El ataque de los militares golpistas iba dirigido a un acto de la oposición en el que participaban grupos democráticos ilegalizados por el régimen militar que usurpó el poder en febrero de 2021. Este es el asalto más sangriento de la junta castrense.
De 76 años, la Premio Nobel de la Paz ha sido el rostro de las ilusiones democráticas de Birmania durante más de 30 años, pero su sentencia previa y la actual, sumando ya 11 años de cárcel, implica que esa esperanza ha sido, una vez más, encerrada.
La dirigente birmana y Premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, depuesta por el golpe de Estado militar en Myanmar (Birmania) el 1° de febrero pasado, fue condenada este lunes a cuatro años de prisión. ¿Los cargos?: incitar a la revuelta contra los militares y violar las normas estipuladas para enfrentar la pandemia del coronavirus. Y eso no es todo, pues le aguardan nueve cargos más, algo que a sus 76 años podrían privarla de libertad por el resto de sus días. La alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, llamó a la inmediata liberación de la dirigente denunciando que el juicio en su contra fue “amañado”. Amnistía Internacional, por su parte, acusa a los golpistas de querer “asfixiar” las libertades civiles.
Aislada del mundo excepto por los encuentros con sus abogados y sus apariciones en el tribunal, Aung San Suu Kyi se enfrenta a un amplio abanico de cargos que incluyen sedición, aceptación de sobornos o violación de una ley de secretos de la era colonial.
Este lunes 14 de junio inicia el primer juicio contra la ex dirigente birmana Aung San Suu Kyi, derrocada en un golpe de Estado militar y acusada repetidamente por la Junta. Se examinan dos de los siete cargos en su contra.
Luego de casi cuatro meses de un estricto silencio impuesto por los militares birmanos luego de su detención el 1º de febrero pasado, la líder Aung San Suu Kyi pudo transmitir esta mañana un mensaje dirigido al país a través de uno de sus abogados. Dicha reaparición coincide con un contexto en el que a la reducción de las manifestaciones públicas y pacifica ha sucedido un aumento de enfrentamientos armados y ataques con bomba contra las fuerzas de seguridad en varias regiones del país.
En Birmania, la oposición prodemocrática no arroja la toalla ante la junta militar. Un grupo de diputados derrocados por el golpe de Estado anunció la formación de un gobierno en la sombra, destinado a restablecer la democracia y liderado por la premio nobel de la paz, Aung San Suu Kyi.
Diez de las principales facciones rebeldes de Birmania van a “revisar” el acuerdo de paz firmado en 2015 con el ejército, como respuesta a la mortífera represión del régimen militar al movimiento prodemocracia.
Los birmanos fueron invitados a botar sus desechos en las calles, en señal de protesta contra los más de 500 asesinatos de civiles desde el 1° de febrero. Las fuerzas militares amenazaron de disparar contra todo aquel que fuera sorprendido obstaculizando las vías.
Los jefes militares de una docena de países condenaron este domingo la sangrienta represión de la víspera en Birmania, en la que murieron al menos 90 personas.
Varios medios internacionales califican estos últimos sucesos como la jornada de represión más feroz y sangrienta contra los participantes en las protestas que fueron convocadas en unas 40 ciudades de Birmania, se cree que al menos hay 114 muertos reportados.
Luego del asesinato de más de 70 manifestantes en la jornada del 14 de marzo en Birmania, los desplazamientos internos de población se han multiplicado de forma preocupante. Muchos huyen hoy de las zonas declaradas bajo “ley marcial” en Rangún. De su parte el CICR ha instalado nuevos campos de refugiados en la frontera con Tailandia previendo la llegada de refugiados huyendo del interior del país.