El viernes pasado el ex canciller del Arzobispado de Santiago, el sacerdote Óscar Toledo, quedó en prisión preventiva producto de diversas denuncias que la Fiscalía descubrió en su contra mientras era él mismo quien recogía denuncias y testimonios. El Ministerio Público tuvo que incautar información que el Vaticano había decidido mantener bajo llave gracias a la figura del derecho canónico que ampara la figura del “secreto pontificio”, un arma de doble filo.