Desesperados ante la violencia y la pobreza en sus países de origen y por su actual falta de dinero y medios económicos que les afecta, en medio de la carencia de documentos que legalicen su permanencia o paso por territorio mexicano, incluso aguantando las inclemencias climáticas, los migrantes siguen porfiadamente intentando avanzar siempre hacia el norte, en una penosa marcha que también incluye a niños y mujeres embarazadas. Porque el gobierno de México no los quiere y mucho menos el de Estados Unidos.
Mientras las familias se acercan a la capital azteca, militares de EE.UU. cercan la frontera con alambres de púas. Medidas responden al llamado del presidente Donald Trump de reaguardar la frontera de las familias que buscan ingresar al país norteamericano.