Mientras los dirigentes pelan por los pesos y los puntos fuera de la cancha, los jugadores tampoco se organizan para exigir cambios que dignifiquen la profesión. Los hinchas relegados a la galería y sin autoridad alguna en la toma de decisiones tampoco parecen inmutarse frente al escenario. Acá hace falta un golpe de timón que altere el rumbo y permita mejorar pero esto debe primero ser una convicción para todos los actores del fútbol pues resulta imposible una transformación de esta magnitud sin unidad.