Sobrevivientes de sus torturas han descrito a Klug como “particularmente brutal y sádico”. De acuerdo a diversas organizaciones, la mayoría de los cien desaparecidos de la región del Bíobio durante la dictadura pasaron por sus manos.
El ex uniformado fue condenado por la Corte Suprema a 10 años y un día de prisión por su participación en el homicidio calificado de siete trabajadores de Endesa. También fue sentenciado por participar en el secuestro calificado de 23 trabajadores de las centrales de El Toro y El Abanico.