El premier israelí ha dado a conocer el plan que se persigue con Siria desde el inicio de la agresión contra este país árabe desde febrero del año 2011: desintegrar y balcanizar (1) a esta nación levantina.
La Revista The Lancet el 2008, cifró la cantidad de muertos en 660 mil iraquíes, cantidad que aumentó significativamente hasta 2011 cuando se retira gran parte de las tropas estadounidenses y es reemplazadapor Daesh. Cifras enormes, que no parecen asombrar a una comunidad internacional, que asiste impávida a este genocidio contra los pueblos de Siria e Irak como también contra el pueblo palestino, yemení y bareiní.
El papel que cumple la Monarquía Wahabita se inserta en los planes más amplios de Estados Unidos, la Organización del Tratado del Atlántico Norte – OTAN – y el régimen sionista respecto al Magreb, Oriente Medio y Asia Central, que pretende contender contra dos adversarios a quienes temen por su creciente influencia, sobre todo en la zona del Levante Mediterráneo, tratando de cercarlos política, económica y militarmente: La República Islámica de Irán y la Federación Rusa.
La búsqueda de Estados Unidos es crear zonas confederadas, que comenzarían a recibir apoyo político, diplomático, asistencia económica y militar que haría inviable la posibilidad de recuperar su control, por parte del Estado Sirio.
El Ejército Islámico de Irak y el Levante (ISIL por su sigla en inglés) resolvió anunciar el establecimiento del califato islámico para toda la región. ISIL es un grupo formado y entrenado por Estados Unidos, según aseveran los expertos, que fueron preparados para la guerra en Siria y que cuenta con mercenarios y yihadistas provenientes desde Chechenia hasta los suburbios marginales de inmigrantes de las grandes urbes europeas y se ha convertido en el blanco de todas las potencias, uniendo a quienes ayer eran enemigos, entre ellos Estados Unidos, Rusia, Irán, Irak y Siria.