Con doscientas setenta y ocho páginas, la novela de Agnés y Jesús, con la trascendental historia de su hijo Mariano de por medio, te ponen en un lugar de cuestionamiento poco habitual para alguien con la fe intacta en la Iglesia Católica y todo lo que ella representa; y de paso, muestran que la fe es una experiencia personal donde la valoración tiene directa relación con los sucesos que te rodean.