistenciales, sino de los trabajos más duros a nivel agrícola, a nivel de construcción, son hechos por latinos. Es decir, además esta migración beneficia a corto y a largo plazo a los países que son receptores de ella. El problema no está en que venga gente migrante, el problema es redistribuir el trabajo y la riqueza y eso el mundo lo puede hacer.
– Para nuestros lectores y lectoras, ¿por qué deberían leer este libro?
Es una historia bonita en el fondo, aunque sea en un contexto negativo, el de una guerra marcada por el exilio. Es una historia de un ejemplo de solidaridad hacia un caso concreto de 2500 personas que salieron de ese purgatorio francés. Hay que darse cuenta que quienes iban a coger el barco, la mayoría de ellos estaban en campos de concentración, hacinados en barracones. Son gente que viene de perder una guerra, hundida psicológicamente, derrotada, muchos heridos. Entonces, el libro nos muestra la historia de cómo implementar una solidaridad desde un país como Chile. Son historias similares que también otros países como México, en ese contexto las desarrollaron.
Sobre el libro, en el caso concreto de los periódicos, esto es muy interesante para la gente del mundo de la comunicación. Ver cómo son capaces en pleno mar, en pleno Atlántico y luego en el Pacífico día a día, escribir un periódico, aunque sea solo de tres o cuatro páginas, donde por una parte están contando las cosas del barco, pero fundamentalmente están haciendo editoriales de carácter político y también están transmitiendo a través de la información que les llegaba a la radio del barco, que cogen las diferentes radios, y están transmitiendo y transcribiendo en forma de noticias lo que está ocurriendo en el mundo.
– A raíz de todo lo que ya conversamos en esta entrevista, ¿qué reflexión haces y qué mensaje puedes enviar a las futuras generaciones?
Desgraciadamente, todo el mundo se puede ver afectado por esta situación, visto el desarrollo y la época contemporánea. Si alguien piensa que el tema de las migraciones y de los refugiados por las guerras, es cosa del tercer mundo, pues ya vimos que está equivocado. Hoy en día en Europa vemos a países como Rusia y Ucrania en guerra, con una problemática más grave.
Hoy en día el potencial de destrucción atómica no está en manos de un solo país, como era en la Segunda Guerra Mundial. Hay diferentes países. Si se desarrolla un enfrentamiento de tipo atómico, esto puede desbordarse y puede afectar, por ejemplo, a todo Europa y por ende, los ciudadanos europeos tendrán que salir hacia América o África. En el caso de América, ya vemos la situación tan inestable que se está dando en diferentes países y que va a generar migraciones masivas.
También vemos el tema del cambio climático. Esto se agravará y por ende, habrá migraciones impensables de zonas que ahora están muy cómodas. Por ende, creo que hay una primera lección. Hay que jugar democráticamente. No solo cada uno en su país, egoístamente, sino a nivel mundial. Tenemos que trabajar humanamente, no sirve poner fronteras a gente que está en una situación de penuria.
En un futuro puede ocurrir que los que ponen fronteras tengan que salir de esas fronteras buscando un resguardo. Y si un día, por ejemplo, se dan las circunstancias de que poblaciones de Europa tuvieran que emigrar hacia África y en África, esos países costeros como Libia, Túnez, Marruecos, Senegal, dijeran “españoles, aquí tienen que venir con autorización” y pusieran los mismos obstáculos, las mismas trabas que en Europa ponían hacia ellos, ¿qué ocurriría?