Hace un mes, Irak prohibió los viajes desde y hacia Irán, uno de los países más afectados del mundo por la epidemia del COVID-19, con más de 1.500 muertos.
El petróleo ya evidenció una fuerte alza luego del ataque en tierras iraquíes. China y Reino Unido han hecho llamados a la calma, mientras el riesgo de un conflicto en la región y el resto del mundo parece cada vez más cercano.
Un grupo de hombres no identificados llegó en camionetas hasta un inmenso estacionamiento de Bagdad donde estaban acampados desde hacía semanas un grupo de manifestantes antigubernamentales y abrieron fuego indiscriminadamente.
Mahdi está en el cargo desde hace un año, al frente de uno de los países más ricos del mundo en petróleo pero también de uno de los más corruptos.
Desde hace casi dos meses, los manifestantes iraquíes exigen la partida de sus líderes que juzgan incompetentes y corruptos. La única respuesta de las autoridades hasta ahora es una violenta represión, que ha causado la muerte de más de 350 personas desde principios de octubre. En el sur del país, la situación es particularmente tensa.
Los yihadistas tomaron el control de la ciudad de Ramadi, a sólo un centenar de kilómetros de Irak. Se trata del golpe más decisivo del grupo Estado Islámico en lo que va del año, de allí que el gobierno iraquí ordenara el despliegue en la zona de milicias chiítas de refuerzo.
Si el nuevo gobierno de unidad nacional no logra consolidarse, Irak continuará su lento e inexorable camino a la destrucción, tras una década de intervención norteamericana y que hoy vuelve a enfrentar bombardeos de ese país contra su territorio. En este caso, las bombas no caen contra Bagdad, sino contra las posiciones ocupadas en el norte de Irak por Daesh, que a su paso masacra niños, mujeres, descuartiza soldados y arrasa aldeas generando terror.
Tres bombas explotaron este 24 de diciembre en Bagdad, causando al menos 35 muertos y más de medio centenar de heridos. El ataque más mortífero ocurrió cerca de una iglesia al sur de la capital: un coche bomba explotó tras la misa de Navidad, causando 24 muertos, en su mayoría cristianos. Las otras bombas explotaron en un mercado.
La misión de asistencia de Naciones Unidas cifró en 659 las personas que murieron producto de la oleada de violencia que sacudió el país durante el mes pasado. Los ministerios de Sanidad y Defensa de Irak, en tanto, calcularon 948 fallecidos.
Distintos ataques se vivieron en Bagdad y provincias de Irak, un alza en violencia y ataques suicidas experimentados durante los últimos meses.