Bülent Kenes, un periodista turco exiliado en Estocolmo, estaba cenando con su familia cuando escuchó al presidente Recep Tayyip Erdogan reclamar su extradición como moneda de cambio para aprobar la adhesión de Suecia a la Alianza Atlántica.
El futuro cercano no pinta nada bien para Turquía. Erdogan, quien siempre se caracterizó por su mano dura y carácter autoritario hoy parece tener vía libre y el apoyo de un importante sector de la población, sobre todo de los musulmanes más ortodoxos.